Ciudad de México, 29 de mayo (SinEmbargo).- Para Graham todo cambió un día de 2004. Esa mañana despertó y se sintió como si estuviera muerto. Esto no hubiera sido noticia si no fuera porque este sujeto fue víctima de una extraña enfermedad llamado Síndrome de Cotard o “síndrome del cadáver caminante”, que hace que la gente crea que está muerta o que se ha convertido en un muerto viviente.
El caso de Graham trasciende debido a que se difundió que luego de casi una década de sentirse como un zombie, por fin se curó, publicó The New Scientist en su columna Mindscapes.
En el artículo que fue titulado como la “Primera entrevista con un hombre muerto”, Graham narra la manera en la que este sujeto estaba plenamente convencido de carecer de vida.
No obstante, logró recuperarse de su condición luego de meses de terapia y ayuda por parte de investigadores de la Universidad de Exeter, tras lo cual logró decir “ya no siento mi cerebro muerto”.
“Cuando estaba en el hospital les decía que los comprimidos no se me iban a hacer ningún bien me porque mi cerebro estaba muerto”, dice el sujeto que desde hace nueve años padeció la extraña enfermedad también conocida como delirio de negación o delirio nihilista.
De acuerdo con el sitio, Graham perdió el sentido del olfato y del gusto, por lo que dejó de comer, fumar e incluso hablar. Eso sin contar que llegó el momento en que pasaba sus días en un cementerio porque era “lo más cerca que podía llegar a la muerte.”
las personas que sufren el Síndrome de Cotard llegan a creer que ellos o partes de su cuerpo han dejado de existir. En el caso de este paciente, era su cerebro el que él pensaba que estaba muerto y llegó a creer que él mismo lo había matado.
Víctima de una depresión severa, Graham trató de suicidarse al introducir un aparato eléctrico conectado mientras se daba un baño. Ocho meses después fue cuando le mencionó a su doctor que pensaba que su cerebro estaba muerto o, por lo menos, extraviado.
“Es difícil de explicar”, dijo. “Sólo sentía como si mi cerebro no existiera más”, agrega. Por su parte, los doctores encontraron que era imposible razonar con su paciente, pues no importaba que este hablara y respirara; para él la idea de que su cerebro estaba vivo no era aceptable.
“Sólo lograba fastidarme. No sabía cómo podía hablar o hacer otra cosa sin cerebro, pero en lo que a mí correspondía yo no tenía uno”, dice Graham.
De acuerdo con Steven Laureys, de la Universidad de Lieja, que investigó su caso junto con otros científicos, manifestó nunca haber visto a nadie que estuviera de pie, que estuviera interactuando con la gente, con un resultado tan anormal en la exploración.
El experto que ha estudiado casos similares durante 15 años, dijo que el caso de Graham sin duda se trató de algo extremo. “La función del cerebro de Graham se asemeja a la de una persona durante la anestesia o el sueño”.
Según los expertos, el Síndrome de Cotard es una de las enfermedades más raras del mundo, que únicamente afecta a pocos cientos de personas en el mundo, pero que imposibilita recuperar por completo todas las facultades mentales. En este caso, Graham puede considerarse afortunado.