La epidemia está localizada en las provincias de Kivu del Norte e Ituri, donde la situación de inseguridad -allí operan más de un centenar de grupos armados- complica la respuesta médica.
Kinshasa, 28 de octubre (EFE).— El brote de ébola que avanza en el noroeste de la República Democrática del Congo (RDC) desde hace casi tres meses suma ya 266 posibles casos, incluidas 168 muertes, según el último informe sobre la epidemia elaborado por el Ministerio de Sanidad congoleño.
Del total de contagios, 231 se han confirmado en laboratorio mientras que los 35 restantes corresponden a casos que no se pudieron corroborar científicamente.
Del mismo modo, en la cifra de fallecidos hay 133 positivos de laboratorio y 35 muertes catalogadas como "casos probables".
Además, actualmente hay otros 42 casos en proceso de investigación.
La cifra de personas que han superado la enfermedad asciende a 70 y la de vacunados a 23 mil 284.
Los datos están actualizados hasta el 27 de octubre, a punto de cumplirse tres meses del inicio oficial del brote.
La epidemia está localizada en las provincias de Kivu del Norte e Ituri, donde la situación de inseguridad -allí operan más de un centenar de grupos armados- complica la respuesta médica.
Las distintas organizaciones sanitarias internacionales que colaboran en el plan de contención también señalan que la resistencia de algunas comunidades a recibir tratamiento supone otra dificultad añadida.
Este brote es el segundo declarado en 2018 en el país y el peor de la última década en la República Democrática del Congo.
Se confirmó el 1 de agosto, solo una semana después de que se diese por finalizado otro brote que afectó a la zona noreste del país.
El virus del ébola se transmite a través del contacto directo con la sangre y los fluidos corporales contaminados, transmite fiebre hemorrágica y puede llegar a alcanzar una tasa de mortalidad del 90 por ciento si no es tratado a tiempo.
El brote más devastador a nivel global fue declarado en marzo de 2014, con casos que se remontan a diciembre de 2013 en Guinea Conakry, país del que se expandió intensamente a Sierra Leona y Liberia.
En enero de 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el fin de aquella epidemia, en la que murieron 11 mil 300 personas y más de 28 mil 500 fueron contagiadas, aunque la propia agencia de la ONU reconoce que podrían ser cifras conservadoras.