El complejo sistema de organización de China le ha permitido encontrarse en mejores circunstancias que otras regiones, pero ¿cómo ha logrado el país más poblado del mundo contener los ya conocidos rebrotes durante la pandemia? El despliegue de medidas adoptadas por el gigante asiático se basa en tres reglas básicas: testeos continuos, confinamientos de las zonas afectadas y rastreo de contactos.
Wuhan (China), 29 ene (EFE).- Wuhan y toda China adoptan medidas que parecen ser efectivas para controlar el virus y frenar su propagación, entre ellas, realizar inmediatamente test masivos allí donde surja algún brote, confinar las zonas afectadas y mantener en cuarentena a todos los contactos cercanos a los contagiados.
Para algunas de ellas se requiere quizás disponer de la gran capacidad de organización del gigante asiático, que le permite levantar centros de cuarentena en tres días o hacer dos millones y medio de pruebas en una ciudad en un día.
Otras son más de sentido común, como el continúo uso de las mascarillas, incluso en ciudades como Wuhan, que llevan desde mayo sin casos, los controles de temperatura en todos los lugares públicos o la necesidad de mostrar un código verde en las aplicaciones de salud del móvil para poder entrar a cualquier parte.
China ha ido perfeccionando con el tiempo estas medidas y mejorando su capacidad de respuesta ante cualquier rebrote, lo que le ha permitido tener bajo control hasta el momento los originados recientemente en tres provincias del norte del país, los peores desde el pasado marzo.
TEST A MILLONES DE PERSONAS EN DÍAS
En cuanto se detecta un brote en algún lugar de su enorme territorio, se aísla toda su área, se rastrean todos los contactos cercanos de los contagiados y se les pone lo más pronto posible en cuarentena bajo observación médica.
Además, para descartar la posibilidad de que algún contagiado -sobre todo las que no han mostrado síntomas y por tanto desconocían tener la enfermedad- se hubiese desplazado a algún otro barrio de la ciudad, se hacen pruebas de ácido nucleico a millones de personas en otras partes.
Así sucedió recientemente, por ejemplo, en Pekín, donde tras sendos brotes en los distritos de Shunyi, en el noreste, y Daxing, en el sur, se han hecho test a todos los millones de habitantes de los céntricos distritos de Doncheng y Xicheng, bastante alejados de las zonas infectadas.
Los test masivos permitieron también atajar el brote del pasado junio en uno de los mayores mercados de Pekín, cuando se analizó a más de 10 millones de personas -la mitad de la población de la ciudad- para contener una infección que provocó 300 casos en la capital.
Para este cribado masivo, los expertos suelen incorporar cinco o incluso 10 muestras en un sólo análisis de modo aleatorio. Si las muestras de un grupo dan positivo, se realizan de nuevo análisis a cada uno de sus integrantes.
Las pruebas que se hacen de modo obligatorio entre la población de una ciudad o una zona rural son gratuitas. Para quienes quieran hacérsela voluntariamente, el costo se sitúa en torno a unos 120 yuanes en Pekín (unos 15 euros) y 80 yuanes en Wuhan (10 euros).
Con todo, por mucho que se analicen juntas cinco o 10 muestras, hacerlo a millones en pocos días requiere un despliegue logístico formidable: se levantan centenares de carpas en varios puntos de la ciudad, junto a vehículos, estadios y otros lugares públicos para recoger las muestras y para analizarlas se emplean laboratorios móviles instalados en camiones, autobuses o incluso inflables.
Uno de esos laboratorios inflables, bautizados “huoyan” (ojo de fuego, en mandarín) se empleó en Wuhan, donde en mayo, un mes después del fin del confinamiento, se detectó un rebrote con seis casos que llevó a analizar en diez días a sus 11 millones de habitantes.
En esas pruebas, en las que la ciudad gastó 900 millones de yuanes (114 millones de euros, 140 millones de dólares), se detectaron 300 casos asintomáticos, que fueron rápidamente aislados.
