El árbol de jacaranda se reprodujo por casi toda la Ciudad de México y otros lugares al grado de considerarse como flor nativa del país.
Por Zoilo Carrillo Herrero
México, 29 marzo (EFE).- La hermosa y particular primavera morada que se vive en la Ciudad de México está en deuda con dos japoneses que a principios del siglo XX sembraron cientos de jacarandas en la capital mexicana, una herencia que todavía deleita las calles.
El tapiz morado que fabrica la Jacaranda mimosifolia, su nombre científico, se puede observar en la Ciudad de México en la última parte del invierno, finales de febrero e inicios de marzo, y durante toda la primavera, que comienza el 21 de marzo y finaliza el 21 de junio.
Fue en 1910 que Sanshiro Matsumoto dejó su Japón natal para ir en busca de su padre, Tatsugoro Matsumoto, quien en aquel entonces ya llevaba años siendo el jardinero favorito del dictador Porfirio Díaz.
Después del reencuentro y del estallido de la Revolución mexicana, que comenzó en 1910, padre e hijo comenzaron a plantar jacarandas por las calles de la ciudad.
Según recoge en un artículo el historiador Sergio Hernández, Matsumoto padre fue uno de los primeros emigrantes que arribó a México procedente del país nipón, justo un año antes de la primera emigración masiva de pioneros japoneses a Chiapas en el año de 1897.
Antes de llegar a México, vivió varios años en Perú, donde conoció a José Landero, un pudiente mexicano que, fascinado con el trabajo del japonés, lo invitó a México.
Tras realizar unos arreglos en la hacienda de Landero, no tardó en alcanzar cierta fama y reconocimiento por parte de la sociedad burguesa que habitaba la colonia (barrio) Roma en la época de Porfirio Díaz, quien gobernó el país durante 30 años.
Fue entre 1930 y 1932, ya con Díaz fuera del poder, cuando el maestro jardinero recibió la orden por parte del entonces presidente Pascual Ortiz (1930-1932) para que llenara la ciudad de cerezos japoneses.
No obstante, el paisajista decidió desobedecer y cambió el cerezo por las jacarandas, un árbol tropical de rápido crecimiento que puede llegar hasta los 20 metros de altura.
El árbol fue traído desde Brasil y en los viveros que gestionaban los Matsumoto es donde comenzó la crianza y proliferación de la especie.
La razón por la que el jardinero optó por México fue por su clima ideal -sin lluvias durante la primavera- para que este tipo de árbol creciese.
El árbol de jacaranda se reprodujo por casi toda la Ciudad de México y otros lugares al grado de considerarse como flor nativa del país, cuenta Hernández, autor del libro Una migración japonesa a México (2015).
El talento de los Matsumoto les llevó a tener un trato preferencial por parte de los presidentes de México e influyentes políticos.
Esto fue de gran utilidad cuando se desencadenó la persecución de las comunidades japonesas en el continente americano por parte del Gobierno estadounidense a raíz de su enfrentamiento con Japón en plena Segunda Guerra Mundial.
Padre e hijo se convirtieron en los representantes y gestores de la comunidad japonesa ante las autoridades mexicanas cuando el Gobierno ordenó la concentración de la población de origen japonés en la Ciudad de México y Guadalajara en el año de 1942.
Los Matsumoto instalaron en su hacienda de más de 200 hectáreas de superficie denominada El Batán, un albergue donde más de 900 emigrantes pudieron radicar durante aquella difícil situación.
Matsumoto padre murió en México en 1955 a la edad de 94 años dejando en México un legado que florece cada primavera.