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La huella del que se va

CLOSE UP ¬ De luchador social a Presidente: AMLO deja una marca profunda en el país

29/09/2024 - 12:02 am

Andrés Manuel López Obrador fue congruente a lo largo de sus más de 50 años de carrera política. Alguien que se formó como luchador social entre la pobreza de los chontales en Tabasco, y que ya como Presidente de la República priorizó precisamente a los más pobres.

Ciudad de México, 29 de septiembre (SinEmbargo).– El Presidente Andrés Manuel López Obrador culmina su Gobierno federal (2018-2024) este lunes 30 de septiembre. Tras cinco décadas de carrera política, se retira a una finca en el sureste para reencontrarse con la naturaleza en la que creció. No obstante, deja como legado al obradorismo, un movimiento social que se conformó alrededor de su liderazgo carismático bajo el planteamiento del «pueblo» contra una «minoría corrupta».

En su afición por la historia —que llama ‘la maestra de la vida’— y con Benito Juárez como su principal inspiración, el Presidente de la República ofreció una «Cuarta Transformación» que sucedería a la Independencia, la Reforma y la Revolución, y que construiría con honestidad y fraternidad tras la bancarrota neoliberal.

En la secundaria y preparatoria leyó dos libros que lo llevaron a la participación política: Un niño en la Revolución mexicana y Breve historia de la Revolución mexicana. Algunas voces, incluyendo la de la Presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo, aseguran que dejó los cimientos de la 4T y que hizo que incluso panistas hablaran sobre los programas sociales.

«López Obrador, con todo y contraluces, sí logró mover el tablero político, correrlo un poco más a la izquierda para que de ese modo se diera esta nueva legitimación a ciertas políticas identificadas con ese espectro ideológico, pero que en otros tiempos hubiera sido muy difícil o impensable. Me parece que ese es el primer elemento para pensar que sí hay una transformación en el sentido ideológico, que no es poca cosa. En el sentido político, cualquier cambio no puede operarse si no existe este cambio ideológico», observó el analista político, Héctor Quintanar.

Miles de simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, acudieron al Grito en el marco del 209 Aniversario del inicio de la Independencia de México.
Un amlito en medio de asistentes al último Grito de Independencia del Presidente Lópes Obrador. Foto: Graciela López, Cuartoscuro.

Pero otros observan que, si bien destacó en justicia social, aún falta para poder equipararse a esas épocas históricas. El historiador de las izquierdas Carlos Ilades comentó:

«Sin duda al Presidente le importa mucho la perspectiva histórica y la perspectiva histórica que él eligió es la de la historia patria, esto es una historia en la cual el país tiene tres grandes transformaciones y postula desde el inicio de su administración que él encabezaría la ‘Cuarta Transformación’. Esa fue la apuesta, la expectativa que generó. Si bien es cierto hay cambios en el país, algunos importantes en el sentido positivo, otros importantes en el sentido –a mi juicio– negativo, no tienen todavía la envergadura de una transformación equivalente a las transformaciones precedentes. En la Independencia el país se emancipa de España, en la Reforma se acaba con muchos de los rasgos coloniales que todavía tenía el país y se emprende una perspectiva distinta, y la Revolución Mexicana lleva a la constitución de un nuevo Estado. Aquí todavía no hay algo equivalente a eso. Lo que sí apunta, pero ya será en la siguiente administración, es a un cambio de régimen».

En su reciente libro La revolución imaginaria (Océano, 2024) el historiador lo define como un «político tenaz» que se «sobrepuso» a dos elecciones adversas para la gubernatura de Tabasco (1988 y 1994) y resultó electo en el DF. Esto, más el liderazgo construido cuando fue dirigente del PRD de 1996 a 1999, «despejaron el terreno» para contender por la Presidencia en la cuestionada elección de 2006 tras el intento de desafuero impulsado por Vicente Fox. En el tercer intento, López Obrador ganó la Presidencia en julio de 2018 con una mayoría contundente (53.19 por ciento de los votos) y la caída estrepitosa del voto panista, priista y perredista después de la corrupta administración de Enrique Peña Nieto.

POR LA DEMOCRACIA

Originario de Macuspana, Tabasco –a la orilla del río Tepetitán– y primogénito del petrolero Andrés López y la comerciante Manuelita Obrador, Andrés Manuel comenzó su lucha social a sus veintes participando en asambleas comunitarias con pueblos originarios como delegado del Instituto Nacional Indigenista en Tabasco, entidad donde los chontales resistieron.

«En las comunidades me formé como luchador social (…) Mi trabajo en las comunidades indígenas, viviendo entre los pobres, conociendo de cerca esa realidad, explica en buena medida lo que soy», compartió en su libro Gracias (Planeta, 2024).

