Se cree que el confinamiento, un mayor tiempo frente a las pantallas y la accesibilidad a la comida chatarra están entre las causas principales de los índices elevados de obesidad en niños y adolescentes.
Ciudad de México, 28 de noviembre (RT).- Un estudio de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, publicado a mediados de septiembre, reveló la relación de la pandemia del coronavirus con un aumento alarmante de la obesidad en niños y adolescentes del país, especialmente entre quienes ya padecían problemas de este tipo.
Los niños y jóvenes de entre dos y 19 años que tenían obesidad moderada o grave antes de la pandemia experimentaron un aumento significativamente más alto del índice de masa corporal en comparación con las personas con un peso saludable. Así, de marzo a noviembre de 2020 esta categoría ganaba una media de 0.5 kilos al mes, o entre 2.7 y 3.3 kilos en seis meses, en comparación con menos de un kilo que suele ganar una persona con peso saludable en el mismo período.
Otro estudio de la Fundación Robert Wood Johnson, publicado el 13 de octubre, determinó que entre 2019 y 2020 un 23.1 por ciento de los niños de hogares con los niveles de ingresos más bajos experimentaron obesidad, en comparación con el 8.1 por ciento de los niños de hogares de altos ingresos, unas tasas que también fueron más altas entre los adolescentes indígenas (un 28.7 por ciento), seguidos de afroamericanos (un 23.8 por ciento) e hispanos (un 21.4 por ciento).
Jamie Bussel, encargada del programa para la obesidad infantil en la fundación, señaló que “la obesidad es un síntoma de problemas muy arraigados que sólo han empeorado con la pandemia y son una señal de advertencia” de que las políticas nacionales les fallan a sus niños y que se necesita “un cambio real y sistémico para encaminar a los niños hacia una salud mejor”.
A pesar de que se trata de un problema recurrente para la nación a lo largo de décadas, los recientes datos apuntan a una aceleración del fenómeno en tiempos de la COVID-19. El confinamiento, un mayor tiempo frente a las pantallas y la accesibilidad a la comida chatarra podrían estar entre las causas principales que exacerbaron la situación.
“Nuestra cultura es muy diferente a otras. Los alimentos que comemos, esto ha cambiado especialmente en las últimas décadas”, explicó a RT Astri Wee, madre de un niño de ocho años. “Hay tantos alimentos procesados a los que tenemos acceso en las tiendas de comestibles”, lamenta, agregando que algunos sí pueden cocinar alimentos orgánicos, pero estos “casi siempre son más caros de lo que muchas familias pueden pagar, por lo que algunas personas se apoyan en la comida rápida y la comida chatarra, que son mucho más baratas”.
“LA PANDEMIA HA SIDO UN PROBLEMA SOCIAL Y ECONÓMICO”
Efectivamente, en Estados Unidos es relativamente fácil obtener una hamburguesa básica de una cadena de comida rápida por poco más de un dólar, el mismo precio que cuesta una manzana. Mientras que lo primero podría considerarse por familias desfavorecidas como una comida, lo segundo no pasa de tentempié. La pandemia no sólo ha empeorado la obesidad infantil, sino los efectos que la pobreza tiene en ella.
Marcelo Gangotena, director técnico del club de fútbol infantil FC Dulles de Fairfax, en el estado de Virginia, ya ha evidenciado esos efectos y expresó a RT la misma opinión, que “la pandemia ha sido un problema social y económico”.
“Muchos padres han perdido el trabajo, entonces no tienen comida que es nutricional para los niños y entonces comen algo que es basura, que es barato, entonces es un problema”, dijo Gangotena. “Como han perdido el trabajo, nosotros hemos perdido varios miembros de nuestro club. Niños, padres de familia, que ya no pueden pagar”, indicó.
Además de bajar los precios para que sus alumnos continúen, Marcelo forma parte de un programa para llevar el deporte a comunidades desfavorecidas. Es consciente de que están inmersas en una espiral de mala salud por el difícil acceso a comida sana y ejercicio. Dedicar más recursos públicos a la justicia alimentaria y a educar en hábitos saludables a padres son algunas de las propuestas de los expertos para combatir la obesidad entre los más pequeños.