Para el personal médico los cambios han sido un poco más drásticos debido a la facilidad con la que se contagia el virus y al poco espacio que hay en las cinco aeronaves en las que realizan los traslados.
Por Inés Amarelo
México, 29 de julio (EFE).- Con camillas cápsula, respiradores y limpieza extrema, la tripulación de las cinco ambulancias aéreas de la Secretaría de Marina buscar salvar vidas de pacientes de COVID-19 que trasladan a centros médicos en sus misiones por todo México.
Eduardo Vargas es teniente de navío de la Secretaría de Marina (Semar) y, aunque lleva 6 años realizando traslados de pacientes en ambulancias aéreas, siente especialmente satisfactorio poder ayudar a la población civil y enfermos por coronavirus.
“Es gratificante hacer este tipo de operaciones. Se apoya al pueblo mexicano, a toda la población en general sin ninguna inferencia en que sea únicamente un tipo de personas. (…) La Semar está para velar por el bienestar del pueblo mexicano en todo momento”, explicó este miércoles a Efe el piloto aviador.
Hasta el momento se han realizado 26 viajes en el denominado Plan Marina.
La ambulancia aérea es un servicio que presta la institución desde el año 2000 para realizar el traslado de personas con situaciones de salud delicadas y actualmente se trabaja en apoyo al sector salud mexicano ante la contingencia sanitaria por la COVID-19.
CAMBIOS EN EL PROTOCOLO
Aunque el teniente Vargas apenas tiene contacto con el enfermo, su trabajo cambió desde que iniciaron los viajes por la pandemia a finales de febrero.
Ahora las medidas de protección en cada vuelo son mayores y debe protegerse para salvaguardar su propia integridad y la del resto de la tripulación.
Para el personal médico los cambios han sido un poco más drásticos debido a la facilidad con la que se contagia el virus y al poco espacio que hay en las cinco aeronaves en las que realizan los traslados.
Lakhvir Singh Ortega es teniente de corbeta del servicio de sanidad naval y licenciada en enfermería. Ella disfruta de los traslados aéreos y se siente afortunada de tener la responsabilidad de mantener estables a los pacientes de un lugar a otro.
Su compañera Ariana Herrera, segundo maestre del servicio de sanidad naval y técnica en Enfermería, contó a Efe que las necesidades del paciente son diferentes en las alturas, por lo que su formación ha sido exhaustiva y siguen aprendiendo día a día también para protegerse a sí mismas.
“Es un poquito más complicado pero por eso tenemos el entrenamiento de la Armada de México como enfermera de vuelo. Tenemos que considerar cosas distintas, como la hipoxia (deficencia de oxígeno en la sangre), etcétera, porque son pacientes de COVID y es una enfermedad que afecta al sistema pulmonar. Podemos mantener al paciente estable de un lugar a otro”, detalló Ortega.
ADAPTADOS A LAS CIRCUNSTANCIAS
La cantidad de personas en vuelo depende de las exigencias del paciente: lo mínimo es piloto, copiloto, médico y enfermero, pero a veces también llevan un técnico que les ayuda a mover la camilla y dos miembros más de personal sanitario.
En todos los tripulantes persiste algo muy importante: la pasión por su trabajo, y es que, comentaron, es una labor que requiere dedicación, concentración y vocación.
“Es un privilegio y un honor poder participar apoyando y ayudando. Es una sensación muy gratificante aunque puede ser más pesado por protocolos más estrictos y que tenemos m{as responsabilidad porque hay que cuidar al paciente, al copiloto al piloto o desinfectar la aeronave”, añadió Ortega.
El Plan Marina cuenta con 5 aeronaves. Cuatro de ellas son tipo jet, dos de las cuales tienen espacio para transportar dos pacientes a la vez. La última es un avión king air en el que también caben dos pacientes pero que se utiliza para traslados más cortos y puede aterrizar en pistas más pequeñas que el resto.
Gracias a estos aviones consiguen recorrer distancias largas o medias en tiempos récord para así llevar de manera eficiente al paciente al lugar donde recibirá el tratamiento concreto que necesita.
El viaje más largo que pueden realizar dentro de México es desde Ciudad de México a Tijuana, en la frontera con Estados Unidos, en el noroccidental estado de Baja California, un trayecto que recorren en aproximadamente tres horas y media mientras que en automóvil serían más de 30 horas de camino.
Aunque son ya 26 los viajes realizados y todos han tenido características diversas, el piloto Vargas insistió en que para él todos los pacientes son iguales y hay que tratarlos “de la manera más individualizada posible”.
En los próximos meses la preparada tripulación de estas aeronaves seguirán ayudando a frenar la pandemia de COVID-19 que, según las cifras oficiales más actualizadas, contabiliza más de 400 mil casos y 44 mil 876 defunciones en el país.