«Reducir tu consumo de carne solo trae beneficios para ti, los animales y el planeta, tres asuntos que cada vez importan más a los consumidores», escribe Dulce Ramírez de Igualdad Animal.
Ciudad de México, 28 de octubre (SinEmbargo).- Seguir una alimentación basada en vegetales trae múltiples beneficios a nuestra salud y con ello evitamos también una gran cantidad de sufrimiento a los animales. Esta idea se esparce cada vez con más fuerza en el mundo y en México, sobre todo este año durante toda la semana del Día de la Alimentación y previo al Día Mundial del Veganismo (1 de noviembre) impulsada por un nuevo estudio que indica que grandes reducciones en el consumo de carne a nivel mundial son esenciales si queremos salvar al planeta de las desastrosas consecuencias del cambio climático.
La actividad de la industria ganadera produce el 15 por ciento de los gases de efecto invernadero que se producen a nivel mundial y, además, implica un enorme derroche de recursos: para producir un kilo de carne de vaca (8 hamburguesas) necesitamos 16 mil litros de agua, es decir que tendríamos que beber un litro de agua por día durante 44 años para consumir esa misma cantidad de agua. Y de acuerdo con el Instituto Internacional para la Investigación Ganadera (ILRI, por sus siglas en inglés), el 50 por ciento de toda la superficie del planeta está ocupada para la producción de carne y otros productos animales.
Pero además del derroche de recursos, deforestación y contaminación, la industria ganadera también es responsable de una pésima gestión de alimentos ya que, actualmente, el 40 por ciento de los cereales producidos en el mundo son destinados a alimentar a los animales criados para consumir carne en lugar de alimentar directamente con ellos a la humanidad.
Marco Springmann del Oxford Martin Program on the Future of Food de la Universidad de Oxford y autor principal del estudio, afirma que él y el resto de los 23 investigadores alrededor del mundo descubrieron que “adoptar más dietas saludables y basadas en vegetales a nivel mundial podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del sistema alimentario en más de la mitad, y también reducir otros impactos ambientales, como los derivados de la aplicación de fertilizantes y el uso de tierras de cultivo y agua dulce, de una décima a una cuarta parte”.
El estudio ha visto la luz pocos días después de que fuera publicado un informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC) en el que los científicos más destacados del mundo hicieran lo que han descrito como «un último llamado» para advertir que solo contamos con 12 años para evitar que el aumento de la temperatura global supere los 1.5 grados centígrados. De sobrepasarse este límite, inclusive en medio grado, las consecuencias serían devastadoras: los riesgos de sequía, inundaciones y calor extremo se elevarían significativamente.
Según Springmann, no existen soluciones mágicas pero los cambios tecnológicos y de dietas son vitales y podrían complementarse con la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos. De acuerdo con los investigadores, un cambio hacia una alimentación flexitariana es necesaria para mantener el límite por debajo de los 2 grados centígrados y dicha dieta implica comer 75 por ciento menos carne de res, 90 por ciento de cerdo y la mitad de los huevos. Al mismo tiempo, es necesario aumentar al triple el consumo de frijoles y legumbres y cuatro veces el de nueces y semillas.
Los impactos de la actividad ganadera serán mucho peores si no se toman acciones contundentes en la medida en que la población mundial siga aumentando hasta alcanzar los 10 mil millones estimados para 2050.
«Alimentar a una población mundial de 10 mil millones es posible, pero solo si cambiamos la forma en que comemos y la forma en que producimos alimentos. Ecologizar el sector alimentario o devorar nuestro planeta: esto es lo que está en el menú de hoy», afirmó el profesor Johan Rockström del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático en Alemania y quien formó parte de la investigación.
Estas razones se suman al trabajo que Igualdad Animal realiza desde el área de Políticas Alimentarias que busca influir en las empresas y las instituciones públicas para que opten por alternativas vegetales en su línea de suministro y comedores. Como activistas debemos reconocer los cambios a corto plazo y encaminar los cambios a largo plazo que podemos hacer para los animales. Estudios como estos nos permiten seguir construyendo los cambios estructurales que favorezcan a los animales, nuestra salud y al planeta. Hoy en día es sumamente sencillo y sobre todo sostenible alimentarnos con alternativas a la carne, las proteínas vegetales son la dieta del futuro.