En 1976, cuando el escritor Carlos Pellicer buscó ser Senador «por los chontales» de Tabasco, un joven López Obrador colaboró en su campaña arrancando así su carrera política. «Tenía preocupación por la gente pobre», recuerda así al poeta. Lo había conocido en Villahermosa e intimaron en la capital del país, adonde se mudó a los 19 años para estudiar Ciencia Política en la UNAM, epicentro de sus ideales humanistas.

En su natal Tabasco, donde no existía la oposición ni cultura democrática, López Obrador –primero como candidato del Frente Democrático y luego como perredista– enfrentó sus primeros fraudes electorales que favorecieron a los priistas Salvador Neme en 1988 y a Roberto Madrazo en 1994, cuya campaña rebasó los topes con 70 millones de dólares. En el 88, a través del exdirector de Segalmex Ignacio Ovalle, Carlos Salinas de Gortari le ofreció un cargo a cambio de que renunciara a su candidatura a la gubernatura. «De aquella época datan mis diferencias con Salinas», reconoce.

López Obrador realizó el llamado «Éxodo por la Democracia», donde caminó días de Tabasco a la Ciudad de México. Foto: Morenasí.com

Ambos fraudes, y pese a los ofrecimientos del siniestro salinista Fernando Gutiérrez Barrios para que parara su resistencia civil, lo llevaron a su primera concentración ciudadana en el Zócalo de la CDMX mediante el «Éxodo por la Democracia», una caminata en 1992 de más de mil kilómetros que culminó con los inicios del obradorismo; miles de personas en la plancha, a la cual se sumaron las protestas en Tabasco que culminaron en represión (una portada de Proceso con él ensangrentado lo documenta).

“Cuando se nos lanzaron, con los empujones se me estaba saliendo un zapato y me dije: ‘como líder, no puedo salir descalzo de esta refriega; todo menos la humillación y el ridículo’, de modo que me agaché para acomodarme el zapato, y en ese preciso momento un soldado me dio el golpe que me abrió la cabeza”, compartió en el libro Gracias.

López Obrador formó parte del PRI Tabasco cuando era el único espacio para hacer política, pero renunció entre presiones porque buscó democratizar al partido acostumbrado al dedazo. «Aunque fui dirigente del PRI, busqué la democracia y fui consecuente. Por eso no tengo nada de qué avergonzarme», escribió. Como varios políticos con principios de izquierda, se unió al Frente Democrático Nacional (FDN), un bloque opositor al priismo conformado por los también recién expriistas Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez y Porfirio Muñoz Ledo, quien le entregó la banda presidencial en 2018 y criticó su administración en sus últimos años de vida.

«López Obrador es un personaje transparente para bien y para mal –porque muchos de sus defectos tienen que ver con esa falta de mesura, con esa falta de prudencia verbal para combatir a algunos de sus adversarios–, pero en todo aspecto me parece que el personaje es genuino, se muestra tal cual es. Parte de eso tiene que ver con preconizar causas populares, el aprecio por causas populares. El personaje ha demostrado no ser un impostor en ese sentido. Ante el electorado, ante la ciudadanía, eso se muestra como un eje de congruencia», dijo Quintanar.

Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador. Foto: Cuartoscuro/archivo

En 1996 contendió por la dirigencia nacional del PRD contra Heberto Castillo y la ahora emecista Amalia García. Durante su gestión el partido ganó la primera elección para jefe de Gobierno con Cárdenas, de quien se distanció a inicios de milenio. El 2 de julio del 2000, cuando López Obrador fue electo jefe de Gobierno del DF, «se produjo el relevo en el liderazgo de la izquierda en México, con dos figuras clave en seis sexenios, justamente en el auge y la crisis del modelo neoliberal: con Cárdenas, tres veces candidato a la Presidencia de la República desde 1988, se cerró un ciclo, y se inició otro con López Obrador, que también al tercer intento llegó a Palacio Nacional», plantearon en Izquierda (Grijalbo, 2024) los periodistas Álvaro Delgado y Alejandro Páez.

Tras el conocido intento de desafuero impulsado por Fox y el fraude de 2006 financiado por la élite empresarial, López Obrador renunció al PRD en 2012 porque la tribu de «Los Chuchos» pisoteó sus principios al aliarse con el PRI y PAN en el Pacto por México. Entonces, con las bases sociales que inició desde Tabasco y que extendió desde las calles a nivel nacional, conformó Morena, un partido cuya nueva dirigencia –Luisa Alcalde, Carolina Rangel y su hijo Andrés López– buscará mantener su legado.

