Veinte años no han servido para aprender lecciones del pasado: el número de pobres se ha incrementado, el poder adquisitivo ha caído y el crecimiento del país ha sido moderado. En medio de eso, la situación económica global augura un futuro incierto para los países emergentes, entre ellos México, pues ante la caída de los precios del petróleo y la normalización de la política económica de Estados Unidos, el Gobierno federal tienen el reto de romper con los errores que han mermado la economía de México en los últimos años.
Por Juliana Fregoso, Xanath Lastiri y Ariadna Ortega
Ciudad de México, 28 de septiembre (SinEmbargo).– Al asumir la Presidencia, el 1 de diciembre de 2012, Enrique Peña Nieto enfocó sus compromisos económicos al cuidado de los hogares y a la generación de empleos. Sin embargo, poco a poco se fueron gestando condiciones que dibujaron un escenario más similar a la crisis de 1994 que al llamado “Mexican Moment”.
Financial Times fue uno de los primeros medios en dar cuenta que la situación se parecía más a la ocurrida hace 21 años cuando el Gobierno mexicano vio con horror cómo el peso se desplomaba y comenzaba uno de los periodos más oscuros para la economía del país.
La devaluación de la moneda mexicana del 20 de diciembre de 1994 desató no sólo la gran crisis economía y financiera, sino que el llamado “error de diciembre” agravó los problemas sociales y políticos en un año en el que la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se colocó como la gran premisa para acabar la pobreza.
Veintiún años después, en 2015, el desarrollo económico no ha sido como se esperaba y una a una de las instituciones financieras fueron ajustando a la baja la expectativa de crecimiento, mientras las exportaciones, al igual que los ingresos petroleros, cayeron y el peso perdió su valor. El número de pobres aumentó y aunque la inflación se ha mantenido en mínimos históricos, el salario perdió en tres años un 9.65 por ciento de su poder adquisitivo.
El 17 de septiembre, el semanario inglés The Economist publicó un artículo en el que definió cómo México se encuentra dividido en dos partes: la modernidad y la creciente pobreza. Para los de la primera opción sí llegó la promesa de crecimiento y prosperidad, pero para los que se encuentran en el segundo grupo no se ha cumplido la promesa de más ingresos y la creación de empleos de calidad, lo que ha arrojado a 28 millones de mexicanos a la economía informal, según cifras del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).
Especialistas auguran que será difícil que el Presidente cumpla sus promesas dadas las condiciones actuales, pues los más de 55 millones de pobres ven cada vez más cómo se aleja la oportunidad de acceder a los bienes más básicos, como la alimentación, ya que 70 por ciento de los alimentos que se consumen en el país vienen del extranjero y con la depreciación del peso ante el dólar, que al 19 de agosto ya era de 27.6 por ciento, resultan menos accesibles para sus bolsillos.
Entre los compromisos del Presidente enfocados a las familias también se encontraba aumentar los salarios, detener el alza en los precios de alimentos básicos, bajar el precio de la luz, útiles escolares gratuitos, becas de transporte a estudiantes, vales de medicinas, seguro de vida para jefas de familia, pensión universal para adultos mayores, apoyos para ampliación y adecuación de la vivienda, y la continuidad de programas como Oportunidades y Seguro Popular.
Sin embargo, encuestas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), demuestran un cumplimiento débil de esos compromisos: 63.8 millones de mexicanos viven actualmente en pobreza por ingresos, es decir, es la población que tiene un ingreso inferior a la línea de bienestar, más otros 8.5 millones que son vulnerables a la pobreza, también por el factor del ingreso.
“Llevamos tres años con una sensación de estancamiento, el único argumento a favor de las autoridades del gobierno es que el sentimiento es global y a nivel mundial así están las condiciones”, considera Jorge Gordillo Arias, director de Análisis Económico de CI Banco.
El analista dice que si bien es cierto que el país tiene mejores herramientas que en 1994 para enfrentar una crisis del peso, existe un clima de “decepción” por las oportunidades que no han sido aprovechadas por este Gobierno, de sacar ventaja de la expectativa que despertó a nivel internacional el Presidente Peña Nieto a inicios de su sexenio para “sobresalir, convertirse en el foco de atención del mundo y atraer muchas más inversiones de las que existen actualmente”.
