Puntos y Comas

El Presidente aviva la hoguera del rencor social y es peligroso, dice el escritor Eugenio Aguirre

29/03/2019 - 9:30 pm

Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, se preocupa por avivar la hoguera del rencor social, y olvida la pobreza, la marginación y la miseria, dice el escritor Eugenio Aguirre, autor de Isabel Moctezuma.

Ciudad de México, 29 de marzo (SinEmbargo).– Eugenio Aguirre, novelista, cuentista y ensayista, se sienta junto a una ventana y enciende su cigarro. Hablará sobre su novela Isabel Moctezuma y sobre la polémica que generó Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, después de pedir que el rey de España y el Papa Francisco se disculparan por la conquista.

“En lugar de preocuparse por resolver el problema de la pobreza extrema, de la marginación, de la miseria de muchos conciudadanos, [AMLO] se está preocupando por atacar a lo que él llama “los fifís”, dividir al país en clases sociales, y avivar la hoguera del rencor social, que es sumamente peligroso, nocivo y retrógrada”, dice Aguirre. 

Eugenio es autor de más de 56 títulos. Varias de sus novelas han sido traducidas a otros idiomas. También ha dedicado mucho tiempo a enseñar a escritores.

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Eugenio Aguirre lleva todo el día dando entrevistas. Justo antes de hablar con SinEmbargo, el escritor realiza un comentario sobre los mensajes que intercambiaron los gobiernos de México y España durante la semana. Por eso la entrevista inicia ahí.

–¿Cuál es tu opinión sobre la polémica que generó Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, después de pedir disculpas al rey de España y al Papa Francisco?

–Pienso que es producto de la frivolidad de un personaje que nos gobierna. No tiene ideas, tiene ocurrencias. Es un ocurrente cotidiano. El adjetivo que yo podría utilizar para sus ocurrencias es estupidez’. Es un hombre ignorante e inocente. No le interesa más que su ego, la prepotencia que impone a través del puesto que detenta. Me da una profunda tristeza que un personaje así nos gobierne. Está, de alguna forma, destruyendo muchas instituciones, mucha infraestructura que nos tomó muchos años en desarrollar para tener un cierto progreso en el consenso mundial, y tener una economía más menos razonable para que los mexicanos puedan vivir con cierto decoro. Lo está destruyendo. En lugar de preocuparse por resolver el problema de la pobreza extrema, de la marginación, de la miseria de muchos conciudadanos, se está preocupando por atacar a lo que él llama “los fifís”, dividir al país en clases sociales, y avivar la hoguera del rencor social, que es sumamente peligroso, nocivo y retrógrada.

–¿Habrá Cuarta Transformación?

–Él inventa cosas. Esa es una ocurrencia que se le hizo. Dividió la historia de México en etapas. La historia no se comporta por etapas ni por ocurrencias de un fulano. La historia lleva su transcurso y no se puede hablar de etapas. Se siente con el poder para someter a todo el país a sus ocurrencias. No representa a nadie más que a él mismo.

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“A 500 años de la llegada de Cortés a México se publica esta edición conmemorativa de Isabel Moctezuma, novela en la que Eugenio Aguirre ha dado voz a Tecuichpo Ichcaxóchitl, hija predilecta del emperador, para recrear con la fidelidad de un experimentado cronista los pormenores de la vida cotidiana azteca antes de la llegada de los conquistadores españoles y los avatares de un encuentro que cambiaría la historia y daría origen al mestizaje iniciado por Gonzalo Guerrero”, reseña Grupo Planeta.

–Cerramos el paréntesis. ¿Por qué su libro es narrado desde la voz de Isabel?

–¿Por qué narrarlo desde la voz de una mujer? Porque ya era hora de que las mujeres tuvieran voz en la historia y en el relato. ¿Por qué Isabel? Porque ella, Tecuichpo Ichcaxóchitl, la hija predilecta del emperador mexica Moctezuma Xocoyotzin, tuvo acceso a mucha información que era privilegiada. Tenía contacto y relación con los mazeguales, la gente del pueblo. Los conocía y sabía qué hacían. Sabía cómo era su vida cotidiana, qué comían, cómo eran sus habitaciones, cuál era su vestuario, cuáles eran las festividades más importantes de la cosmovisión azteca o mexica. Sabía cómo era la vida en el Palacio, primero de su padre y después de su marido. Sabía cómo eran los jardines, cómo eran los zoológicos, cómo se surtía de alimentación el Tlatoani. Sabía cómo era la vida sexual de los mexicas, cómo era la relación hombre- mujer. Sabía cómo las mujeres tenían injerencia en las decisiones sociales de la corte.

–En los agradecimientos dices que este libro está destinado a todas las mujeres del país.

–Merecen monumentos enormes porque han cargado con el peso de los desaciertos de los varones durante siglos. Las mujeres mexicanas, como todas las del mundo, son grandiosas, son inteligentes, son sensibles. Son activas. Sostienen el estrato social. Merecen toda nuestra admiración y todo nuestro respeto. Había que darles voz. La historia oficial se olvidó de la existencia de las mujeres.

