Herta Müller o la literatura tan feroz como la vida. La Premio Nobel rumana abre el Festival Literario Gutun Zuria

29/03/2014 - 1:00 am
La escritora Herta Müller durante su visita a la FIL Guadalajara en 2010. Foto: FIL
La escritora Herta Müller durante su visita a la FIL Guadalajara en 2010. Foto: FIL

Ciudad de México, 29 de marzo (SinEmbargo).- “Quien es capaz de escribir como lo hace Herta Müller no sólo sabe de literatura, sino que es lo que antaño se denominaba un poeta”, sentenció hace unos años el Frankfurter Allgemeine Zeitung.

Para la Premio Nobel rumana, la literatura ha sido algo demasiado feroz, su manera de resistir tragedias como la era de Nicolae Ceausescu, una historia que supo contar en novelas como La piel del zorro, que en nuestro país distribuye editorial Siruela, cincelada por personajes marcados con los signos del fracaso y la sospecha permanentes.

En La bestia del corazón, Müller, nacida el 17 de agosto de 1953, habla de la resistencia que se ha de tener para que la dictadura no destruya la individualidad, a través de la historia de cuatro amigos que encuentran en el suicidio de Lola, una joven estudiante del sur de Rumania, una razón para seguir con la resistencia.

“Si nos mantenemos en silencio, nos odiamos a nosotros mismos. Si hablamos, nos volvemos ridículos”, escribe Müller, un dilema que la acompaña hasta estos días y que la ha hecho pronunciar una frase fulminante: “Hubiera preferido no escribir una sola línea a cambio de no vivir la dictadura”.

La escritora que ganó el Nobel en 2009 dijo eso a los periodistas españoles reunidos en conferencia de prensa y hoy es citada por Maite Redondo para el periódico vasco DEIA, a su llegada a Bilbao, donde tuvo a su cargo el jueves 27 la inauguración del festival literario Gutun Zuria, que tiene también entre sus invitados ilustres a nuestra compatriota Lydia Cacho.

El Festival Gutun Zuria llega así a su séptima edición, dedicada en 2014 a los Relatos de frontera, “unas líneas que a veces se experimentan con angustia y violencia, otras como una afirmación de la identidad, que se cierra en sí misma o se abre para aprender de lo que hay al otro lado”.

“El concepto de frontera tiene un evidente sentido físico y humano, como la raya entre México y Estados Unidos, o entre África y Europa. También adquiere un significado social e individual, patente entre las distinciones entre grupos y estamentos, entre personas con distintas maneras de ver el mundo.

Por último, la frontera está en las artes desde casi sus orígenes, en la clasificación y distinción de las disciplinas creativas y los géneros. La tragedia no es la comedia, ni la música la poesía, aunque la mezcla se produzca con una insistencia creciente”, dicen los postulados del encuentro literario en el que también participan Orhan Pamuk, Juan Goytisolo, Claudio Magris y Sergio González Rodríguez, entre otros.

LA FRONTERA SEGÚN HERTA MÜLLER

“Europa Occidental sigue hablando de fronteras con gran admiración, pero para mí una frontera es una franja de muerte, de persecución, donde te mataban a tiros o eras despedazado por los perros”, dijo Herta Müller, durante su encuentro con los periodistas en Bilbao.

“Cuando iba en aquel tren, que circulaba a lo largo del Danubio. En el momento en que llegábamos a la zona donde al otro lado del río estaba Yugoslavia, la actual Serbia, se veía cómo todos miraban hacia nosotros. Se veía lo que pensaban incluso los oficiales, todos hubieran deseado desaparecer en las aguas del río”, contó.

Daría todas sus palabras a cambio, con tal de no haber vivido una dictadura. Foto: efe
Daría todas sus palabras a cambio, con tal de no haber vivido una dictadura. Foto: efe

“Hubiese preferido no haber vivido un solo día bajo una dictadura ni escribir una palabra. Me hubiera dedicado a otra cosa. Habría sido otra persona. Se destruyen tantas vidas en una dictadura, cuando lo importante es el ser humano y la vida… Las dictaduras pueden ampliar la mirada y el mundo se convierte en surrealista. Es bueno para la literatura, pero horrible para el ser humano. No vale la pena tener imaginación, el arte viene después de la vida del ser humano”, dijo en forma contundente.

“Cuando un régimen totalitario se acaba, los efectos perduran en los supervivientes. Tengo amigos que acabaron rotos, no podían seguir viviendo ya en Occidente, era demasiado tarde para recomponerse como seres humanos y se acabaron suicidando”, reflexionó.

A su lado, la periodista mexicana Lydia Cacho, escuchaba con atención. Este viernes, nuestra compatriota ofreció una conferencia para denunciar la impunidad de los constantes asesinatos cometidos en México, “donde hay actualmente una violencia como nunca se había visto” y donde el regreso del PRI al gobierno resulta un “hecho trágico”.

Herta Müller, nacida en Niţchidorf, Banat, un pueblo germanohablante de la región de Timisoara, en Rumania,  es autora de El hombre es un gran faisán en el mundo, Las Tierras Bajas, La piel del zorro y La bestia del corazón, entre otros.

Toda su literatura está teñida del negro color del horror y por ello resulta empática con todas las personas que luchan contra las dictaduras en cualquier parte del mundo.

“Cada caída de un dictador se parece a la de otro dictador y si bien lo de Muammar Kadafi fue un linchamiento y no un juicio sumario como el que se le realizó a Ceaușescu, puedo entender las reacciones de la gente sometida en circunstancias como las que se vivieron en Libia”, dijo, dijo en 2010, invitada por la Feria Internacional del Libro en Guadalajara.

Foto: Especial
Foto: Especial

“Esas personas eran dolientes y cada uno de ellos tenía a un familiar asesinado por la dictadura, es ahí cuando los sentimientos afloran y superan a la razón”, afirmó entonces la escritora que es consciente además del miedo que produce la lectura y las palabras en mucha gente.

“Cuando era niña, mi madre me decía que no leyera tanto pues me iba a poner mal de los nervios. Aún en estos días me llama para decir que no escriba demasiado, porque me voy a enfermar”, comentó.

Hija de campesinos crecida en una casa donde no había libros, salía al campo a cuidar a las vacas y a preguntarse cosas de la vida.

“Estaba desesperada, no sabía qué hacer con mi vida. Las vacas no me necesitaban y aún hoy, cuando veo un paisaje amplio, me siento amenazada, fuera de contexto, jamás puedo integrarme”, contó.

Herta Müller inaugura en Bilbao el Festival Literario, acompañada entre otros por nuestra compatriota Lydia Cacho. Foto: efe
Herta Müller inaugura en Bilbao el Festival Literario, acompañada entre otros por nuestra compatriota Lydia Cacho. Foto: efe

“En Rumania la situación era horrible y no había salida. Muchos amigos estaban en la cárcel, otros morían asesinados, no había nada que comer y la gente moría de frío y hambre en las calles. ¿Tenía el derecho de sentarme a leer libros? ¿Podía seguir disfrutando de ese mundo escondido y secreto en que me refugiaba”, se preguntó la escritora.

Amante de los libros que dijeran una verdad, Müller reveló que en su pueblo “no podía aceptar las supersticiones. Necesitaba la literatura sincera, los libros que muestran lo insoportable de la vida eran y son mis preferidos. Quiero que la literatura me duela y me fascine”, afirmó entonces.

“Hubiera preferido no escribir una sola palabra y no haber vivido la dictadura”, dijo esta semana.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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