SUEÑOS IMPOSIBLES
La situación económica actual no ha sido de años recientes, México lleva avanzando a marchas forzadas por lo menos desde el denominado “Efecto Tequila”. En esos veinte años, las promesas de los presidentes de erradicar la pobreza, alcanzar un ritmo de crecimiento de por lo menos 6 por ciento y crear empleos de calidad se convirtieron en sueños imposibles.
El economista José Francisco Rodríguez Montoya detalló en un análisis sobre el crecimiento de México durante los últimos cuatro sexenios, publicado en el Reporte Macroeconómico de México de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), que “la crisis de 1994 ha sido la fábrica de pobres más grande en los últimos años. Entre 1994 y 1996, la población en pobreza alimentaria aumentó en 15.6 millones de personas y en pobreza patrimonial se registró un aumento de 16.9 millones de personas”.
En su texto, refiere que el ingreso promedio de las personas alcanzó su máximo nivel en el 2006 y a la fecha no ha podido recuperarse, de hecho el nivel observado en 2014 es menor al de 1994, lo que nos refleja que en 20 años el ingreso de los hogares no ha podido regresar a los niveles pre-crisis, no obstante el aumento registrado a lo largo de la administración del Presidente Vicente Fox Quesada donde el ingreso alcanzó su mayor nivel.
“No hemos podido conjuntar en México crecimiento con desarrollo. Los números macroeconómicos muestran crecimientos pequeños y estabilidad de precios, pero los datos a nivel micro presentan aumentos en el número de pobres y reducciones del ingreso personal”, expresa.
Para 2012, el Gobierno federal ya había planeado una estrategia que haría impulsar la economía del país a través de las reformas estructurales, sin embargo con leyes a modo y planeación política económica poco favorable éstas aún no se han materializado y por el contrario, algunas han generado daños a los mexicanos.
Por ejemplo, la Reforma Fiscal, pese a no incentivar la producción y el empleo, se convirtió en parte fundamental para el desarrollo económico del país y sustituyó las pérdidas por ingresos petroleros que pasaron de un tercio del total de ingresos en 2004 a sólo 20.6 por ciento en 2015, menos de una quinta parte, mientras que los ingresos tributarios aumentaron de 8.9 a 10.5 por ciento del PIB entre 2004 y 2014.
“El Gobierno federal hizo malabares para tapar todos los agujeros, creo que se logró con cierta gracia. Pero tenemos que entender que hay que cambiar profundamente nuestro sistema fiscal”, afirma Héctor Villarreal, director del Centro de Investigación y Económica y Presupuestaria (CIEP).
Además la crisis se complica por el contexto internacional: la incertidumbre en los mercados financieros globales, la normalización de la política monetaria en Estados Unidos, la caída en los precios del petróleo a nivel global y eventos asociados a las expectativas de otras economías se tradujeron en volatilidad cambiaria y golpes en los bolsillos de los mexicanos.
Para el economista Jonathan Heat, “México debería estar creciendo en una forma sostenida de un 4 por ciento, pero el primer año de este sexenio apenas crecimos 1.3, el segundo 2.3 y quizá el próximo año lleguemos a 2.6 por ciento. Ha ido mejorando cada año, poquito, pero todavía son tasas de crecimiento muy lejanas a ese 4 por ciento o más que necesita el país. Especialmente si tomamos en cuenta que ha habido reformas estructurales y una serie de cosas deberían haber apuntalado al crecimiento…y como que no se ve que lo han hecho”.
Por su parte, Rodríguez Montoya afirma que uno de los problemas que enfrenta la administración actual es la de haber prometido demasiado y generar grandes expectativas de crecimiento apoyadas en las reformas estructurales.
En los Criterios Generales de Política Económica (CGPE) 2013 se esperaba una tasa de crecimiento anual de 3.5 por ciento del PIB y fue de 1.3 por ciento; en los CGPE 2014 la expectativa era de 3.9 por ciento y el dato observado fue de 2.3 por ciento, en los CGPE 2015 pareciera que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) aprendió la lección de no elevar tanto sus expectativas.
“Su pronóstico del PIB lo ubicó en un intervalo de 2 a 2.8 por ciento y al tercer trimestre de 2015 el crecimiento acumulado fue de 2.5 por ciento, finalmente dentro de la estimación oficial. Las expectativas de la Secretaría de Hacienda, inclusive sin reformas, fueron demasiado altas contra lo que en realidad pasó”, menciona.