–¿Por qué la historia las olvidó?

–Por el machismo y la misoginia de las sociedades humanas. Siempre el varón ha dominado. Ha habido periodos de matriarcado importantes en la historia de las culturas centroeuropeas, sin embargo, siempre han dominado los varones. Los mayas tuvieron una reina, la reina Roja, en la época de Pakal.

–¿Por qué hacer ficción a partir de la historia?

–Más bien es incorporar la ficción al texto histórico. La novela permite la incorporación de la ficción, asociada a los textos duros de la realidad. Es una ficción que hay que manejar con oficio, con artificio, para que el texto no tenga baches ni pierda su fluidez, sino que el lector lo lea como si fuera verosímil, como si los elementos de la ficción hubieran estado presentes en la vida de los personajes que relatas. Es muy importante la incorporación de la ficción congruente, que es la ficción que se encadena con lo que se llama la realidad histórica, aunque debo decir que la realidad histórica no existe porque siempre ha estado sujeta a interpretaciones. Cuando lees sobre el imperio romano, lees lo que el escritor te está contando pero que no necesariamente fue así. Muchos de los textos son interpretaciones. No se pelea con la ficción, siempre y cuando la ficción esté bien manejada.

–¿Cómo le hiciste para que el discurso de Isabel se adaptara al actual?

–Si tú relatas utilizando los modismos lingüísticos de tus personajes, el texto se vuelve incomprensible y no cumple con la función de comunicar. Calcar los modos del habla de los personajes en un época determinada es una “burrada”. Aburrirás al lector. Puedes utilizar arcaísmos, ciertas estructuras narrativas del pasado, pero sin caer en el exceso, sólo para que el lector tenga el tono de los personajes en esa época. Uno tiene que hacer una traducción al lenguaje que se está hablando.

–Nos hablas del proceso de investigación.

–Este debe ser mi libro número 40 o algo así. Ya fue escrito con mucho oficio, con mucho trabajo precedente, con mucha precultura, con la lectura de muchos textos, con la visita a archivos. Todo eso te permite entramar un discurso narrativo que sea verosímil y accesible al lector contemporáneo, y que le trasmitas lo que vivían estos personajes en esa época.

–Un paréntesis fuera del libro. Uno de los planes para que la gente lea es bajar los precios de los libros.

–Los libros se pueden vender baratos si se hacen tirajes grandes. No se trata de destruir una institución como lo es el Fondo de Cultura Económica (FCE), ni de desvirtuarlo para la función a la que fue creado. Yo dirigí varias colecciones de libros en la SEP. En el periodo de Miguel de la Madrid, edité mil cien títulos como con cuarenta millones de ejemplares, entre estas colecciones las dos primeras series de lecturas mexicanas. Se agotaron. También hice una colección de cien títulos de libros, una colección que se llamó ¿Ya leíste? Tirábamos 20 mil ejemplares, los libros se pudieron vender en 5 pesos. Se agotaron.  La experiencia ya la tenemos. No están inventando el hilo negro. La forma de vender libros baratos es con tirajes grandes. El costo de producción por ejemplar se baja mucho. Tienes que tener canales de distribución eficientes.

–¿Qué dirías al que quiere comenzar a escribir novela histórica?

–Primero que lean muchísimo. Que se preparen. Que se enamoren de la historia como disciplina y que se sienten en una silla y escriban. Si no lo escribes tú, no lo escribirá nadie. El oficio de escritor es un oficio muy riguroso, muy exigente, y te cobra facturas fuertes. Tienes que dedicarle muchas horas a estar sentado, tienes que cancelar muchas actividades sociales. Tienes que olvidar fines de semana. Es exigente, pero al que le gusta, vale la pena, pues se puede convertir en una fiesta de todos los días.

–¿En qué momento nace el interés en relatar la historia?

–La primera novela histórica que escribí, que se llama Gonzalo Guerrero, se publicó en 1980, debo haber comenzado en 1978. Desde entonces he escrito 15 o 20 novelas históricas.

–Juan Villoro dice que uno de los peores infiernos a los que se enfrenta un escritor es el repetirse.

–Sí, eso sucede con autores de autobiografías o que manejan el realismo puro.

–¿Nos puedes hablar de los infiernos que tú has enfrentado al ser escritor?

–Han sido resolver las partes técnicas, la computadora. Respecto a la creación no. Cualquier tema puede ser objeto de un discurso literario. Si me dicen ahorita una palabra, yo escribo una novela con esa palabra. No me atasco con los textos, ni me repito. No he padecido. Ahorita estoy padeciendo un pequeño infierno por la operación de cataratas que me hicieron y que me impide leer y escribir.

Carlos Vargas Sepúlveda
Periodista hecho en Polakas. Autor del libro Rostros en la oscuridad: El caso Ayotzinapa. Hace crónica del México violento de hoy. Ya concluyó siete maratones.
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