Darío, los padres y el hermano de Adrián, de 26 años, supieron que el joven, que trabajaba en este inmueble de oficinas, estaba bajo los escombros minutos después del sismo.
Atentos a las informaciones oficiales, Darío lamentó hoy que llegaran a sus oídos, por parte de gente movilizada en la zona cero, informaciones que alimentaban falsas esperanzas.
Por ejemplo, tras el rescate con vida de la jefa de Adrián, Diana Loana Pacheco, se les dijo que ella aseguraba que había 13 personas vivas bajos los escombros. “Y que Adrián estaba en este grupo”, afirmó Darío.
En estos primeros días, los más confusos, incluso se hicieron listas de personas “vivas” dentro del edificio, aparentemente por alguien que consideraban de la autoridad.
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Por Martí Quintana
México, 29 sep (EFE).- Las angustiosas horas frente a los edificios derrumbados, la información a cuentagotas y el protocolo de entrega de cuerpos de sepultados por el terremoto en México causó perplejidad y enfado en muchos familiares, denunció hoy a Efe Darío Hernández, pareja de Adrián Moreno, fallecido en la tragedia.
“Nos mantuvieron con la ilusión de que Adrián estaba bien desde el primer día”, aseguró este joven, de 27 años, que afirma que durante la semana de espera frente al edificio Álvaro Obregón 286 de la Ciudad de México, donde todavía puede haber decenas de sepultados, mantuvo la esperanza y creyó en las autoridades.
El terremoto de México de magnitud 7,1 del pasado 19 de septiembre ha dejado al menos 345 fallecidos, 206 en la capital.
Darío, los padres y el hermano de Adrián, de 26 años, supieron que el joven, que trabajaba en este inmueble de oficinas, estaba bajo los escombros minutos después del sismo.
Atentos a las informaciones oficiales, Darío lamentó hoy que llegaran a sus oídos, por parte de gente movilizada en la zona cero, informaciones que alimentaban falsas esperanzas.
Por ejemplo, tras el rescate con vida de la jefa de Adrián, Diana Loana Pacheco, se les dijo que ella aseguraba que había 13 personas vivas bajos los escombros. “Y que Adrián estaba en este grupo”, afirmó Darío.
En estos primeros días, los más confusos, incluso se hicieron listas de personas “vivas” dentro del edificio, aparentemente por alguien que consideraban de la autoridad.
“Nos hablaron incluso de dos burbujas de calor. Donde supuestamente había gente viva”, explicó.
Los familiares se repartían entre quienes estaban en la zona del derrumbe y quienes acampaban algo más alejados, fuera de las vallas, a quienes les informaba un civil, que fungía como portavoz no oficial, lo que también provocó posibles errores y distorsiones de comunicación.
La información era cada vez más espaciada, se hablaba incluso de “inconsistencias”, y a ello se sumaban las incesantes noticias falsas y rumores procedentes de redes sociales y medios de comunicación, que minaron los ánimos.
“Se hablaba de que quedaban solo tres con vida. O que entraría maquinaria pesada (a remover escombros). Les tuvimos que decir a quienes nos mandaban esto que pararan. Nos ponían más nerviosos”, recordó Darío, que con la familia de Adrián decidieron escuchar solo información oficial.
Llegó el fatídico lunes, cuando encontraron a Adrián sin vida, uno de los más de 20 cuerpos recuperados en este edificio.
Darío se enteró por un amigo suyo, quien en apoyo a la familia reportó el caso en Locatel -un centro de contacto capitalino de las autoridades- y llamó para decirle que el cuerpo estaba en el Instituto de Ciencias Forenses (Incifo).
Para la familia, el ‘shock’ fue absoluto. Ellos seguían frente al edificio derrumbado cuando Adrián llevaba horas en este centro.
“El cuerpo estaba irreconocible. (…) Adrián recibió un fuerte impacto el día uno y falleció ese mismo día”, les contaron los forenses tras identificar el cadáver.
Mientras estaban en ese recinto, llegó otra familia y los mismos forenses les dijeron que el cuerpo llevaba ahí tres días, agregó Darío.
Aunque consideró que faltó rapidez, el joven no criticó las labores de rescate ni la entrega de los rescatistas, que llegaron de Israel, Japón o España.
Pero sí lamentó lo que considera una pésima información por parte de las autoridades, que solo causó más dolor, y no descarta tomar acciones legales.
Otros familiares de sepultados denunciaron una situación parecida. Y el pasado martes manifestaron al subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa, su impotencia ante lo que consideraban hermetismo, incluso amagaron con irrumpir en la zona cero.
“El protocolo nunca se cumplió”, criticó Darío cinco días después de conocer la muerte de su novio, con quien llevaba casi dos años.
Pese al alud de quejas, el enlace con los familiares de las víctimas del sismo del Gobierno capitalino, Humberto Morgan, aseguró hoy a Efe que el protocolo “quedó establecido de manera muy precisa”.
Así, en esta minuta consensuada con los familiares, se acordó que los rescatados serían trasladados a hospitales cercanos, y los fallecidos serían reconocidos en el mismo lugar o, si eran difíciles de identificar, directamente en el instituto forense.
Incluso se estableció un banco de datos genéticos para poder lograr una identificación, aseveró. Además, dijo que eran los titulares del instituto forenses quienes hacían las llamadas, o en última instancia, personal de Locatel.
Morgan atribuyó esta reacción de los familiares a un “tema espantoso de redes sociales”, que encendieron los ánimos y “distorsionaron” la realidad.
“Es falso que no les diéramos elementos de información”, insistió.
No obstante, la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) acudió a Álvaro Obregón 286 y otros sitios afectados para investigar si se produjeron delitos federales o violación a derechos humanos.
Ello con el fin de vigilar que “no se revictimice a las y los familiares que están a la espera de información”, explicó el organismo. EFE