Don Alfonso es un prestigiado artista y chamán originario de San Pablito, Pahuatlán. Los libros-códices de don Alfonso datan de 1975 —según una suerte de página legal escrita de su puño y letra—, y se encuentran, desde hace mucho tiempo, en los principales museos etnográficos y de arte del mundo. A lo largo de estas décadas, don Alfonso ha escrito un total de cinco códices, elaborados de manera artesanal sobre tiras de papel amate plegadas a manera de biombo y manuscritos con pluma, en diálogo con recortes de papel miniaturizados sobre temas chamánicos, mitológicos y terapéuticos.
Por Iván Pérez Téllez
Ciudad de México, 29 de agosto (SinEmbargo).- En un hecho poco usual, don Alfonso Margarito García Téllez, bädi otomí especialista en recortar cuerpos de papel para los espíritus, ha creado un nuevo libro-códice a propósito de la actual pandemia por COVID-19. Don Alfonso es un prestigiado artista y chamán originario de San Pablito, Pahuatlán. Por más de 60 años, él ha sido interlocutor de algunos de los más destacados antropólogos especialistas en la cultura otomí: Bodil Christensen, Jacques Galinier y, recientemente, Pierre Déléage, amazonista experto en el estudio del nacimiento de la escritura. Éste último, en el año 2018, editó una versión facsimilar, con traducción al francés, de los cinco libros-códice del curandero octogenario.
Los libros-códices de don Alfonso datan de 1975 —según una suerte de página legal escrita de su puño y letra—, y se encuentran, desde hace mucho tiempo, en los principales museos etnográficos y de arte del mundo: Musée du Quai Branly, The Metropolitan Museum of Art, New York y, por supuesto, en las colecciones del Museo Nacional de Antropología del INAH.
A lo largo de estas décadas, don Alfonso ha escrito un total de cinco códices, elaborados de manera artesanal sobre tiras de papel amate plegadas a manera de biombo y manuscritos con pluma, en diálogo con recortes de papel miniaturizados sobre temas chamánicos, mitológicos y terapéuticos. Sin embargo, su producción artística es incesante en virtud de que su economía familiar depende mayormente de su trabajo artístico. De esta forma, la innovación y experimentación han sido constantes en su labor.
Según él mismo relata, al inicio sólo vendía algunos recortes de los espíritus a quienes se interesaban en su labor ritual, pero a sugerencia de algún burócrata cultural, decidió elaborar de manera casi sistemática sus libros-códice, y escribir en ellos la explicación de ciertos rituales otomíes y el empleo de los recortes de papel amate —estas interpretaciones también las solicitaban los interesados no indígenas. Así surgieron los cinco libros.
No obstante, a lo largo de estas cuatro décadas, don Alfonso también experimentó con pinturas para dibujar a las divinidades otomíes, particularmente a la “Madre Tierra”, el “Dueño del Monte” o la “Sirena”, ya sea con pinturas acrílicas o utilizando residuos de la cocción de fibras vegetales con las que se elabora el papel amate, pero incluso aprendiendo a pirograbar este papel de raigambre prehispánico. Asimismo, con fines comerciales, don Alfonso ha modificado las dimensiones de los recortes miniaturizándolos o haciéndolos mucho más grandes que los de uso ritual.
La labor de “El Chamaco”, apodo que recibe don Alfonso en virtud de su vitalidad, es tan vigorosa y permanente que, independientemente del éxito comercial que alcance alguna de sus obras, él continúa innovando en su labor artística. Producto de esta potencia don Alfonso Margarito escribió el libro-códice Historia cubreboca para no entra Colorin, el sexto de sus libros-códices. Escrito en los primeros meses de este año –la página legal precisa el 25 de febrero 2021–, este libro es la consecuencia natural de una serie de ejercicios de traducción sobre el COVID-19 que tienen como destino la población no indígena, bocetados y plasmados en principio en una serie de pinturas. En estas pinturas don Alfonso describió los agentes patógenos de la pandemia: los aires nefastos y los diablos, proponiendo así una explicación cosmológica de los procesos salud-enfermedad desde una perspectiva otomí, en la cual el concepto de virus es ajeno a su nosología.
La creación del códice COVID-19 destaca de los anteriores libros porque parte de un procedimiento inverso al habitual (al menos en parte), pues don Alfonso primero ensayó en pinturas y después realizó los recortes, aunque los seres que aparecen existen ya en la cosmología otomí y poseen recortes, como es el caso del Diablo o Zithû. Así, utilizando los mismos textos que en las pinturas, don Alfonso logró crear este códice recortando los personajes principales en papel amate (el Rey de Japón, el Rey Chino, el Rey de África, todos ellos veneradores de animales salvajes y no de Cristo-Sol) y añadiendo algunos pasajes narrativos complementarios a las propias pinturas elaboradas inicialmente. El resultado es un códice –el primero que elabora no lo vende pues le llama la “copia”, dado que de ese original copiará los siguientes– que funciona como una explicación cosmológica de la terrible pandemia de COVID-19.
Cuando en marzo 2021 le pregunté a don Alfonso si había “corte” del COVID-19 me dijo que no, que había “pintura”; insistí y en algún momento le pregunté si habría libro, él me dijo: “Vamos a pensarle cómo”. Ahora tenemos ya ese ejercicio de pensamiento y traducción plasmado en un nuevo libro-códice. Sin embargo, a decir verdad, este nuevo libro carece de algún modo de la complejidad de sus libros ya clásicos pues se fraguó tanto al calor de la propia pandemia como en la inmediatez e incertidumbre de ésta. Con todo, no deja de ser un libro interesantísimo y bello que muestra la capacidad creativa e interpretativa del mundo otomí ante los fenómenos contemporáneos.
A quinientos años de la caída de Tenochtitlan, el legado cultural indígena es innegable, continúa presente, vital y vigoroso en la vida indígena actual. Un ejemplo son estos libros-objeto que echan mano de recursos antiguos y contemporáneos. Escritos en papel de origen prehispánico, los libros de don Alfonso están a caballo entre la escritura y la oralidad (cada que se copia un libro surgen variaciones, no hay uno idéntico al otro), entre la narrativa iconográfica y la alfabética, fruto de un cuidadoso diálogo en la formación del texto, el diseño y la disposición de los recortes de papel miniaturizado, aspectos que se deben destacar del extraordinario trabajo de don Alfonso Margarito García Téllez. Finalmente, la aparición de este nuevo libro-códice representa y expresa la contundente vitalidad de una tradición chamánica que privilegia el diálogo, la interpelación e interpretación de los fenómenos globales y contemporáneos del mundo, desde una mirada profundamente divergente y única, pero igualmente válida y posible como la otomí.