Arnoldo Cuellar
28/06/2018 - 10:15 am
Pensar el día después
Resulta incomprensible el sentido de objetividad de los políticos en el momento de las elecciones. Más bien, parece que es inexistente.
Resulta incomprensible el sentido de objetividad de los políticos en el momento de las elecciones. Más bien, parece que es inexistente.
Los que creen a pie juntillas en las encuestas estatales, muchas de ellas realizadas por empresas patito o por medios de comunicación que venden el sondeo al mejor postor, se devanan los sesos leyendo ensayos y análisis para convencerse de porqué las encuestas nacionales contienen errores, pese a que casi todas coinciden y son realizadas por empresas de prestigio.
Esos mismos políticos y los analistas que les sirven llaman a no dar todos los votos al mismo partido o coalición a nivel nacional, escuchan a Enrique Krauze y se embelesan: hay que equilibrar al poder.
Sin embargo, eso no opera en Guanajuato, donde el dominio del PAN es absoluto en la gubernatura, el Congreso y los municipios. Esa situación es la que ha permitido una hegemonía sin equilibrios que ha hecho a Guanajuato menos democrático y a los gobiernos panistas menos eficientes, lo que no parece importar mucho.
Ante el manoseo de encuestas y la proliferación de análisis encontrados, lo más seguro es que tengamos muchos electores sumidos en el desconcierto y haciendo caso solo al instinto, mientras los aparatos de los partidos hacen de las suyas comprando votos de quienes se dejen.
Pase lo que pase, sea lo previsible o si rompe lo imprevisto, quizá lo más valioso que debe surgir después del próximo domingo es la claridad de que la sociedad mexicana, y la guanajuatense no es la excepción, solicita cambios urgentes no solo en las instituciones gubernamentales, sino también en la propia arquitectura del sistema de partidos.
Por eso, después de la elección viene lo más difícil. Gobernar el país, el estado y los municipios no puede volver a ser un ejercicio de frivolidad, esa misma que nos ha situado en un escenario insostenible de enojo social, de subversión criminal, de corrupción desatada e impune, de persistente desigualdad social e insuperables desequilibrios regionales.
Esa combinación nos ha colocado en la tesitura de ver amenazada otras fortalezas del país y de Guanajuato: el buen desempeño económico, las oportunidades para las inversiones, los atractivos turísticos.
Lo que emerja después de la elección puede ser diferente a lo que todos esperan, pero sin duda tendremos que reconstruir los acuerdos para ubicar las amenazas y los enemigos de nuestra viabilidad como sociedad y como democracia.
Así que, después de los 3 días que quedan de alardes, descalificaciones y encuestas contradictorias, vendrá el verdadero trabajo: volvernos a poner de acuerdo en los mínimos necesarios para transitar el camino minado que nos espera.
Hay que recordar que en política, como en la vida, nunca se gana todo y tampoco se pierde todo. Es hora de traerlo a cuento.
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