Personas detractoras de las vacunas en Estados Unidos y en otras partes del mundo realizan afirmaciones falsas sobre la vacuna de la COVID-19; desde que se usará para implementar chips en las personas, hasta que el nuevo coronavirus es una excusa para obligar a las personas a vacunarse.
Por David Klepper y Beatrice Dupuy
Nueva York, Estados Unidos, 29 de abril (AP).- Faltan meses, si no años, para que haya una vacuna contra el coronavirus, pero ya hay varios sectores que promueven desinformación que podría minar la confianza en lo que sería seguramente la mejor herramienta de que dispone la humanidad para derrotar el virus.
Los detractores de la vacuna en Estados Unidos han hecho numerosas afirmaciones falsas en las últimas semanas, incluida la de que Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas del país, está obstruyendo otras curas para beneficiar a los fabricantes de la vacuna. También se ha dicho que el fundador de Microsoft Bill Gates quiere incorporar microchips a las vacunas o que quiere sacrificar un 15 por ciento de la población mundial.
En Estados Unidos abundan desde hace tiempo los enemigos de las vacunas. Dicen que no son seguras, que generan otros problemas o hablan de teorías conspirativas disparatadas.
El movimiento está generando atención al asociarse con sectores que protestan vivamente las restricciones impuestas para evitar la propagación del virus. Profesionales del campo de la salud dicen que la desinformación podría tener consecuencias letales si hace que la gente opte por curas falsas.
“Solo una vacuna puede protegernos realmente de futuros brotes”, expresó Scott Ratzan, médico experto en la desinformación de la City University de Nueva York, y de la Universidad de Columbia. “¿Pero qué pasa si ese esfuerzo prospera y mucha gente decide no vacunarse o no vacunar a sus hijos?
Por más que las vacunas contra la poliomielitis, la viruela y el sarampión han sido muy beneficiosas, hay gente que rechaza la ciencia y desconfía de la medicina moderna y de los gobiernos. Otros dicen que la vacuna obligatoria viola su libertad religiosa.
Rita Palma, líder de una agrupación de Long Island, Nueva York, contraria a las vacunas llamada My Kids, My Choice (Mis hijos, mi decisión), asegura que las familias de su círculo no se vacunarán contra el coronavirus.
“A muchos de nosotros nos espanta la idea de que nos obliguen a vacunarnos”, expresó Palma. “Jamás optaría por vacunarme contra el COVID-19. No quiero que el Gobierno nos fuerce a mi comunidad y a mi familia a vacunarnos”.
Desde el inicio de la pandemia los escépticos han usado viejos argumentos para oponerse a la vacuna, como decir que no serán seguras o que el virus es algo intencional y que en la Internet hay patentes que lo comprueban.
Miles de muertes después, los opositores a la vacuna promueven tratamientos que no han sido aprobados, cuestionan a los expertos médicos y generan temor de que la vacuna será obligatoria. También han cuestionado la orden de permanecer en las casas.
“El coronavirus creó una tormenta de desinformación perfecta”, afirmó David A. Broniatowski, profesor adjunto de la facultad de ingeniería y ciencias aplicadas de la Universidad George Washington que ha publicado varios estudios sobre la desinformación en torno a las vacunas.
Ha habido protestas esporádicas relacionadas con las vacunas, promovidas desde grupos de Facebook que explotan viejos mitos y engaños. El más llamativo de los cuales es la teoría conspirativa de Gates, quien financia la búsqueda de una vacuna. El movimiento maneja la noción sin sustento de que Gates quieren instalar microchips con la vacuna en la gente o usarla para reducir la población mundial.
Robert F. Kennedy Jr., detractor de las vacunas que ayudó a popularizar la idea de que pueden causar autismo, dijo que el trabajo de Gates le da un “control dictatorial de la política mundial de la salud”. Roger Stone, ex asesor de Donald Trump, fue más lejos todavía en un programa radial de Nueva York al decir que Gates “y otros globalistas” usan el coronavirus para imponer “la vacunación obligatoria y la instalación de microchips en la gente”.
Estas teorías descabelladas pueden tener consecuencias en el mundo real. Los rumores falsos de que Gates esperaba ensayar una vacuna experimental en Sudáfrica tuvieron mucha repercusión después de que un medio grande los difundiese. Al punto de que uno de los partidos políticos envió una carta al Presidente sudafricano Cyril Rampahosa pidiéndole explicaciones sobre sus tratos con Gates.
La realidad es que Gates y su esposa están financiando la búsqueda de una vacuna en Filadelfia y Kansas City, no en Sudáfrica. También planteó la posibilidad de crear un banco de datos de personas inmunes al virus, no de implantar microchips.
Los expertos dicen que las vacunas no solo son seguras, sino que son vitales para la salud mundial.
El debate en torno a las vacunas ofrece caldo de cultivo a grupos que tratan de sembrar discordia en Estados Unidos. Rusia fomentó divisiones antes de las elecciones del 2016 y parece estar haciéndolo de nuevo.
Un informe de la Unión Europea dice que hay numerosas teorías conspirativas en medios rusos en inglés, incluida la agencia estatal RT, que dicen que se usaría una eventual vacuna para inyectar nanopartículas en la gente.