Una decena de países están experimentando incrementos en los casos de coronavirus semanas después de poner en marcha la reapertura de sus actividades económicas.
Por Icíar Gutiérrez y Raúl Sánchez
Madrid, España, 28 de julio (ElDiario.es).– Al menos nueve países europeos, entre ellos España, están experimentando en estos momentos aumentos en el número de casos conocidos de COVID-19 semanas después de haber iniciado procesos de desescalada y en pleno periodo estival, según un análisis de ElDiario.es basado en los datos recopilados por la Universidad Johns Hopkins –que en gran medida depende del volumen de pruebas practicadas–.
Son Francia, Bélgica, Países Bajos, Alemania, República Checa, Eslovaquia, Polonia y Rumania. El incremento es más o menos intenso en función del país, pero a todos ellos les une que los contagios detectados están creciendo a una mayor velocidad que en otros vecinos europeos, con repuntes de un 30 por ciento más de casos respecto a la semana anterior, de acuerdo con las cifras de la universidad con sede en Baltimore. No obstante, hay diferencias entre estos territorios en cuanto al impacto: si bien Alemania está registrando una media de 561 infecciones nuevas diarias para casi 84 millones de habitantes, en Rumanía esta cifra supera las mil para 19 millones de ciudadanos.
Un indicador que ofrece una fotografía de la situación epidemiológica actual es la incidencia por habitantes en las últimas dos semanas. Si se observa este dato, España tiene la quinta incidencia más alta de la Unión Europea, con 396 infecciones por cada millón en los últimos 14 días, según el análisis de este medio. A la cabeza en esta lista está Luxemburgo, seguido de Rumanía (637 por cada millón de habitantes), cuya curva continúa disparándose, por lo que ha extendido el estado de alerta hasta mediados de agosto mientras varios países europeos han restablecido restricciones de viaje para quienes provengan de territorio rumano.
A continuación, están Bulgaria (457) y Suecia (406), aunque en la nación nórdica los nuevos casos están bajando ligeramente. Por debajo de nuestro país está, muy cerca, el vecino Portugal –donde la curva en estos momentos es una meseta y los contagios parecen descender también levemente, pero mantiene la sexta incidencia más elevada de la Unión (358)–, Bélgica (286) y Croacia (276). La incidencia es peor a la de España en varios territorios de la región que no son parte de la UE, como Montenegro, Macedonia del Norte, Moldavia, Bosnia, Serbia, Rusia, Andorra y Albania.
En declaraciones a elDiario.es, la rama europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha manifestado su preocupación por “el resurgimiento de los casos en algunos países” del continente. “En la actualidad no existe una cura para esta enfermedad y ningún país está libre de riesgos. Pero si se comprenden los riesgos y se actúa en consecuencia, la transmisión de la enfermedad puede suprimirse, incluso en los países que experimentan transmisión comunitaria”, señala un portavoz de la agencia. Desde la OMS siempre han defendido que el repunte de los casos es esperable tras suavizar las restricciones, pero han hecho énfasis en la necesidad de desplegar medidas con rapidez para evitar que la situación se salga de control.
“Una de las mayores amenazas actuales es la autocomplacencia: esta pandemia no ha terminado y su continuación seguirá estando determinada por las medidas que adopten los países y las personas. Los gobiernos deben seguir siendo diligentes y tomar decisiones basadas en pruebas para proteger tanto a sus poblaciones como a sus economías, utilizando los instrumentos de salud pública que sabemos que funcionan, entre ellos las pruebas y el aislamiento de los casos, la localización y la cuarentena de los contactos”, reiteran. “Las personas necesitan saber dónde está el virus y cómo pueden minimizar el riesgo para ellas mismas y para los demás”, insisten, tras lo que enumeran las medidas más repetidas en los últimos meses como la distancia física, el uso de mascarillas “cuando sea apropiado” o el lavado de manos.
En su último informe semanal, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC) informó de una tendencia creciente de los casos, presentes entre uno y 39 días, en Bélgica, Bulgaria, República Checa, Francia, Luxemburgo, Rumania, España y Reino Unido. El ECDC matiza que las tasas de notificación “dependen en gran medida de otros factores, uno de los cuales” es la proporción de pruebas practicadas. Dinamarca tiene la tasa de evaluación, seguida por Reino Unido, Malta, Irlanda y Portugal. No obstante, la agencia sanitaria pone también el foco en otro dato, como la ocupación de hospitales y/o las UCI debido a la COVID-19, que está aumentando en Bulgaria, Croacia, República, Luxemburgo, Rumania y Eslovenia.
