Francisco Javier Pizarro
28/06/2020 - 12:02 am
Capitalismo digital, el nuevo virus neoliberal
El capitalismo digital es una nueva forma de operar que incrusta las tecnologías de la información en todos los procesos económicos, sociales, políticos y culturales.
No cabe la menor duda que la pandemia ha despertado la conciencia social y abierto los ojos a millones de personas, las cuales se han dado cuenta en carne propia, que el sistema neoliberal y la economía globalizada es un virus más letal para el ser humano y el planeta que la COVID-19.
La oligarquía financiera y las grandes empresas están conscientes que el orden social neoliberal ha entrado una aguda crisis, por lo que han optado por el “capitalismo digital”, que ya está en marcha con la tecnología 5G, que ha desplazado el eje de la acumulación capitalista y fortalecido el capital financiero y la información.
La conectividad digital es ahora la nueva fuente de la acumulación del capital, la explotación del planeta y, sobre todo, el control de la sociedad, pues convierte a cualquier ciudadano en una fuente inagotable de todo tipo de información: describe lo que hacemos, nuestros gustos y preferencias, deseos, y nos ubica a través de la geolocalización, como ha quedado fehacientemente demostrado en China en el caso de la pandemia.
Además, la personalización de los consumos de los ciudadanos conduce una economía manipulada por el deseo, no por la necesidad. El capitalismo digital es una nueva forma de operar que incrusta las tecnologías de la información en todos los procesos económicos, sociales, políticos y culturales.
Los programas y algoritmos que dan vida a los bots y diversas plataformas del Internet a las que se accede con una aplicación han sido elaborados teniendo como eje el comportamiento de quienes los utilizan en beneficio de su propio interés, y, además, en contra de quienes no se dejan manipular.
Un caso paradigmático de ello es la denuncia del Primer Ministro de Australia, de que su nación había sido víctima de un ciberataque muy sofisticado de un “actor estatal extranjero” que actuó contra los sistemas informáticos del gobiernos, administraciones y empresas. (Fuente: Ámbito en Hilo directo)
En síntesis, se abocan no solo en extraer datos personales sino también en influir decisivamente y moldear los comportamientos de sus lectores y, con ello, controlar las relaciones sociales en todo el planeta.
El capitalismo digital ha creado una mercancía ficticia de la mano de las tecnologías cibernéticas, “fruto de la expropiación de las experiencias humanas reales cuyos cuerpos, pensamientos y sentimientos son tan vírgenes e inocentes como eran las praderas y bosques de los que rebosaba la naturaleza antes de que el mercado los absorbiera”, señala la psicóloga social Shoshana Zuboff.
Agrega: “Siguiendo esta lógica, la experiencia humana se encuentra mercantilizada por el capitalismo de vigilancia para renacer en forma de ‘comportamientos’. Estos traducidos a datos, se colocan en la interminable cola que alimenta la máquina ideada para, a partir de ellos, realizar predicciones que se compran y se venden”
Coincido con ella. En el capitalismo digital quien controla los datos y la información lo controla todo. Eso explica en buena medida, la acre confrontación entre Estados Unidos y China, potencias mundiales que libran una ferviente disputa entre las grandes corporaciones tecnológicas norteamericanas (Amazon, Facebook, Apple, Microsoft, y Alphabet) y las tecnologías chinas (Alibaba, Baidu, Huawei y Tencent), por el control de los mercados de los países subdesarrollados, lo que está propiciando una batalla por quien avanza más en la innovación tecnológica cibernética y guerras comerciales.
China va ganando la partida. El martes pasado el Departamento de Comercio de EU dio a conocer una nueva norma que permite que compañías locales trabajen con la empresa china Huawei para desarrollar la tecnología del 5G y otras tecnologías de punta -pese a las restricciones impuestas por Trump- para hacer negocios con el fabricante de equipos de telecomunicaciones, dio a conocer la agencia Reuters.
El mundo digital se alimenta con un gasto de energía cada vez mayor, lo que ha provocado una devastación del medio ambiente y se ha convertido en fuente de conflictos económicos y sociales. Como siempre, los más afectados es la población más pobre a nivel mundial.
El capitalismo digital acumula cada vez más poder y recursos; va a dejar sin empleo a millones de trabajadores que serán sustituidos por la tecnología robótica en las grandes actividades productivas.
Las plataformas digitales, en lo que va de la pandemia de coronavirus, son las que han obtenido ganancias astronómicas del mercado mundial con la digitalización del sistema agroalimentario, lo que propició el despido de millones de migrantes, trabajadores informales y temporales rurales y urbanos, como dio a conocer en La Jornada la investigadora del Grupo ETC, Silvia Ribeiro.
Me pregunto y les pregunto a ustedes, entrañables lectores: ¿Cuál es el antídoto de este virus digitalizado? Desde mi modesto punto de vista, el fortalecimiento de una economía regulada y la consolidación de un Estado de bienestar social.
La pandemia nos ha dejado grandes lecciones de vida durante esta prolongada contingencia que la sociedad no debe olvidar.
En primer lugar, nos hizo ver que la vida y la salud de los ciudadanos es el capital más valioso de todo ser humano, por lo que la Organización Mundial de la Salud debe exigir a los gobiernos de todas las naciones garanticen a todos los habitantes del planeta un sistema de salud pública eficiente y gratuito, al menos a la población más pobre y vulnerable.
En segundo lugar, el confinamiento nos enseñó que la familia es la base fundamental del tejido social, por lo que es obligado protegerla y exigir que se castigue severamente la violencia doméstica a mujeres y niños, ya sea física, psíquica o moral.
La sana distancia con amigos, compañeros de trabajo o escuelas nos dejó en claro que el individualismo ególatra es un cáncer de las relaciones sociales que norman el comportamiento de las personas de la estructura de la sociedad.
La precaria situación económica generada por la pandemia refrendó una vez más que la indigencia no es consecuencia de las políticas económicas y de austeridad que ha puesto en marcha el Presidente de la República, sino de la desigualdad social imperante, fomentada al extremo por el neoliberalismo y ahora, con su post capitalismo digital, que como hemos comentado, prefiere invertir más en la tecnología cibernética en vez de aportar recursos para mejorar los sistemas de salud pública, la producción de alimentos sanos, no la “comida chatarra” que promueven a sabiendas de que vulneran nuestro sistema inmune.
Veremos y diremos, si la sociedad deja que la roboticen, usurpen el centro magnético de la tierra, pero, sobre todo, si va a avalar que las plataformas cibernéticas controlen y vigilen a los ciudadanos.
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