FUTURO INCIERTO
A inicios de diciembre, analistas privados consultados por el Banco de México (Banxico) incrementaron, por primera vez en el año, su expectativa de crecimiento al pasar de 2.29 a 2.44 para el cierre del año, Esto tras una serie de reducciones que hicieron diversos organismos financieros durante todo el año.
En promedio, el estimado fue de 2.28 para este año y 2.83 para el próximo según las previsiones a la baja del Banco Mundial (BM), Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), pero aún lejos del 3.5 o 4 por ciento que esperaban al inicio de este sexenio.
Sobre estas variaciones de la expectativa del crecimiento, Jonathan Heat explicó que “no queda muy claro y también va a depender mucho del sector externo porque hay que recordar que México es un país muy abierto y depende mucho de las exportaciones no petroleras como motor de crecimiento y si el sector no está creciendo muy bien pues ese motor está apagado y se nos hace más difícil crecer.
Sin embargo, ante el panorama internacional, la trayectoria descendente de la inflación permitió a las autoridades mantener inalterada la tasa de referencia de la política monetaria, lo que cambió el pasado 17 de diciembre cuando, tras la decisión de EU de incrementarla, en el país se hizo lo mismo.
Las depreciación efectiva observada durante los primeros diez meses de 2015 en comparación con el mismo período de 2014 fue del 12.7 por ciento, de acuerdo con la Cepal. Sin embargo, el país fue una de las cinco economías de la región que pese a mantener los niveles de reservas más elevados registraron pérdidas. Al corte del 18 de diciembre, su saldo se ubicó en 174 mil 526 millones de dólares.
Entre las principales factores que podrían obstaculizar el crecimiento del país son la debilidad del mercado externo y la economía mundial, la inestabilidad financiera internacional, la plataforma de producción petrolera, así como los problemas de inseguridad pública.
Durante 2015, hubo una reducción importante de los ingresos totales, en particular de los no tributarios, de 3.2 puntos del PIB, pues los ingresos petroleros cayeron 2.5 puntos con respecto al producto en 2015, en línea con el desplome del precio internacional del petróleo crudo.
Sin embargo, los ingresos tributarios aumentaron sustancialmente (2.2 puntos del PIB), impulsados por las medidas tributarias adoptadas en la Reforma Hacendaria de 2013. En particular, por el alza de la recaudación del impuesto sobre la renta —cuya presión aumentó casi 1 punto del PIB—, que se explica en parte por la aplicación de las nuevas medidas, como la eliminación del régimen de consolidación y mejoras en la retención del impuesto a los empleados públicos.
Otro factor del incremento de la recaudación tributaria fue la reducción del arrastre fiscal, atribuible al impuesto especial sobre producción y servicios aplicado a la gasolina y el diésel (IEPS), que a su vez funciona como un subsidio, dependiendo de los precios internacionales de estos productos.
Si bien este país exporta principalmente manufacturas al mercado de los Estados Unidos, también es un exportador neto de petróleo crudo, de manera que sus precios de exportación sufrieron un fuerte impacto.
Para Manuel Molano, director adjunto del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el crecimiento de México tiene que ver también en función de la productividad de Estados Unidos, por lo que “si sigue como va la economía americana yo sí creo que [es posible que el país crezca] medio punto arriba de la tasa de la esperanza estadística a largo plazo es bastante conservadora y razonable. Ya nos hace falta crecer”.
En 2015, según el último dato disponible, las remesas de migrantes han crecido un 6 por ciento en promedio en relación con el año anterior. La mejora del mercado laboral de los Estados Unidos se manifestó en un alza de las remesas hacia México (un 5 por ciento durante los primeros diez meses con respecto al mismo período del año anterior).
Así, para el próximo año las previsiones no son tan esperanzadoras, pues ante el panorama interno y externo, México deberá tomar decisiones importantes para sortear el fracaso económico.
Jorge Gordillo considera que gran parte de los pendientes del Presidente está en temas de fondo que “no sabe manejar”, entre los que citó el favoritismo hacia una cierta élite, la inseguridad que impide la toma de algunas decisiones relacionadas con la economía y el tener congruencia entre el discurso y las acciones que se llevan a cabo.
“En cuanto a la política económica, seguimos con la sensación de que el gasto público, por el tema de la baja en el precio del petróleo, no se ha visto reflejado en la economía y eso es una llamada de atención porque no se están licitando la cantidad de obras que se esperaba”, agrega.