La Ciudad de México guarda una historia en cada calle, barrio y edificio, desde leyendas y eventos históricos, hasta viejas anécdotas. La literatura ha plasmado estas historias y ficcionado otras más. Por ello, te presentamos cinco escritores mexicanos cuyas novelas se desarrollan en la capital.

Ciudad de México, 29 de agosto (SinEmbargo).- Conocida como la Ciudad de los Palacios, la Ciudad de México es una de las urbes más caóticas y pobladas del mundo, pero también de las más visitadas y fascinantes. Cada calle, barrio y edificio de esta metrópoli tiene una historia que contar, desde leyendas y eventos históricos, hasta viejas anécdotas.

La literatura se ha encargado de plasmar varias de estas historias y ficcionar otras más. Por ello, en esta ocasión te presentamos una lista de cinco escritores mexicanos contemporáneos, cuyos cuentos y novelas se desarrollan en la capital.

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¡Pinches jipis! Un caso para el comandante Conejero– Jordi Soler

La CdMx es un lugar hermoso, pero también complicado de habitar. El aire es denso, la violencia está a la hora, los traslados son eternos y viven millones de personas en poco espacio. En esta feroz y brutal ciudad, existe un policía rudo, de la vieja escuela, que se aclara la garganta con tragos de whisky.

Emiliano Conejero es un policía duro pero sentimental, quien junto a su séquito sigue obsesivamente la pista del “estrangulador de la media azul” a través de 25 trepidantes capítulos. Un misterio sin resolver, con enormes contrastes.

Jordi Soler cambia de registro y se adentra en el territorio de la novela negra. Con destreza, se sirve de los arquetipos del género para parodiarlo y homenajearlo al mismo tiempo. Esta es una novela vertiginosa, que secuestra al lector desde el principio y lo sumerge, sin remedio, en una sensación dominante: quiero más.

Te vendo un perro– Juan Pablo Villalobos

Teo, el narrador y protagonista de esta historia, es un hombre de 78 años con un apego enfermizo a la filosofía de Adorno, que afirma que «el arte avanzado escribe la comedia de lo trágico». Taquero jubilado, pintor frustrado con pedigrí –hijo de otro pintor frustrado–, sus mayores preocupaciones son llevar la cuenta de las copas que toma al día para extender al máximo sus ahorros, escribir en un cuaderno algo que no es una novela y calcular sus posibilidades de llevarse a la cama a Francesca, presidenta de la asamblea de vecinos, o a Juliette, verdulera revolucionaria, con las que constituye un triángulo sexual de la tercera edad.

En un ruinoso edificio, este grupo de ancianos pasa los días entre rencillas vecinales y tertulias literarias. Pero esta vida rutinaria se romperá con la irrupción de la juventud, encarnada en Willem –mormón de Utah–, Mao –maoísta clandestino– y Dorotea –la dulce heroína cervantina, nieta de Juliette–, en un crescendo de absurdos que arriba a un intenso clímax.

Esta novela hace un recordatorio del arte y la política en México los últimos 80 años, combinado con una fina sátira, entrelazando fragmentos del pasado y del presente y recorriendo los característicos edificios y barrios de la capital. Este es un intento por reivindicar a los olvidados, los malditos, los marginales, los desaparecidos y los perros callejeros.
Tras la excelente acogida de Fiesta en la madriguera y Si viviéramos en un lugar normal, Juan Pablo Villalobos se confirma con su tercera novela como un narrador imprescindible, con una voz personal y un sentido del humor muy singulares.

Llamadas de Ámsterdam– Juan Villoro y Alejandro Magallanes

Enfundado en su pesado gabán, Juan Jesús, protagonista de esta historia, deambula bajo la lluvia por una de las más emblemáticas y hermosas zonas de la capital: la calle de Ámsterdam en la colonia Condesa. Como telón de fondo tiene bares, coches, teléfonos y el movimiento de la ciudad. Una magnífica historia de amor, o más bien de cuando el amor termina y el protagonista se queda con la melancolía de los recuerdos de su apasionado romance.

El vértigo de todo ímpetu amoroso, la precisión de los silencios, un humor sutil y carismático, una atmósfera que captura la elegancia del desasosiego. Juan Villoro condensa en estas páginas los elementos de una escritura que ha sabido producir más de un clásico contemporáneo. La vitalidad que esta breve novela mantiene en el gusto de los lectores a diez años de su publicación lo confirma. Este es sin duda uno de los libros más entrañables del catálogo de Almadía.

Ciudad Fantasma: Relato Fantástico de la Ciudad de México (XIX-XXI)– Bernardo Esquinca y Vicente Quirarte

Esta antología de leyendas urbanas le invita a descubrir los rincones secretos de la Ciudad de México, donde hay acontecimientos combinados con la ciencia ficción que le dejarán sin palabras. Quirarte investiga las entretelas artísticas e históricas de la capital y Esquinca cuenta los horrores que se esconden detrás de las fachadas antiguas del Centro Histórico.

Unos dicen que proviene de tiempos prehispánicos, otros, que su aparición anunció el término del imperio azteca. Sin duda, la leyenda de “La Llorona”, una mujer desdichada que sufre un profundo dolor que ni la muerte puede borrar, es el relato eje de esta antología. Otros cuentos inician en la imaginación de las leyendas para arribar, a través de los años, a modernas historias de espantos y apariciones:

Un joven descubre que tras una extraña invitación a cenar se esconden revelaciones sorprendentes; un hombre escribe un cuento sobre los túneles del metro y pronto se ve atrapado por su propia ficción (después de leer este cuento verás el tren naranja con ojos de curiosidad); una pareja recorre de noche las calles del Centro Histórico, mientras recuerda las desgracias del terremoto y teme encontrarse a una anciana fantasmal y los habitantes de un futuro inhóspito intentan sobrevivir bajo los ruinas de la ciudad.

Bolaño antes de Bolaño: diario de una residencia en México– Jaime Quezada

A principios de los setenta, el escritor chileno Jaime Quezada vivió, casi dos años, en la casa de Roberto Bolaño, en la Ciudad de México. Bolaño era un muchacho de 18 años que había abandonado la escuela y que se pasaba día y noche leyendo y releyendo: de Kafka a Eliot, de Proust a Joyce, de Borges a Paz, de Cortázar a García Márquez. “Fumando y fumando, enojado siempre contra sí mismo o contra el otro o contra el mundo”.

Su lucidez de sismógrafo le permitieron a este destacado escritor chileno, ser un irreverente e iconoclasta en la literatura de su país natal, y de otras latitudes. Nadie se salva de la guillotina verbal o escrita, del gesto iracundo o irónico de Roberto Bolaño.

En su pluralidad de tiempo, memoria y época, este libro-testimonio es un homenaje fraternal y literario a un Roberto Bolaño que Quezada conoció en su “muchachez” y que, en sus palabras, sigue “admirativamente conociendo”. También estas páginas dan cuenta de dos culturas, Chile y México, que a pesar de sus distintos contextos, guardan similitudes.

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