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Ricardo Ravelo

29/08/2024 - 12:03 am

Los submarinos de “El Mencho” para traficar fentanilo

"Los tentáculos de 'El Mencho' han alcanzado una extensión territorial sorprendente; por ello, es el segundo cártel más poderoso, después de Sinaloa, que tiene presencia en cien países".

"De acuerdo con la DEA, controla puertos y aduanas en esos tres continentes y, con el apoyo de sus socios los colombianos, utiliza un medio de transporte sigiloso y eficaz: los submarinos". Foto: Cuartoscuro.

El jefe del llamado cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho” o “El Señor de los Gallos”, se ha hecho de una flotilla de submarinos para traficar fentanilo a Estados Unidos y otros países. Además de ser el rey del huachicol en México, el capo oriundo de Michoacán se apresta a convertirse en el mayor exportador de fentanilo, el cual proceso en México con precursores químicos traídos de Asia. Y esta expansión, de acuerdo con informes de la DEA, ocurre ahora que el cártel de Sinaloa cayó en crisis interna tras las capturas o entregas pactadas de Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López, actualmente bajo juicio en Estados Unidos por diversos delitos ligados a la delincuencia organizada.

 Armados en astilleros colombianos, Nemesio Oseguera ya dispone de una flotilla de transporte marítimo para mover diversas drogas, entre otras, fentanilo, la sustancia de moda en Estados Unidos conocida como “el opiáceo de la felicidad” aunque haya causado la muerte de más de cien mil adictos en los últimos tres años.

Se trata de una flotilla de submarinos que utiliza, de acuerdo con información de la DEA –la agencia antidrogas norteamericana –para mover cargamentos a varios continentes.

La DEA le sigue los pasos a Oseguera Cervantes, “El Mencho” y ha ubicado al jefe del cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) en tres continentes: Asia, África y Europa. Hasta esos territorios llegan sus tentáculos y redes con los que ha podido invadir esos mercados con drogas sintéticas, particularmente fentanilo.

Conocido como “El Señor de los Gallos” –es aficionado a los palenques y a las apuestas –Oseguera Cervantes se apropió de esos mercados boyantes, además del de  Norteamérica, mediante el tráfico de drogas por la vía marítima.

De acuerdo con la DEA, controla puertos y aduanas en esos tres continentes y, con el apoyo de sus socios los colombianos, utiliza un medio de transporte sigiloso y eficaz: los submarinos. Se trata de aparatos que pueden transportar hasta tres toneladas de droga y son construidos en astilleros improvisados en Colombia. También utiliza el comercio marítimo para sus fines ilegales.

Así, los tentáculos de “El Mencho” han alcanzado una extensión territorial sorprendente; por ello, es el segundo cártel más poderoso, después de Sinaloa, que tiene presencia en cien países.

CNJG, un cártel poderoso

Tan pronto se entronizó como jefe del cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), Nemesio Oseguera se desprendió del cártel de Sinaloa –no sin entrar en guerra con ese grupo criminal –y selló una alianza con su cuñado, Abigael González Valencia, El Cuinis, líder del cártel del mismo nombre, quien ayudó a El Mencho introducir cuantiosos cargamentos de cocaína a México y Estados Unidos a bordo de submarinos.

De hecho, fue el primer capo que se dio a conocer en el mundo criminal utilizando naves sumergibles que eran enviadas desde Colombia hacia México y que lo mismo eran descargadas en costas del Caribe que en las del Pacífico. Luego, en lanchas rápidas, ponían el cargamento a salvo para después enviarlo al mercado estadunidense en barcos portacontenedores, según ellos, el medio más seguro.

El poder que ha acumulado el CJNG y El Mencho se debe, en buena medida, a la capacidad que mostró a partir del año 2008 y hasta el 2015 el cártel de Los Cuines, pues para el gobierno de Estados Unidos este grupo criminal tuvo en ese momento más poder que el propio cártel de Sinaloa. Y eran aliados de El Mencho.

Un agente de la DEA dijo en 2015 que Los Cuines eran el cártel más rico del mundo; lo expuso en el momento en que la agencia antidrogas norteamericana y otros órganos de inteligencia sumaban fuerzas para investigar a este cártel mexicano, sus alianzas, sus mercados y su poderío económico. Su conclusión en ese momento no dejó lugar a dudas: eran más poderoso que Sinaloa, pero curiosamente no atraían los reflectores nacionales ni internacionales como ocurría entonces con el grupo criminal encabezado por Joaquín El Chapo Guzmán.

