Ex Capitán del Ejército brasileño, legislador y con un discurso ultraconservador, el candidato del Partido Social Liberal (PSL) logró la victoria sin el respaldo de las toldas políticas tradicionales de su país.
Ciudad de México, 29 de octubre (RT/SinEmbargo).- Con más del 55 por ciento de los votos, el candidato de ultraderecha Jair Bolsonaro se convirtió, este 28 de octubre de 2018, en el Presidente número 38 de Brasil tras alcanzar la victoria en segunda vuelta.
El político de 63 años, nacido en Campinas, Sao Paulo, es un ex capitán retirado del Ejército brasileño, quien desde 1991 representa a Río de Janeiro como diputado federal. Su ascenso como candidato ocurrió en un ambiente contaminado por las denuncias de corrupción que involucran a figuras de los partidos tradicionales de su país, especialmente tras el escándalo de Lava Jato, por lo que su discurso de “mano dura” convocó a buena parte del electorado.
Su apodo es “Mito” y varias veces ha generado polémica por sus comentarios homofóbicos, machistas y racistas. Desde que anunció su candidatura se mantuvo en el segundo puesto de preferencia electoral, pero el viraje ocurrió después que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) le negara al ex Presidente Luiz Inácio Lula da Silva la posibilidad de medirse en las presidenciales: la salida del líder del Partido de los Trabajadores (PT) lo empujó directo al primer lugar de las encuestas.
El pasado 6 de septiembre, días después de que se descartara definitivamente la candidatura de Lula, un hombre atacó a Bolsonaro mientras este participaba en un mitin político. El presunto responsable de la agresión fue Adelio Obispo de Oliveira, quien habría confesado que agredió al político del Partido Social Liberal (PSL) con un cuchillo en la zona de su abdomen durante un acto de campaña en la ciudad de Juiz de Fora, estado de Minas Gerais. El candidato fue intervenido quirúrgicamente y superó el incidente sin complicaciones, pero algunos analistas estiman que ese hecho lo afianzó como favorito.
CANDIDATO DE LOS MERCADOS
El Presidente electo ya había anunciado en la fase de campaña a algunos de los miembros de su futuro gabinete, el más celebrado por los mercados ha sido el del futuro “superministro”, Paulo Guedes, un ‘Chicago boy’ que promete una política económica de corte neoliberal al mejor estilo del Fondo Monetario Internacional (FMI): recorte de la inversión social, reducción del tamaño del Estado y una oleada de privatizaciones.
La fe de Bolsonaro en su asesor económico, a quien conoció hace un año, ha llegado al punto de afirmar que si Guedes decide no acompañarlo en el gabinete “no hay plan B”. Sin embargo, ha evitado dar mayores detalles del proyecto que tiene para levantar el aparato productivo de un país como Brasil, que no ha logrado volver a encaminarse a la senda de crecimiento alcanzada durante la era Lula.
Entre las propuestas más relevantes de su programa de gobierno, que coronó con el lema ‘Brasil encima de todo. Dios encima de todos’, están las siguientes:
Reducir la deuda pública un 20 por ciento a través de un proceso de privatización de las empresas públicas, venta de acciones y asignación de concesiones a operadores privados
Crear un sistema privado para la jubilación por capitalización, que existiría en paralelo a la cotización pública
Rebajar la edad de imputabilidad de 18 a 16 años y eliminar del beneficio procesal de recorte de condena
Crear de un Ministerio de Economía que unifique las carteras de Hacienda, Planificación e Industria para dirigir el plan de privatizaciones
Fomentar el uso de armas entre civiles, así como el fortalecimiento de las fuerzas de seguridad y defensa.
Aplicar una política de “guerra” contra el narcotráfico, que prevé protección jurídica especial para los policías que torturen, hieran o maten a presuntos delincuentes
CONTROVERSIAS
Las frases polémicas y altisonantes le dieron a Bolsonaro mucho espacio en los medios y gran popularidad en redes sociales, donde también se le apoda el “Trump de Brasil”. Sin embargo, eso permitió el surgimiento de un fuerte movimiento en las calles, protagonizado por mujeres, con el objetivo de rechazar su discurso y reducir la brecha con el candidato de la izquierda, Fernando Haddad.
Uno de los episodios más controvertidos en la carrera política de Bolsonaro, explotado durante la campaña por sus adversarios, ocurrió en el 2016, cuando el ultraderechista se mostró a favor de la destitución de la ex Mandataria Dilma Rousseff en nombre del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, uno de los torturadores más sanguinarios de la dictadura militar que padeció Brasil. La declaración la hizo frente a la ex Presidenta, quien fue víctima de torturas durante ese período.
Al año siguiente, el candidato fue condenado a indemnizar a la parlamentaria del PT, María do Rosario Nunes, luego de que le dijera: “No la voy a violar porque ni eso merece”. Ese mismo año también fue obligado a pagar una multa de 50 mil reales (15 mil 900 dólares) por su “expresiones injuriosas, prejuiciosas y discriminatorias” contra la población negra en general, luego que se refiriera a ella en los siguientes términos: “No hacen nada, creo que no sirven ni para procrear”.
A pesar de sus posiciones, se estima que el 60 por ciento de quienes respaldaron a Bolsonaro son menores de 30 años. El dato no es nimio, si se tiene en cuenta que se trata de un segmento de la población que no padeció el horror de la dictadura militar, la misma que Bolsonaro reivindica desde una extrema derecha que se vende como “antiestablecimiento”.
El Presidente electo de Brasil, quien logra su victoria tras unos de los comicios más polarizados del país suramericano, asumirá su mandato el próximo 1 de enero para convertirse en el tercer militar que llega a ese cargo mediante el voto directo.
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