Ciudad de México, 29 de junio (SinEmbargo).- Hizo un sombrerito en la final del primer mundial televisado. Mientras la pelota superaba al sueco Gustavsson, la grada se puso de pie con los sombreros cayendo por el impulso ante el asombro. Cuando la gravedad hizo su trabajo, Pelé empalmó el esférico y anotó un gol de antología. Un chico brasileño de 17 años coronaba una actuación histórica en 1958, cuando el futbol comenzaba ocupar lugares aún no explorados en la pasión de la gente.
La Selección Brasileña había sufrido la primera gran decepción de las muchas que el futbol daría al mundo a lo largo de la historia. El Maracanazo fue una tragedia nacional a mediados del siglo XX. La pelota tomó un significado distinto al resto del mundo en Brasil. No había país con mejores adeptos genéticos. Era el juego alegre su bandera ante los europeos disciplinados en el orden y táctica. Dos frentes tipo guerra fría se disputaban la hegemonía del deporte más popular del mundo.
Tras el mundial suizo en 1954, la coherencia en la distribución ponía al continente americano como sede de la sexta copa del mundo. Sin embargo, en las votaciones se impuso las buenas instalaciones que los escandinavos tenían para albergar la justa. Un factor que se fue repitiendo con los años, haciendo que FIFA prácticamente gobierne al país designado como organizador tres años antes para cumplir con las estrictas normas que el organismo requiere.
Todos esos males burocráticos que ensucian a la pelota, comenzaron en el mundial de Suecia. La FIFA vio como la realidad superó las expectativas. Los estadios quedaban chicos para la cantidad de gente hambrienta por ver jugar a los nuevos héroes de pantalón corto que con goles dominaban el ambiente. Esos inconvenientes se magnificaron con el primer futbolista distinto al resto. Un poseedor de sutilezas artísticas en forma de regate, provocó un parte-aguas en la forma de entender el juego.
Edson Arantes do Nascimento era un chico precoz que cambió esa pasión naciente para siempre. El primer gran ídolo global fue él. Su estilo de juego dignificaba lo que Brasil quería mostrarle al mundo. La magia en el toque con la mente dispuesta a ganar lo que tuvieran enfrente. Estocolmo vio como O´Rey comenzaba su periplo en el futbol para dominarlo. El día de la final, los brasileños se midieron a los locales que tenían a su gente pendiente. La disputa entre los dos continentes tenía un nuevo capítulo. Garrincha, Vava y Pelé, estaban listos.
A pesar de empezar perdiendo, el juego vertiginoso brasileño pudo más que el orden táctico sueco. Pele anotó dos goles en aquella final mítica. Brasil ganó su primer mundial de cinco que lograría en la historia de los mundiales. Una historia que comenzó con una tragedia en Rio de Janeiro, ha coronado un estilo de juego dominante del balón ante la admiración del resto del mundo intentando emular. Algunos lo lograron más tarde. Pero desde aquella Copa de Suecia en el 58, hasta la de México en el 70, Brasil tuvo el mundo pendiente de sus pies con la excepción inglesa en su campeonato del 66. Hace 55 años, todo comenzó. Pele lloraba abrazado de sus compañeros mientras la gente aplaudía sonriendo, el futbol no fue el mismo desde entonces.