El perro es el mejor compañero en vida y también en la muerte: investigador de UNAM

29/10/2021 - 1:49 pm

Los animales no suelen estar en las ofrendas de Día de Muertos, sin embargo, hay comunidades que creen que ellos acompañan a las almas el 1 y 2 de noviembre, días de celebración para recibir a los difuntos, la cual desde el 2003 fue declarada como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Ciudad de México, 29 de octubre (SinEmbargo).- El perro, animal con más de 15 mil años de antigüedad, es considerado como el mejor compañero en vida e incluso después de la muerte, pero también hay otras especies a las que se les relaciona con este hecho, como las moscas “panteoneras”, mariposas nocturnas y tecolotes, según Raúl Valadez Azúa, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.

A través de un comunicado de la UNAM, en el marco del Día de Muertos, el titular del Laboratorio de Paleozoología del IIA mencionó que la creencia de que distintos animales son mensajeros de la muerte o que traen malos presagios tienen su origen en la Colonia, cuando las costumbres tradicionales fueron fusionadas con el pensamiento de los conquistadores.

“La más relevante asociación entre un humano difunto y algún material o elemento de la naturaleza serían los perros, porque llegaron tan temprano a la historia humana (entre 15 mil y 18 mil años) que el hombre no tiene conciencia de lo que es la vida humana sin el perro… en un esquema tan intenso, tan íntimo que para el hombre era parte de los grupos, como si fuera un humano más”, destacó Valadez Azúa.

La influencia occidental le dio a la noche un sentido de temor, de espíritus malignos, añade en ocasión del Día de Muertos. Foto: UNAM

Además, recordó que uno de los entierros humanos más peculiares de América fue hallado en Hidalgo, y data de hace cinco mil años, se trata de una cueva llamada del Tecolote, donde se encontraron dos inhumaciones, donde había media docena de perros.

Se cree que las personas fueron sacrificadas en honor a la montaña y los perros quedaron junto a ellos como sus guardias y protectores del espacio sagrado, por lo que su papel fue acompañarlas y mantener la sacralidad del sitio.

“Hemos podido ver en Teotihuacan entierros donde aparecen animalitos como las comadrejas, que son bastante hábiles y muy buenos para la cacería, sobre todo de aves de corral. En el sitio de Teopancazco encontramos, en un entierro… el cráneo de una comadreja, pero que estaba cortado, probablemente era un dije”, señaló el autor de Viaje al inframundo: las ciencias y la muerte.

En otra situación también se identificó el cráneo de un murciélago, que se asoció con los restos de un difunto, por lo que formaba parte del simbolismo que se consideraba fundamental para el momento de partir a su otra vida.

Entierro humano. Foto: UNAM

Cabe destacar que en el universo prehispánico no existen los conceptos de “bueno” o “malo”, por lo consiguiente al referirse al mundo vivo o al inframundo no existe una referencia hacia un espacio de bienestar o de sufrimiento, más bien se refiere a un nivel que se mueve en una condición dual y dinámica entre uno y otro, lo que corresponde al sentido binario que formaba el pensamiento de las civilizaciones originarias.

Valadez mencionó que la mariposa representa dicha dualidad, y su presencia se relacionaba con las fases de la vida, pero al momento de desaparecer por las migraciones o muerte, y posteriormente sólo quedan las orugas como una muestra de que se vuelve a entrar en un nuevo ciclo.

Los lobos eran la contraparte de lo que sería un animal diurno, como el águila, ya que representaban el espacio nocturno ligado con el inframundo.

El esquema del día está en manos de Quetzalcóatl, la noche en manos de Xólotl, el cánido de excelencia para el espacio nocturno es el lobo, sin embargo, también se habla de otros animales, como los jaguares, con relación a las estrellas.

En la época prehispánica, las lechuzas y otras aves cuyo graznido indicaban que alguna persona moriría, pero la realidad es que no importaba si se trataba de aves diurnas, sino del cambio de trinar a un graznido, por lo que en dicha situación, la cuestión nocturna no sería tan relevante como el sonido hasta que llegó la época colonial.

La creencia de que distintos animales son mensajeros de la muerte o que traen malos presagios tienen su origen en la Colonia. Foto: UNAM

Durante el periodo de la Colonia, y con la influencia occidental, al espacio nocturno se le dio un espacio de temor, de espíritus malignos que deambulan tratando de apoderarse de la gente buena, de la que no se cuida, y es probable que de ahí hayan surgido las historias en las que se liga a los animales que pertenecen a la noche con aspectos que tienen que ver con la magia y hechicería.

A partir de este periodo, las mariposas nocturnas son vistas como animales malignos y símbolos de la muerte que llevan consigo algo de magia o hechicería.

Valadez Azúa recalcó que aunque puede ser molesta su presencia, más cuando empiezan a revolotear, las personas gritan y piden ayuda por los presagios negativos que, se creen, traen consigo estos animales.

Los animales no suelen estar en las ofrendas de Día de Muertos, sin embargo, hay comunidades que creen que ellos acompañan a las almas el 1 y 2 de noviembre, días de celebración para recibir a los difuntos, la cual desde el 2003 es reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

La Unesco explicó que la celebración abarca a todo el país y se recuerda a los adultos y niños, quienes son recibidos en panteones o casas adornadas con flores de cempasúchil, veladoras, comida, dulces y agua para que traigan abundancia, si es que les gustó, o desdicha si no resulta satisfactoria su visita.

Uno de los entierros humanos más peculiares de América fue hallado en Hidalgo, y data de hace cinco mil años. Foto: UNAM

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