JARAMAR, CANTAUTORA “ENTRE LA PENA Y EL GOZO”

29/09/2013 - 12:00 am

“La prima vez ke te vidí de tuz ojos me’namorí, de akel momento te amí, fina la tomba te amaré”. (Anónimo sefardí)

Cuando una mujer como Jaramar te dice: “Cuando empecé a cantar, sucedió algo que yo no tenía calculado, empecé a existir. La música fue el puente para que pudiera comunicarme con el resto del mundo”, lo sientes, le crees, la escuchas.

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Foto: José Antonio Cruz / sinembargo.mx

Una confesión con un significativo trasfondo para ella. Siendo una niña se encontraba sumida, absorta en la escuela, en los libros y en las clases de baile, su primera profesión. En su vida no sucedía otra cosa.

“Era insegura, seria, callada, mis habilidades sociales eran limitadas. Me costaba mucho trabajo establecer un vínculo entre los otros y yo. Leía todo el tiempo, yo creo que era lo que llenaba ese vacío”, como hija única.

LEE-MASJaramar estudiaba la carrera de danza en Bellas Artes, pero a pesar de haber entregado toda la disciplina y rigor físico que le exigía la especialidad supo que esa no era su verdadera vocación. “Llegó un momento que dije no. Ya me habían regalado una guitarra y todo lo que yo volcaba en tratar de encontrarle razón a bailar lo descubrí en la música de una manera natural”.

Una vez arriba del escenario fue que pudo abrirse al mundo y por fin sentirse indubitable, además lo hizo de una forma singular, con una música cargada de una lírica intensa y ricos sonidos que no dejan de sorprender en esta artista que siempre se ha caracterizado por su sensibilidad y su atrevimiento al mezclar géneros, instrumentos y poesía.

Además de cantautora, Jaramar es pintora, escultora e ilustradora de libros y esto se refleja directamente en su manera de abordar la creación artística. Ella ya ha dicho que sus canciones las concibe como “pinturas sonoras” y que cuando pinta está creando “canciones visuales”, en ambos casos contando historias a través de imágenes, melodías y textos muy personales.

Jaramar quien se considera tapatía por adopción, inició su carrera como solista con su primera producción Entre la Pena y el Gozo, editado por Grabaciones Lejos del Paraíso en 1993. Desde entonces su trabajo se ha caracterizado fundamentalmente por canciones de amor, entre las que hay cantos judíos sefardíes y otros que provienen de textos virreinales, la lírica del Siglo XV, para después convertirse también en autora de sus más recientes composiciones.

Para celebrar estos veinte años, su primer disco regresa a los estantes de las tiendas y a los escenarios con una edición remasterizada bajo el sello de Intolerancia, su actual casa discográfica, así como un concierto estelar en uno de los teatros más bellos y emblemáticos de la Ciudad de México, el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, el próximo 26 de octubre.

Este es un aniversario importante pues no solamente celebra el inicio de su carrera solista y la reedición de uno de los discos más significativos de su discografía, sino que también es la invitación para revisitar el repertorio que ha sido fuente importante y constante de inspiración para Jaramar.

En entrevista con SinEmbargo SD, la intérprete nos devela un poco más de su vida y sus sentimientos Entre la Pena y el Gozo.

Foto: José Antonio Cruz / sinembargo.mx
Foto: José Antonio Cruz / sinembargo.mx

¿De dónde vienes Jaramar?
No se de dónde vengo yo en particular, pero seguramente vengo de un lado que esta directamente vinculado con esta tradición lírica que ha viajado y ha sobrevivido el paso de los siglos.

¿Cuándo fue que te decantaste por este tipo de música?
En algunos momentos medio en broma he dicho que en alguna encarnación pasada tuve que haber sido sefaradí o haber vivido en la España del siglo XIV porque cuando me encontré con estas canciones fue como si hubiera llegado a casa, eran perfectas y eran mías.

