En la planta se podrán procesar 95 toneladas de materia orgánica al día. Una parte se someterá a un proceso de transformación para ser convertido en gas útil para producir electricidad. Y otro tanto será convertido en pellets de hidrocarbón.
Ciudad de México, 29 de enero (SinEmbargo).– La primera etapa de la Planta de Carbonización Hidrotermal, en donde la basura orgánica se transformará en carbón y electricidad, arrancará operaciones en octubre, informó este sábado el Gobierno de la Ciudad de México.
La planta, que se construye en el Bordo Poniente, es un proyecto del Gobierno capitalino en conjunto con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Secretaría de Energía (Sener).
Con una inversión inicial de 300 millones de pesos, la planta convertirá la basura orgánica en electricidad a través de gasificación y en pellets (combustible de biomasa granulado) de carbón, informó este día la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum durante un recorrido.
En la planta se podrán procesar 95 toneladas de materia orgánica al día. Una parte se someterá a un proceso de transformación para ser convertido en gas útil para producir electricidad. Y otro tanto será convertido en pellets de hidrocarbón.
“Esta es una demostración de que creemos en las energías renovables. Para nosotros esta Reforma Eléctrica es parte fundamental de este proceso de la transición de la energía eléctrica. Estamos dando un ejemplo al mundo de que México le apuesta a las energías renovables y a la soberanía energética”, dijo la Jefa de Gobierno.
Esta planta es uno más de los proyectos de energías limpias que el Gobierno capitalino desarrolla.
Durante el Parlamento Abierto sobre la #ReformaEléctrica la Jefa de Gobierno @Claudiashein invitó a diputados y diputadas federales a conocer los proyectos de energías limpia del @GobCDMX . Hoy se realizó el recorrido por la Planta de Carbonización Hidrotermal.
Abro 🧵 pic.twitter.com/IC8JX3FzT2— Sebastián Ramírez Mendoza (@Sebas_RM) January 29, 2022
También posee una innovadora planta que transforma aceite comestible usado en biodiésel para el transporte público de la capital y evita así que este producto continúe contaminando las aguas.
Esa planta se ubica en el interior de la Central de Abasto de la Ciudad de México, el mercado más grande de América Latina.
Pocos metros después de la entrada de la Central, un camino conduce a una pequeña nave que alberga esta innovadora planta “100 por ciento mexicana”, que recibe a quien la visite con varias torres de garrafones y botellas que contienen aceite alimentario usado en su interior.
Uno está quemado, otro usado de varias veces, y alguno simplemente pasó la fecha recomendada para el consumo.
Una vez en la nave, el líquido dorado se almacena en unos bidones -cuya capacidad máxima es de aproximadamente 25 mil litros- para de ahí pasar a través de varios filtros y así retirar los residuos que pueda traer por haber sido utilizado en hogares, puestos ambulantes, restaurantes o grandes empresas.
A continuación, ya limpio, se introduce al reactor y se mezcla con un catalizador que se produce en la misma planta, del que resultan dos productos: glicerina que luego puede usarse, por ejemplo, en la industria cosmética, y el bioaditivo.