LA PREOCUPACIÓN SE EXTIENDE DE BÉLGICA A ALEMANIA
Tras haber doblegado la curva en abril con uno de los confinamientos más laxos de Europa –y también un volumen de casos totales mucho menor al de sus vecinos–, Bélgica se embarcó en su desescalada a lo largo del mes de mayo. Las nuevas infecciones se han mantenido en niveles relativamente bajos a lo largo de junio, pero han comenzado a repuntar en un mes después: si a principios de julio rondaban un promedio semanal inferior a 90, ahora esta cifra es superior a los 300. Especialmente golpeada se ha visto la ciudad de Amberes, que ha asistido a un aumento del 500 por ciento en sus casos semanales.
El repunte ha llevado el Gobierno a anunciar este lunes una serie de medidas restrictivas, como una fuerte reducción de los contactos sociales permitidos, con el objetivo de evitar un nuevo confinamiento nacional. El número de personas autorizadas a asistir a eventos públicos también se reducirá a la mitad y la población debe teletrabajar desde casa tanto como sea posible. “Estamos actuando de nuevo hoy para mantener la situación bajo control y evitar un confinamiento general”, ha dicho la primera ministra belga. La semana pasada, Bélgica –con una de las incidencias más altas de la UE– puso fin a la flexibilización de las restricciones. En Amberes ha se ha impuesto un toque de queda nocturno, con bares y restaurantes que cerrarán a las 23 horas y la orden de quedarse en casa desde esta hora.
Desde que se relajaron las restricciones, las autoridades alemanas han lidiado con brotes en varios entornos, incluyendo las plantas de procesamiento de carne, residencias de mayores y hospitales, así como en el contexto de familias o eventos religiosos. A ojos de la OMS, Alemania es un país que suele reaccionar con rapidez y que cuenta con sistemas eficaces para detectar y responder a un resurgimiento de los casos. Este lunes, el Gobierno alemán ha anunciado que impondrá test obligatorios de coronavirus para todas las personas que regresen de zonas consideradas de riesgo, que deberán determinar qué países o regiones deben considerarse zonas de riesgo. Según informa EFE, el criterio básico es que se hayan dado más de 50 nuevos contagios por cada 100 mil habitantes en el curso de los últimos siete días.
CURVA ESTABLE EN ITALIA
En otros países del continente como Suiza, Eslovenia, Serbia, Bulgaria, Ucrania, Dinamarca, Moldavia e Italia, las infecciones están creciendo ligeramente. Pero Italia, que fue el primer país europeo seriamente golpeado por el virus, mantiene una incidencia muy baja (la 22º de 27 Estados) de la UE, con 51 positivos por cada millón de habitantes. La curva, que también fue aplanada en abril, se mantiene de momento relativamente estable en territorio italiano casi tres meses después de dar comienzo a su desescalada, con una media de alrededor de 240 infecciones diarias, muy por debajo de otros países vecinos.
En su último boletín, el ministerio de Sanidad italiano retrata una situación estable a nivel nacional “en la que persiste una transmisión generalizada del virus que, cuando se dan condiciones favorables, da lugar a brotes incluso a gran escala, a veces asociados a la importación de casos procedentes de países extranjeros”. Sin embargo, matiza que el número de nuevos casos de infección “sigue siendo bajo en general”, algo que atribuye “a las actividades de rastreo y de pruebas que permiten romper de raíz las posibles cadenas de transmisión”.
No obstante, las autoridades piden no bajar la guardia y alertan de la posibilidad de que la tendencia se invierta en las próximas semanas y los casos aumenten significativamente si no se cumplen las medidas de cuarentena. También, informan de que la edad media de los casos diagnosticados en la última semana es ahora de unos 40 años. “Esto se debe en parte a las características de los brotes en los que se observa una disminución de la participación de las personas ancianas y en parte a la identificación de casos asintomáticos mediante la detección en grupos de edad más bajos”. Esto, indican, conlleva un “menor riesgo a corto plazo de una posible sobrecarga” de los servicios sanitarios.
En los medios italianos ya resuena la pregunta de por qué los datos del país son mejores que los de otros socios europeos. Hay opiniones de todo tipo. Mientras algunos expertos consideran que los casos están bajo control y el sistema de momento parece capaz de seguir y aislar los casos, otros, como Andrea Crisanti, profesor titular de Microbiología de la Universidad de Padua, han cuestionado en entrevistas con la prensa local que tal vez no se “está buscando lo suficiente”. “No digo que no debamos ver destellos de esperanza, pero sí digo a los italianos que tengan en cuenta que el peligro no ha pasado”.