El encuentro con esta música fue totalmente accidental, en la década de los ochenta un amigo mío, director de teatro, y yo recién llegada de Guadalajara, me invitó a que montar un repertorio de canciones antiguas españolas para una obra, Ligazón, escrita por Ramón del Valle-Inclán.

Abordé esta música con total desconocimiento del tema, pero fue afortunado. Escogí anárquicamente las canciones que me gustaban, algunas de la cuales las he seguido cantando a través de los años.

Era muy curioso, porque uno podría pensar que eran canciones para personas cultas, para eruditos y nada que ver, esa fue la sorpresa, que me quedaban, que eran bellas, que eran frescas y vivas, que no eran material de museo.

¿Cómo descubriste tu talento?
Muchas de las cosas en mi vida han sido por accidente. Vengo de una familia de artistas, no de músicos o como decía mi padre “una familia que se dedicaba a las actividades insólitas”. Era gente vinculada a la danza y las artes plásticas. Se escuchaba música en mi casa, pero no era lo que estaba presente en mi infancia, estaban más presentes los museos, los cuadros o Bellas Artes cuando iba a ver bailar a mi madre.

Lo que sucedió es que mi abuela paterna era una maravillosa maestra de canto y me empezó a dar clases desde que tenía 9 años. Ella decidió. Dijo: “esa niña como que no canta mal hay que educarle la voz”. Era disfrutable, me la pasaba muy bien. Ella tocaba el piano, vocalizábamos las dos, me enseñaba canciones. Desde los 9 hasta los 19 años tomé clases con ella, hasta que me fui a estudiar fuera de México.

¿”Lloraba la niña”?
discoLa ausencia, la distancia. Este disco se llama Entre la Pena y el Gozo. Para mí el amor no existe si no hay desamor. Tomamos consciencia de la presencia de alguien porque tememos su ausencia. O cuando vivimos su ausencia, la añoranza.

Lloro por muchas cosas, pero también me río mucho. Lloro en el cine, cuando me acuerdo de cosas, hay canciones que me hacen llorar cuando las canto. “Lloraba la niña” es una canción con la que lloro. Esta canción es un poema de Luis de Góngora. El contenido poético de una canción es tan importante como su melodía. Es una canción que conocí en boca de Paco Ibáñez. Fue un atrevimiento mío quererla grabar, pero mi versión es muy diferente a la de Ibáñez.

¿Qué es un “Día placentero”?
Yo vivo en un Universo muy privado y personal normalmente. Para mí es muy importante en el entorno en el que me desenvuelvo. Adopté Guadalajara como mi lugar de residencia precisamente porque es placentero, porque el aire y la luz son bonitos. Y porque ahí tengo un espacio (que es mío, que es mi universo personal, aún cuando he vivido fuera.

Foto: José Antonio Cruz / sinembargo.mx
Foto: José Antonio Cruz / sinembargo.mx

¿Cuál ha sido tu pena más grande?
Gente que he perdido, que ha sido fundamental en mi vida. Pero la pena más grande fue cuando murió mi madre, indudablemente. Es algo que tal vez se va dulcificando con el tiempo, además murió joven y no sabes qué hacer. En mi caso es la pérdida de alguien más.

¿Y tu gozo?
Ha sido el nacimiento de mis hijos. Tenía claro que quería ser mamá. Lo primero que me dijeron mis padres cuando me embaracé: “¿Y qué vas a hacer con tu trabajo”. Les respondí que mi hijo me iba a acompañar en el mundo. De hecho, mi hija Elena tenía siete meses cuando se fue de gira conmigo. En mi primer y segundo embarazo siempre estuve grabando en el estudio, así que han vivido esto desde adentro. Han vivido las grandes alegrías de ser creador. Tengo una relación muy cercana con ambos. El tener una actividad artística no me aleja de ellos, aunque me he perdido cumpleaños, fiestas familiares; ellos saben de que se trata esto.

Jaramar tiene una voz y estilo únicos que quien la escucha es como si estuviera apreciando una obra de arte. No por nada, define su música como “pinturas sonoras”.

DISCOGRAFÍA SOLISTA

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