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Daniela Barragán

28/09/2024 - 12:04 am

No era AMLO, era la gente

“El Presidente López Obrador hará sus propias reflexiones sobre sus triunfos y fracasos. Desde mi lugar observo que el empoderamiento de las personas de todas las edades es uno de los más importantes”.

Termina la administración de Andrés Manuel López Obrador pero esta etapa no se limitó a los últimos seis años. El hombre que abandona Palacio Nacional tiene toda una trayectoria de lucha, desde Tabasco hasta la Ciudad de México y luego el brinco a lo federal.

Aunque, sin lugar a dudas, la mayor proyección fue luego de ser electo Jefe de Gobierno del Distrito Federal. ¿Quién era ese hombre que le había ganado a Santiago Creel por apenas cuatro puntos porcentuales?

Desde ese momento, periodistas, intelectuales y políticos se dieron a la tarea de entender a su nuevo enemigo para destruirlo, ya que en poco tiempo López Obrador fue un crítico que se hizo de una tribuna –una conferencia matutina– y en pocos años fue visto como un presidenciable.

Pero a la distancia, se puede concluir que nunca lograron entenderlo. Y si no fueron capaces de entender una figura, ¿cómo iban a entender un movimiento entero?

Porque el reto no era descifrar a López Obrador, que es un político que, dicho por él mismo, repite y repite su discurso. Y eso es muy fácil confirmarlo. Mucho de lo que compartió en entrevistas durante ese periodo lo ha repetido en sus mítines de campaña o hasta en sus conferencias presidenciales.

El verdadero reto era entender lo que esas palabras estaban generando en la gente. En millones de personas.

En su constante desesperación, ese grupo conformado por periodistas, intelectuales y políticos, en estos últimos días hasta se atrevieron a revivir al expresidente Ernesto Zedillo quien aseguró que si la pobreza bajó de 2020 a 2022, de un 43.9 a un 36.3 por ciento (8.9 millones de personas) fue porque los pobres se murieron de Covid-19.

Todavía Denisse Dresser, en esos mismos días, calificó a López Obrador como el “mejor priista” que convirtió a la gente en “súbditos” que únicamente están a la espera de un cheque “como en los viejos tiempos”.

Ahí tenían la clave, ésta siempre estuvo ahí. La clave era escuchar a la gente en lugar de centrarse en “López el priista” y sus programas sociales. No se dedicaron a entender, por lo menos, el sistema de universalización de los programas sociales que no fue sólo la entrega de dinero, fue la redignificación de los pobres y los no pobres, jóvenes, mujeres y adultos mayores, que ahora saben que son merecedores de recibir aunque sea un poco de la riqueza que genera su país.

Aunque ellos pensaban que atacaban a López Obrador, en realidad atacaban a la gente y a un modelo que los representó, nombró y tomó en cuenta.

Asustaron con que de perder Morena la elección presidencial, quitaría los programas sociales cuando fueron los gobiernos del PRI y el PAN los que sí amenazaban con quitar un programa social malhecho y malcopiado; que obligaba a la gente a estar formada bajo el sol para demostrar que merecía un programa, que obligaba a los ancianos a las pruebas de vida y eran obligados a presentarse con todo y las dificultades físicas de la edad para defender un derecho.

Sus programas sociales (y estamos hablando de lo que ocurría hace seis años y no hace décadas como a veces quieren hacer creer) eran para unos cuantos. Las encargadas de repartir el Oportunidades o Prospera eran las mismas que en cada elección operaban votos para el PRI y para el PAN. Y todo eso no está documentado en las columnas de los periódicos más prestigiosos, pero eso lo sabe la gente porque lo padeció.

Por eso la campaña de Xóchitl Gálvez de “Morena te quitará los programas sociales” no funcionó porque era en realidad una amenaza de lo que ellos saben hacer, tanto que lo hicieron.

Por eso fue una idea que permeó en los políticos y no en la gente.

Y no, la gente no es tan básica como para dar la vida por un depósito bimestral como asegura Dresser. La gente entiende y razona y en consecuencia, defiende lo que desde su perspectiva merece ser defendido.

Entendió que ese dinero les corresponde por derecho y que nadie puede quitárselos. Ni Morena. La gente entendió que los programas sociales no son una limosna de “papá gobierno” ni los hace indignos, ya que en el presupuesto hay dinero para esos fines, para ellos, para esos millones. La gente entendió que hay una clase que se enriqueció a su costa y por lo tanto empezó a reclamar lo suyo.

Pero a pesar de lo evidente, la oposición en su obsesión con López Obrador tiene capítulos en los que son los menos brillantes. El de las últimas semanas es otra joya que dejan: consideran que la gente es “súbdita” de López Obrador y contrarrestan con Ernesto Zedillo… quizás para ellos es un estadista y el mejor economista pero de nuevo se equivocaron. Si en lugar de pensar en López Obrador pensaran en la gente, sabrían que para todos nosotros Zedillo es un represor sangriento que destrozó la economía y afectó a miles de personas y familias enteras pero que se ocupó de cuidar la economía de banqueros y empresarios.

El Presidente López Obrador hará sus propias reflexiones sobre sus triunfos y fracasos. Desde mi lugar observo que el empoderamiento de las personas de todas las edades es uno de los más importantes.

Porque mientras periodistas, intelectuales y políticos se ocuparon de él con campañas que costaron millones, él se ocupó de la gente.

Los tiempos después del fraude electoral de 2006 fueron complicados. Es el momento en que López Obrador decide empezar con los recorridos en todos los municipios de México. Visitó todo el país pero no como ahora que es Presidente, lo hizo en reuniones con 100 o 20 personas, durmiendo en donde alguien le permitiera, comiendo en donde pudiera.

En los medios era la burla luego de declararse “presidente legítimo” pero él siguió con el trabajo hormiga.

La obsesión con López Obrador continuó y creció y en todo este tiempo periodistas, intelectuales y políticos no lograron entender que no es él la representación de todos sus problemas, que es la gente que ya no cree en ellos. Porque López Obrador ya se va y no se ve en ese horizonte el fin de toda su racha de derrotas. Incluso parece todo lo contrario: alimentan constantemente y refuerzan el por qué del rencor y la molestia de la gente con esa clase política que los maltrata y ningunea pero que cada tres años le pide el voto.

Así esta historia. Mientras sigan considerando que la gente sólo estira la mano por un cheque y que así es feliz, le estarán dando la razón a López Obrador, esté en Palenque o donde sea.

Él se va pero todos los problemas de ese grupo se quedan aquí.

Daniela Barragán
Es periodista por la UNAM, con especialidad en política por la Carlos Septién. Los últimos años los ha dedicado al periodismo de datos, con énfasis en temas de pobreza, desigualdad, transparencia y género.

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