Vivo en Shanghái, China. En el país que ha logrado contener el virus y en donde la vida ha vuelto a la normalidad. Por razones familiares, he pasado unas semanas en Madrid.
ESTA ES LA VUELTA DE MI VUELTA A CHINA. Para alucinar.
DENTRO HILO. pic.twitter.com/CCgTRQb6wp— Nyscalo (@Nyscalo) November 9, 2020
Gracias a ello, Wuhan consiguió estar libre de casos de COVID desde entonces hasta la actualidad.
La prioridad es realizar el mayor número de pruebas en el menor tiempo posible para poder identificar y aislar los contagios antes de que la situación empeore.
La semana pasada el Gobierno de Pekín estableció que las ciudades con menos de cinco millones de habitantes deberán ser capaces de hacer cinco millones de test en dos días y las más grandes tendrán que ser capaces de analizar a toda su población en un máximo de cuatro jornadas.
ESTRICTOS Y RÁPIDOS CONFINAMIENTOS
China aísla completamente las zonas donde aparece un brote, ya sea una comunidad de vecinos, un barrio, un distrito o una ciudad entera, como el caso de Shijiazhuang, capital de la provincia nororiental de Hebei -que rodea a Pekín- y también de 11 millones de habitantes, que fue cerrada y aislada mientras hacía test a todos ellos.
En un descampado de las afueras de Shijiazhuang también se ha construido hace poco en cinco días un enorme centro de cuarentena con capacidad para albergar y mantener bajo control médico a más de 4 mil contactos cercanos a los contagiados por el brote.
Los confinamientos en el país asiático no son como los de los países occidentales en los que se permite salir a comprar, sino que la gente no sale de casa y los Gobiernos locales organizan el reparto de comida en sus domicilios.
Otra colosal operación logística que a veces muestra lagunas, como en las primeras semanas del cierre de Wuhan, o como en el caso reciente de la ciudad de Tonghua, en la provincia nororiental de Jilin junto a la frontera con Corea del Norte.
Tras un rebrote a mediados de enero, Tonghua, donde viven medio millón de personas, fue confinada el pasado miércoles y muchos de sus residentes se encontraron con que no podían salir de casa y tampoco funcionaban las aplicaciones para pedir comida a domicilio.
Este domingo las autoridades locales pidieron disculpas a sus habitantes por los “problemas temporales” en la distribución de alimentos.
“WUHAN ES CASI SEGURA AHORA, PERO PARÍS ES MUY PELIGROSA”
Y entretanto, en Wuhan, donde todo comenzó, la mayoría de sus habitantes aprueban las medidas adoptadas por la ciudad para evitar nuevos casos. Muy pocos se sacan la mascarilla y los códigos de salud y de temperatura son necesarios para entrar en cualquier establecimiento público.
Gen Yang, un joven wuhanés de 22 años que estudia cine en París, pasó el confinamiento de su ciudad natal en la capital francesa, pero decidió volverse en cuanto comprobó la forma de actuar de Francia contra el virus.
“Ahora Wuhan es casi segura, puedo caminar incluso sin mascarilla, pero en París es muy, muy peligroso fuera de casa. Estábamos muy preocupados”, afirma.
A su juicio, en Francia el Gobierno “hace todo lo que puede” para controlar el virus, pero la gente misma “no hace caso, se sacan a menudo la mascarilla, hacen fiestas, se juntan muchas personas cuando trabajan, cuando juegan, simplemente no ponen atención”.
Gen cree que el Gobierno chino “lo está haciendo realmente bien” y añade que “al principio fue muy duro, pero ahora el control es muy bueno”.
Preguntado sobre si Pekín trató de ocultar la enfermedad al principio, asegura que “los Gobiernos en todo el mundo hacen lo mismo”.
“Francia también, no tenían siquiera la capacidad para informar sobre lo que pasaba realmente, no tenían todo el control. Es por lo que regresé de allí, es realmente peligroso”, afirma.