Un análisis de InSight Crime muestra que cada vez es más común que grupos criminales en México coaccionen a las comunidades pesqueras para que participen en el tráfico de drogas.
Por Scott Mistler-Ferguson
Ciudad de México, 28 de julio (InSight Crime).– Las bandas criminales más grandes de México están subcontratando la recepción de los cargamentos de cocaína en el mar, asignando esta tarea a grupos más pequeños que se hacen pasar por cooperativas pesqueras, un ejemplo más de cómo el tráfico de drogas subvierte la infraestructura marítima.
Grupos como el cártel de Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) están contratando a bandas de los estados de Chiapas, Oaxaca y Guerrero, en el sur de México, para que vayan a recibir grandes cargamentos de cocaína al mar, según un reciente informe de la Secretaría de Marina (Semar) de México al que tuvo acceso El Universal.
Estas bandas locales establecen cooperativas pesqueras falsas, inscriben barcos y los utilizan para adentrarse hasta 350 millas náuticas en el mar, con el fin de recibir drogas provenientes de Colombia y Ecuador. Según el informe de la Semar, estas cooperativas generalmente se crean en comunidades costeras marginadas, y en ellas suelen participar habitantes de la región que buscan obtener algún buen ingreso.
Las bandas les reciben la droga, generalmente cocaína, a barcos de pesca de tiburones equipados con motores fuera de borda, o bien a lanchas rápidas.
La tripulación de estos barcos suele estar compuesta por miembros de las bandas y pescadores de la región, e incluyen esquemas de seguridad para tareas más delicadas. Un viaje para ir a buscar un cargamento de drogas puede tardar entre ocho y diez días.
Brindan apoyo adicional detallando muy bien las operaciones, para de esa manera evitar el contacto con los buques de la Armada; además, otros buques pesqueros y vigías en la costa ofrecen información sobre dónde están operando las autoridades mexicanas.
ANÁLISIS DE INSIGHT CRIME
Cada vez se ha vuelto más común, especialmente en tiempos de dificultades económicas, que los grupos criminales latinoamericanos coaccionen a las comunidades pesqueras vulnerables para que ayuden en el tráfico de drogas.
Este nuevo esquema en la costa sur de México es uno de los más complejos que se han presentado hasta la fecha, pues requiere varios participantes. En primer lugar, las bandas locales son subcontratadas para que reciban drogas pertenecientes a grupos más grandes. En segundo lugar, en las comunidades pesqueras rurales se crean cooperativas pesqueras falsas para crear una apariencia de legalidad. En tercer lugar, se alienta a los pescadores locales a tripular los buques o a rastrear los movimientos de los buques de la Armada.
El informe de la Semar señala que la abundancia de comunidades pesqueras a lo largo de las costas de Chiapas, Oaxaca y Guerrero en los océanos Atlántico y Pacífico ofrece oportunidades para que se creen estas cooperativas. El registro de nuevas embarcaciones también es fácil de ocultar, pues entre 2017 y 2020 se declararon 4 mil 733 nuevos buques ante la autoridad pesquera de México.
Esta forma de utilizar las comunidades pesqueras también ocurre por fuera de México. En Ecuador, los pescadores se han visto obligados a actuar como mulas, llevando cargamentos de cocaína a embarcaciones más grandes en alta mar. En todo el continente americano, el 13 por ciento de las incautaciones de drogas en el mar en 2019 involucraron buques pesqueros.
Y los tripulantes de las pesqueras, ya sea que trabajen como mulas de manera voluntaria o coaccionadas, suelen ser fáciles de conseguir. En 2017, 300 pescadores de las provincias de Manabí y Esmeraldas, en el oeste de Ecuador, estaban en la cárcel por transportar drogas en el mar. Algunos de ellos incluso han sido encarcelados en penitenciarías federales en Estados Unidos.