Jesús Silva-Herzog Márquez habló con SinEmbargo sobre Andar y ver, su tercer cuaderno de ensayos que reúne sus apreciaciones sobre las obras y artistas que lo han inspirado a lo largo de su vida.
Ciudad de México, 28 de mayo (SinEmbargo).– Jesús Silva-Herzog Márquez, reconocido analista político, por momentos toma un respiro del golpeteo constante de la arena pública y emplea su pluma para escudriñar en los productos de la creación humana: poesía, artes visuales, arquitectura, música, filosofía, botánica, cine y televisión.
Cada una de estas expresiones pasa a revisión en Andar y ver (Taurus) el tercer cuaderno de ensayos donde Silva-Herzog Márquez reúne sus escritos sobre el arte y sus creadores que sacuden una fibra de su interior. En este caso, los textos corresponden al periodo 2011-2023 en donde ensaya otro tipo de escritura en la que converge por instantes el lenguaje poético.
No obstante, Jesús Silva-Herzog Márquez coincide que aún con su capacidad liberadora, el arte no está exento de la crítica y mucho menos de la política. “Yo creo que en todo arte hay un filo crítico, es decir, hay una imaginación que se desprende del discurso, del relato, de la expresión tradicional, y por eso tiene este poder de sacudirnos, de conmovernos, de alguna manera”, compartió el autor en entrevista con SinEmbargo.
Para él ese filo puede expresarse en términos políticos al tiempo que puede significar una denuncia a un régimen, a un modelo económico, a una fe, “pero también puede ser un filo crítico que se expresa simplemente como una voz discordante en el mismo campo de la cultura”.
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—¿Este tipo de escritura crítica en qué medida se vuelve un respiro para todo el asedio político?
—Es un espacio que refresca frente al golpeteo constante de los fenómenos políticos, creo que cuando uno hace crítica de la política es normalmente a partir de una denuncia, de lo que uno trata de expresar, a partir de la indignación, de la irritación ante lo que hace la clase política, yo creo que básicamente la mexicana, en mi caso. En el ámbito de la cultura, en la reflexión sobre un libro, una película, un disco, hay una aproximación radicalmente distinta que tiene qué ver con el gozo, con el placer que a uno le puede generar estos encuentros con la inteligencia, con la imaginación de grandes creadores.
—Escribes a partir de tus experiencias con otro tipo de creaciones, música, escultura, literatura, filosofía, pero lo haces a manera de un diálogo ¿es una interlocución con el lector?
—El sentido básico de todas estas notas es tratar de comunicar, tratar de transmitir lo que uno percibe, lo que uno aprecia. El disfrute es incompleto si no se comparte, pues este reflejo natural me parece, siento, que lo tenemos todos, en el momento que uno descubre que uno disfruta mucho una película, lo que uno tiene ganas de hacer de inmediato, es primero platicar de la película y luego recomendarla a quien podamos, yo creo que es este mismo afán que está detrás de los textos.
—¿Este tipo de ensayos se aproximan más a la esencia de la naturaleza humana o lo hacen los de tipo político?
—En estas expresiones de la cultura en el genio de los grandes escritores, en la poesía, en esta habilidad que tienen los actores para encarnar personajes, la comunicación que puede lograrse a partir de la música, sí encontramos nosotros una pista para encontrar algo que es muy profundo. Me parece que eso trasciende las fronteras de lo nacional, del presente, incluso, yo creo que sí nos hace de alguna manera comunicarnos con lo que nos es esencial. Y en el otro ámbito, en el ámbito de la política, lo que enfrentamos constantemente son ejercicios del poder que de una u otra manera son gestos muy distintos de la experiencia humana.
—¿En qué punto se encuentran la política y el arte?
—Me parece que la actividad política es otra expresión de la cultura, creo que implica una noción de lo que somos, una interpretación del lugar de donde venimos, hay necesariamente una fabricación de un imaginario común, de un relato colectivo, todas estas exigencias son exigencias que tienen una lógica de poder de persuasión política y se expresan a través de dispositivos culturales, porque ahí encontramos muchos puntos de conexión, me parece que en nuestro tiempo esto se ve, incluso, más intensamente con esta fuerza de la dimensión discursiva, retórica, emocional que creo que en el mundo tienen en estos tiempos mayor impacto.
—¿El arte tiene un punto crítico o sólo se atañe a lo expresivo?
—Yo creo que en todo arte hay un filo crítico, es decir, hay una imaginación que se desprende del discurso, del relato, de la expresión tradicional, y por eso tiene este poder de sacudirnos, de conmovernos, de alguna manera. El arte no puede ser el rumor de fondo que es indistinguible de lo que acontece cotidianamente, tiene que plantarse como algo que te llama a la concentración, a la atención, que te inquieta a veces, que te perturba, y yo creo que por eso ahí hay siempre un filo crítico, ese filo puede expresarse en términos políticos, puede ser una denuncia a un régimen, a un modelo económico, a una fe, pero también puede ser un filo crítico que se expresa simplemente como una voz discordante en el mismo campo de la cultura, pero sí, no puede haber un arte que no sea una toma de posición frente al entorno, una toma de posición crítica frente al entorno.
—¿Has pensado sumergirte o desarrollar ese lenguaje poético que por momentos uno se encuentra a lo largo de tus letras?
—Siempre me ha atraído mucho, me admira la capacidad de encontrar la miga de la cosas en palabras que no sólo son certeras sino no que tienen una dimensión estética, me atrae la idea de aprender de alguna manera de sus recursos, de sus fórmulas, pero siento que lo mío no está por ahí.
Me atrae la expresión del ensayo, entendida así como un género de la literatura, como un género que es no solamente una búsqueda de la comunicación, del conocimiento sino también la búsqueda del estilo, un respeto de la forma, eso es lo que a mí me atrae enormemente.