El ambiente en Álvaro Obregón 286 de la colonia Roma a semana y media del sismo es desolador: familiares de los desaparecidos del edificio de seis pisos que se desmoronó en cuestión de segundos el 19 de septiembre pasado, rescatistas, policías y voluntarios usan cubrebocas. En el aire ya se respira un olor a muerte. Las familias en el lugar se van reduciendo poco a poco ante la entrega de cuerpos que en los últimos días ha acabado con la esperanza de vida en el lugar.
Los escombros se imponen como el primer día ante los ojos de los familiares que quedan y esperan noticias cansados por vivir a la intemperie noches frías, madrugadas lluviosas y días grises, como el de viernes 29 de septiembre.
Ciudad de México, 29 de septiembre (SinEmbargo).– A 10 días del sismo de 7.1 grados que dejó cientos de personas muertas en la Ciudad de México y otros estados del país, el ambiente en el edificio de Álvaro Obregón 286, en donde se estima que aún hay decenas de personas atrapadas, es desolador.
El silencio se ha apoderado de las inmediaciones al edificio colapsado, en un día nublado y frío. El tiempo continúa corriendo, y lo que hasta el fin de semana pasado era bullicio, movimiento, ir y venir de personas con alimentos, jóvenes solicitando a gritos herramientas, medicamentos y combustible para el rescate, ahora es lúgubre.
Los familiares se concentran en dos puntos: una carpa afuera del área acordonada y en otra al interior de la zona más cercana a los trabajos de rescate. La mayoría de ellos lucen cansados, muchos usan cubrebocas, pues ya se respira en el aire un olor a muerte.
Como las familias enteras que están frente a los escombros de lo que fue un edificio de seis pisos, y que parecen no cambiar y se erigen igual que el primer día, imponentes y retorcidos, frente a sus ojos; los policías, voluntarios y rescatistas que aún se encuentran en las inmediaciones de la zona cero, usan cubrebocas.
Al lado de las carpas se instaló un módulo fijo para vacunar a todas las personas que se encuentran en el lugar contra el tétano y, a pesar del ambiente que se respira, hay restaurantes, cafés y panaderías que están abiertos y venden alimentos.
Ninguno de los familiares que se encuentran afuera del área de los trabajos quiere hablar con la prensa. La respuesta es contundente. Prefieren no opinar nada y continuar con la espera. Las ojeras y los estragos de permanecer a la intemperie por semana y media ya se ven en sus rostros.
La mayoría de ellos han llevado sillas, catres y pasan las horas heladas de la madrugada y los días lluviosos debajo de una carpa, cobijados apenas con una manta.
Y aunque aún son varias las familias que están en Álvaro Obregón, hay muchos rostros que hacen falta y que en las primeras horas del rescate buscaban a sus hijos.
No se observa el rostro de la señora Guadalupe que con lágrimas en los ojos y angustia en la mirada mostraba la fotografía de su hijo Iván el miércoles 20 de septiembre, al día siguiente del colapso. Tampoco el de la señora María Concepción, ni Susana. Muchos se han ido, pero otros tantos permanecen.
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A LA ESPERA DE NOTICIAS…
Esperan noticias. La última información que se tuvo es que van 35 cadáveres rescatados de entre los escombros en los últimos días, pero de acuerdo con una lista no oficial que elaboran los familiares, y que cambia todos los días, en el interior hay aún decenas de personas desaparecidas.
A las 12 del medio día de hoy, en la carpa en donde se concentran varias familias había una lista actualizada al 28 de septiembre con 21 personas aún desaparecidas.
Pero ese listado, comenta una voluntaria, no es oficial, ni preciso.
“La van elaborando las familias. Puede haber más o menos, no sabemos, porque hay familiares que aún se están reportando, que no habían venido y que están llegando. No sabemos el número exacto”, dice una joven voluntaria.
En Álvaro Obregón aún quedan las carpas del voluntariado. Ahí se concentran alimentos, agua embotellada, algunos medicamentos, ropa y mantas.
Los voluntarios han improvisado un área de masajes para los rescatistas, brigadistas, voluntariado o familiares que necesiten sanar algún dolor muscular, o simplemente mitigar el estrés.