México, 1 Jul. (Notimex).- El investigador y politólogo Jorge Alcocer aseguró que el principal acierto de la Reforma Electoral de 2008 es sin duda la regulación en la compra de tiempos de radio y televisión durante las campañas electorales, y por ello este mecanismo se debe preservar aunque deba mejorarse.
Al participar en la presentación de resultados de proyectos de observación electoral auspiciado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el también ex consejero del Instituto Federal Electoral (IFE) aseguró que esta reforma tiene aspectos positivos y negativos.
Dijo que conforme a las reglas establecidas en la Constitución desde el 18 de diciembre pasado hasta hoy se transmitieron en dos mil 335 estaciones de radio y canales de televisión un total de 44 millones 159 mil 520 spots de 30 segundos de los candidatos y autoridades electorales.
La ventaja es que se trata de un esquema que resulta técnicamente operable y metodológicamente medible. El nivel de cumplimiento en las pautas del IFE fue de entre 96 y 98 por ciento, indicó.
Indicó que la parte negativa es que el modelo de “spots de 30 segundos”, tanto para los candidatos como para el Instituto Federal Electoral (IFE), disminuye la efectividad en la comunicación con los ciudadanos.
Además, dijo, por la forma en que se distribuyeron los tiempos y debido al periodo de intercampañas el IFE acaparó más de 52 por ciento del tiempo, lo que constituye una desviación en el objetivo de los spots.
Prueba de ello es que en los 15 estados donde hoy se eligen gobernador 80 por ciento de la gente cree que las elecciones las organiza el IFE y no el Instituto Electoral local, señaló.
Es decir, “el IFE ha sido hipergeneroso consigo mismo y extremadamente avaro con los institutos electorales locales”, lo cual ha provocado que los ciudadanos pierdan de vista quién es la autoridad responsable de los comicios locales.
Aun así, la reforma electoral que prohíbe a los particulares comprar tiempos de radio y televisión para propaganda política es una avance que se debe preservar en cualquier modificación que se haga en el futuro a las reglas electorales.
En el mismo foro, coordinado por Emilio Álvarez Icaza, Willibald Sonnleitner, investigador de El Colegio de México, señaló algunos aspectos importantes para desmitificar la idea del fraude electoral.
Explicó que México cuenta con uno de los sistemas más sofisticados y precisos para arrojar resultados electorales confiables. Sin embargo, paradójicamente es uno de los países donde más desconfianza generan los resultados de los comicios.
Pero antes de hablar de un fraude, se debe tomar en cuenta que las dificultades en el conteo de los votos tienen varios niveles y no todas son sistemáticas ni tienen objetivos políticos, precisó.
Por ejemplo, hay un millón 250 mil ciudadanos que hacen los escrutinios de alrededor de 60 millones de votos en todo el país y, por lo tanto, resulta imposible que no tengan errores, expuso.
Sin embargo, agregó, hay otras complicaciones de carácter técnico que pueden generar inconsistencia e incluso irregularidades y que no necesariamente constituyen una actitud fraudulenta.
En ese sentido, adelantó que con el auspicio del Programa de las Naciones Unidos para el Desarrollo, investigadores del colegio preparan una medición muy estricta para definir cómo inciden los errores humanos y las dificultades técnicas en los resultados finales.