Este diagnóstico del cártel de Los Cuinis no era visto por las autoridades mexicanas con el lente de aumento con el que lo miraba la DEA. Incluso, el 28 de febrero de 2015, cuando fue detenido el jefe de esta banda, Abigail González Valencia --El Cuini --la Procuraduría General de la República desconocía que habían capturado al capo “más rico del planeta”, de acuerdo con el perfil criminal y económico realizado por la agencia antidrogas de Estados Unidos.

González Valencia, en efecto, había sido detenido en Puerto Vallarta, Jalisco; su captura fue producto de un operativo conjunto realizado entre la Marina, Policía Federal y PGR. La caída de este capo fue festinado por el gobierno de Estados Unidos. Y tenían razón:

Los Cuinis son los dueños caso absolutos del mercado europeo y asiático de las drogas –dice el diagnóstico de la DEA –que detectó la alianza de este cártel con la organización encabezada por Nemesio Oseguera, de ahí que éste último haya alcanzado tanto control y poder dentro y fuera de México.

El diagnóstico de la DEA amplió todavía más su visión sobre el jefe del cártel de Los Cuinis:

El Cuini y sus hermanos, cinco en total, son los narcotraficantes más ricos porque venden más cocaína y metanfetaminas a Europa y las autoridades europeas no han logrado confiscarles casi nada de dinero ni de drogas. Esto quiere decir que sus ganancias son cuantiosas, cercanas al cien por ciento”.

Abigael González Valencia –según los informes de la DEA –fue el responsable de traer a México a guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para entrenar al equipo de sicarios del CJNG.

Lo anterior fue confirmado por uno de los socios de El Mencho, Óscar Nava Valencia, El Lobo, tras ser capturado en 2009. Ante las autoridades estadunidense declaró que integrantes de la guerrilla colombiana proporcionaron adiestramiento militar a sicarios del CNJG entre 2010 y 2012, antes de que las FARC aceptara las conversaciones de paz y cese al fuego en Colombia.

Y añadió:

“Yo también sabía que Abigael González tenía conexiones con las FARC y que se aprovechó de las mismas para traer al menos cuatro combatientes de las FARC para entrenar a los integrantes del CJNG y Los Cuinis en técnicas de fabricación de bombas y asesinato.

Este testimonio resultó clave para que Estados Unidos ordenara el arresto de Abigael González Valencia, pues otras fuentes confirmaron no sólo su poderío en materia de introducción de drogas a varios países del mundo sino sus vínculos con la guerrilla colombiana, lo que favoreció en todo a “El Mencho”, sobrevivientes de aquella redada internacional.

El testimonio de El Lobo tuvo varios efectos y sirvió para abrir nuevas líneas de investigación: por ejemplo, sirvió a las autoridades estadunidenses para documentar la relación de Los Cuinis con el CJNG y narcotraficantes colombianos.

Entre otros nombres salieron a relucir el de Diego Pérez Henao, identificado por las autoridades colombianas como “Diego Rastrojo”, quien encabeza a las Rondas Campesinas Populares o “Los Rastrojos”, un grupo armado que sirvió como brazo ejecutor del Cártel del Norte del Valle de Colombia.

No es todo: Según el testimonio de El Lobo, Pérez Henao –“El Rastrojo” –fue quien enlazó a Abigael González Valencia con su principal proveedor de cocaína en Colombia: El Cártel de Cali, en otro tiempo representado por el legendario Pablo Escobar Gaviria.

En el año 2000 las autoridades estadunidenses tuvieron informes confidenciales de que El Cuinis –socio de El Mencho –movía entre mil y dos mil 500 toneladas de cocaína de Colombia a México cada trimestre.

“El Rastrojo” fue capturado, después de una larga carrera criminal, el 3 de junio de 2012 en Barinas, Venezuela, y ese mismo año El Lobo Valencia se declaró culpable de narcotráfico en Estados Unidos.

El lobo declaró pormenores de cómo transportaban la droga desde Colombia hacia México. E aquí el modus operandis:

“En 2006 y 2007 invertí en tres cargamentos de drogas cuyo traslado de Colombia a México operó Abigael González Valencia. Cada uno era de 1,500 kilos y todos llegaron a buen puerto.

