Erica Alfaro encontró la manera de expresar a sus padres su agradecimiento con una serie de fotografías en los campos donde ellos pasaron largas jornadas para que ella pudiera estudiar.
California, 29 de mayo (Vanguardia).– Una joven universitaria hija de padres migrantes decidió celebrar su graduación y agradecer el apoyo recibido por ellos con una sesión de fotos en los campos de tomate del Valle Central de California.
A falta de palabras precisas, la estudiante Erica Alfaro encontró la manera de expresar a sus padres su agradecimiento con una serie de fotografías en los campos donde ellos pasaron largas jornadas para que ella pudiera estudiar.
Erica recuerda cómo las palabras de su madre la motivaron a regresar a la escuela tras haberla abandonado a los 15 años por quedar embarazada.
“Un día le dije a mi mamá que estaba muy cansada y ella me dijo: ‘Así será la vida a partir de ahora. Las únicas personas que tienen que pasar por esto no tienen una educación’. Esas palabras se quedaron conmigo”, dijo a CNN.
Fue así que la joven llegó a culminar sus estudios en la Universidad Estatal de San Diego el pasado 19 de mayo con una maestría en educación y especializada en consejería.
Pero Erica no olvida que este gran logro es fruto de los sacrificios de sus padres. Es por eso que decidió realizar la sesión en los campos de tomate de Valle Central, donde ellos trabajan.
En las fotos se observa a la joven feliz y vistiendo su toga, acompañada de sus padres, que con gesto de orgullo visten su ropa de trabajo. Atrás están los campos de tomates.
“Con amor, dedico mi maestría a mis padres. Su sacrificio por venir a este país para darnos un mejor futuro sí valió la pena”, escribió la joven.
Si bien Erica Alfaro nació en Fresno, California, recuerda que debía cruzar cada día la frontera para asistir a la escuela debido a que vivía en Tijuana, hasta que a los 13 años se mudó a Oceanside junto a su familia en un apartamento de una habitación donde habitaban 11 personas.
Años de trabajo duro y esfuerzo invirtieron sus padres, quienes nunca pudieron asistir a una escuela, para que su hija tuviera una vida diferente.
Nacidos en Oaxaca y de origen mixteco, Teresa Herrera, de 51 años, y Claudio Alfaro, de 50, relatan que se conocieron en Estados Unidos después de haber emigrado por separado.
Erica Alfaro, su orgullosa hija, posa junto a sus padres en el campo, recordando el origen de los frutos del hoy, y esperando que su situación sea una fuente de inspiración para los miembros de la comunidad latina que viven una situación como fue la suya.