«El Presidente López Obrador es sin duda un líder carismático. Tiene bastante –frente a sus predecesores de los últimos 30 años– de arraigo popular, él se siente muy bien y actúa muy bien frente a la gente. Es bastante empático, escucha. Sin duda tiene una destreza política impresionante, tiene una capacidad de mover hilos que es muy peculiar, muy distintiva. En ese sentido es diferente de sus predecesores que eran mucho menos diestros y tiene un protagonismo impresionante; quiere estar en todo, todo el tiempo», observó el historiador Ilades.

«PRIMERO LOS POBRES»

Andrés Manuel López Obrador logró estudiar la universidad becado en la Casa del Estudiante Tabasqueño en la popular colonia Guerrero, a pesar de que el negocio familiar quebró. Andrés Manuel López Obrador inició su lucha social entre pueblos indígenas y ha recorrido todos los municipios del país para realizar asambleas informativas. Andrés Manuel López Obrador ideó los programas para adultos mayores en el DF a partir de recorrer las delegaciones y preguntar a la gente. Andrés Manuel López Obrador, entonces, fue votado por 30 millones de mexicanos hastiados de la corrupción y la desigualdad en los gobiernos del PRI y del PAN.

Frente a la desatención y la exclusión a las clases bajas y medias bajas en el periodo neoliberal, dos de los principales pilares de su administración fueron la austeridad del servidor público y, sobre todo, «primero los pobres» bajo el entendido que la pobreza se deriva de la opresión y la injusticia.

«Saludaba de mano a la gente en un genuino ejercicio de diálogo circular. Gracias a estos encuentros, recogí demandas, sentimientos y preocupaciones de muchos ciudadanos y me enteré con más detalle de la situación económica, social y política del país, desde abajo”, compartió en Gracias sobre sus recorridos por los más de dos mil municipios mexicanos.

«En México los más pobres son los indígenas de todas las regiones y etnias. Fue tan cruel la Conquista y la Colonia que, en pos de la libertad y de sus culturas, y para salvarse de la esclavitud y la encomienda, se fueron remontando a las partes más alejadas e inhóspitas del territorio. Es el caso de los huicholes, coras y tepehuanes de las sierras de Jalisco, Zacatecas, Durango y Nayarit; el de los tarahumaras de Chihuahua, de los yaquis y seris de Sonora; el de los náhuas de las montañas de Puebla, o el de los chontales de los pantanos de Tabasco».

El Presidente López Obrador dialoga con un ciudadano en Chiapas. Foto: Presidencia

Las cifras demuestran que, en efecto, la prioridad fueron los pobres. A la par de los programas sociales, a la par del aumento gradual al salario mínimo y pese al golpe económico que implicó la pandemia, el número de personas en situación de pobreza laboral se redujo de 40.7 por ciento a finales de 2018 a 35 por ciento en el segundo semestre de 2024 (Coneval). Además, en 2018 había 4.5 millones de adultos mayores en pobreza y para 2022 la cifra bajó a 3.9 millones de personas de 65 años y más. Aunque deja el gran pendiente de una reforma fiscal que grave las fortunas de los grandes contribuyentes.

«Imagínense cómo me siento de que se redujo la pobreza. Mis adversarios eso no lo toman en cuenta ni les importa, pero para mí, eso me llena de orgullo, es un timbre de orgullo. Ya con eso tengo», destacó López Obrador en una de sus últimas conferencias de prensa. También destacó la sólida estructura económica que evitó que se devaluara el peso como alarmó la oposición una y otra vez.

Respecto a los pueblos originarios (algunos desplazados por la violencia criminal), recientemente el Congreso aprobó la reforma constitucional que propuso el Presidente para reconocer sus derechos, entre otros, a la consulta libre, previa e informada frente a proyectos.

«López Obrador encabezó un Gobierno que, con contraluces y demás, puso en el centro el combate a la pobreza, un combate efectivo a la pobreza porque no fue algo que se quedó en el discurso. Estamos en un momento en que es muy probable que se asiente que en este sexenio 10 millones de mexicanos salieron de la pobreza. Eso es inédito en por lo menos cuatro décadas y eso ya le da una distinción enorme con sus inmediatos antecesores», aseguró el analista político Héctor Quintanar.

Los programas para adultos mayores, desde el DF, los ideó hablando directamente con la gente. Foto: Especial.

El historiador de las izquierdas Carlos Ilades coincidió en que el principal rasgo de izquierda del Presidente López Obrador ha sido su anhelo de justicia social. «Es una figura compleja, difícil de catalogar. Corresponde en ciertos aspectos de su proceder a las izquierdas, concretamente en la preocupación por la justicia social, en la redistribución de los ingresos, por la desigualdad. Pero, al mismo tiempo, y ahí es distinto de las izquierdas históricas (el 68, por ejemplo), tiene una perspectiva mucho más conservadora de lo que es la vida civil», planteó.