“González Valencia era el encargado de coordinar con el proveedor colombiano la cocaína. “Los Rastrojos eran nuestro proveedores”, dijo.

Para sus servicios de transporte y venta, “El Lobo” se reunía personalmente con González Valencia en Guadalajara y le entregaba maletas repletas de dólares. Después El Cuinis se trasladó a la ciudad de México, desde donde despachaba los pagos a los proveedores colombianos.

De esta amplia relatoría sobre las operaciones de narcotráfico entre Los Cuinis, el CJNG y los cárteles Colombianos se desprenden otros episodios que implican en todas estas maniobras a Nemesio Oseguera, por aquel tiempo todavía sin gran notoriedad en el mundo criminal, pero con amplios movimientos en el mercado de las drogas.

Se consigna en dicho expediente que a mediados de 2007, “El Cuinis” y su cuñado, “El Mencho”, invirtieron junto con “El Lobo” en un cargamento de cocaína que salió de Colombia.

Relata “El Lobo”:

“La cocaína se estaba moviendo desde Sudamérica hasta México a bordo de una nave sumergible. El plan era que la nave viajaría hasta un punto predeterminado fuera de costa, donde varias lanchas rápidas se encontrarían con la embarcación y llevarían la cocaína hasta México.

“En aquella ocasión –prosiguió –todos perdieron su dinero porque las autoridades colombianas detectaron el submarino y los tripulantes prefirieron hundirlo antes que permitir la incautación”.

De acuerdo con los informes, esta operación fallida de El Lobo y “El Cuinis” era manejada a través de una ruta compartida. La droga también la cargaban en portacontenedores que eran enviados desde Colombia, pasaban por Panamá o Costa Rica y luego desembarcan en algún puerto mexicano, donde tenían todo arreglado para su entrega.

El testigo dijo que por esta vía transportaba un cargamento de droga cada dos o tres meses y nadie se lo impidió durante un lapso de dos años, por lo que después los narcotraficantes michoacanos siguieron el ejemplo transportando droga desde Guatemala pero en avión: cargaban entre 300 y 1, 200 kilos. González Valencia era el encargado de comprar la droga en Colombia.

En otros de sus testimonios “El Lobo· dijo que “el Cuinis” le propuso mover cocaína desde Panamá directo a Los Ángeles, California, en buques de contenedores.

Nava Valencia dijo que rechazó la oferta porque le pareció insegura, aunque luego reconoció que “El Cuinis” nunca tuvo problemas en esa ruta. El testigo fue capturado cuando preparaba el envío de tres mil kilos de coca a bordo de un avión con matrícula estadunidense. La operación se canceló.

El negocio entonces quedó en manos de “El Cuinis” y su cuñado “El Mencho” Oseguera. Y tras la captura de “El Cuinis”, Nemesio Oseguera se apropió del negocio negocio y no sólo eso: también se entronizó en el liderazgo del CJNG. Hoy es el amo y señor del narcotráfico y conoce como nadie las rutas por donde introducir drogas de Sudamérica a México y a Estados Unidos.

Desde hace por lo menos tres años, a “El Mencho” se le ha dado por muerto; se asegura que sufre de graves problemas renales que lo obligan a someterse a diálisis todos los días. En varias ocasiones lo han dado por muerto, pero ninguna autoridad  lo ha confirmado.

“El Mencho” sigue el afrente del CJNG y ya domina cuatro continentes: Africa, Asia, Europa y América. Y se asegura que ahora que el cártel de Sinaloa enfrenta severa crisis, el capo michoacano va por más. Quiere convertirse en el siguiente gobierno en el capo consentido del régimen. Y lo grave es que lo está logrando.

 

 

Ricardo Ravelo
Ricardo Ravelo Galó es periodista desde hace 30 años y se ha especializado en temas relacionados con el crimen organizado y la seguridad nacional. Fue premio nacional de periodismo en 2008 por sus reportajes sobre narcotráfico en el semanario Proceso, donde cubrió la fuente policiaca durante quince años. En 2013 recibió el premio Rodolfo Walsh durante la Semana Negra de Guijón, España, por su libro de no ficción Narcomex. Es autor, entre otros libros, de Los Narcoabogados, Osiel: vida y tragedia de un capo, Los Zetas: la franquicia criminal y En manos del narco.

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