Y ahondó: «De los programas sociales me parece el principal, quizás el más relevante, el volver universal los apoyos a los adultos mayores. Me parece importante la promoción a lo largo del sexenio de los aumentos a los salarios mínimos, parte del intento de desarrollo económico de las administraciones precedentes fue anclando ese desarrollo en salarios muy bajos. También, aunque no ha habido el éxito suficiente, pero por lo menos la tentativa, regular el outsourcing».

El Mandatario federal sostuvo su política de seguridad pública bajo la premisa de que mejores oportunidades de trabajo y de estudios impiden el desbordamiento de la violencia, y que  a mayor cultura y valores comunitarios, menor delincuencia y menos consumo de drogas. Sin embargo, uno de los principales pendientes que hereda a Sheinbaum Pardo es la crisis de desaparecidos, extorsión y enfrentamientos entre cárteles.

EJÉRCITO, «EL PUEBLO UNIFORMADO»

El Gobierno de López Obrador transfirió diversas actividades al Ejército que se extienden más allá del Plan DN-III ante desastres naturales o la seguridad pública contra la gobernanza criminal. El brazo militar abarca la administración de puertos, aduanas, la aerolínea Mexicana, la construcción de aeropuertos (Felipe Ángeles y Felipe Carrillo Puerto), un tramo del Tren Maya y sucursales bancarias. Con ello, provino un incremento sustancial en el presupuesto para la Defensa Nacional (de 93 mil mdp en 2019 a 259 mil mdp en 2024).

«El reforzar el aparato coercitivo del Estado, y reforzarlo no en términos de la seguridad, sino en darle un papel muy importante dentro del Ejecutivo, incluso excediendo sus atribuciones constitucionales, entonces ese es un rasgo que además, a mi juicio, es un rasgo autoritario. Es fortalecer incluso ya con una participación en los asuntos nacionales a un ente que no tiene un control democrático, sino es una corporación», dijo el historiador Carlos Ilades.

Ante señalamientos de «militarización», alimentados con el reciente traspaso de elementos civiles de la Guardia Nacional a la Sedena, el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas ha argumentado que el Ejército es «pueblo uniformado» y que la última decisión la toma el Presidente de la República, un mando civil.

Luis Cresencio Sandoval González, titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
«El Ejército concentra tanto presupuesto, que la suma de lo asignado al INAI, CNDH, la CEAV, el Mecanismo y la Fiscalía General de la República equivale a 17 por ciento del presupuesto de la Sedena durante el sexenio». Foto: Daniel Augusto, Cuartoscuro

El analista político Héctor Quintanar planteó además que, a diferencia de las dictaduras militares en Chile, Argentina, Uruguay o Paraguay provenientes de golpes de Estado, el Ejército mexicano se formó en la Revolución.

«Pareciera que es incompatible un gobierno de izquierdas con lazos con los militares. Sin embargo, este dominio de dictaduras militares en el siglo XX en América Latina tuvo muy poquísimas excepciones y la principal fue México. En México no hubo un golpe de Estado perpetuado por militares de carácter anticomunista que se dedicaran a reprimir. Claro que hubo represión, pero esta fue resultado del propio régimen. Este Ejército mexicano es emanado de una Revolución a diferencia de otros ejércitos en América Latina que son emanados de las élites históricas de cada país, le da cierta distinción», argumentó.

Sobre las labores que el Presidente López Obrador entregó a los militares, Quintanar comentó que son de carácter administrativo y no para la represión civil como en su momento se vio con Felipe Calderón.

«Esto puede ser problemático en términos de transparencia y rendición de cuentas, pero no estaría tan seguro de que esto es una militarización como tal. En primera porque no hay disciplina militar trasladada a ámbitos civiles, no hay gobernadores de extracción militar, no hay gente en las secretarías que provengan del Ejército», afirmó.

Este lunes 30 de septiembre de 2024 culmina el Gobierno del Presidente López Obrador, quien recientemente dijo que se dedicó a servir al pueblo con mucho amor y «amor con amor se paga».

«Me voy a ir con mi conciencia tranquila y muy contento. Me dediqué a servir al pueblo y lo hice con mucho amor, y se puede gobernar bien cuando se tiene como propósito el servir al pueblo. Eso es lo mejor y esa es una gran satisfacción», dijo recientemente en una de sus más de mil conferencias en Palacio Nacional.

Más allá de la percepción ideológica o partidista, Andrés Manuel López Obrador fue congruente a lo largo de sus más de 50 años de carrera política. Alguien que se formó como luchador social entre la pobreza de los chontales en Tabasco, como Presidente de la República priorizó a los más pobres.

Dulce Olvera
Reportera de temas de crisis climática, derechos humanos y economía. Egresada de la FCPyS de la UNAM.
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