En los últimos años, según la OCDE, México puso un pie adelante para tratar de reducir su huella de emisiones de carbono. Sin embargo, la calidad del agua y del aire no mejoró sustantivamente durante el sexenio pasado. Y en general, los resultados “visibles y medibles” en materia ambiental del Gobierno peñanietista fueron, más bien, el resultado de una desaceleración en comparación con los sexenios anteriores, de acuerdo con las cifras oficiales.
Ciudad de México, 28 de mayo (SinEmbargo).- La calidad del medio ambiente en México durante el sexenio pasado experimentó avances y retrocesos. Pero en general su desempeño se estancó, de modo que ni el aire que respiramos ni el agua que bebemos mejoraron.
Para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), aunque “México ha dado grandes pasos [en los últimos años] para fortalecer su política ambiental y desarrollar un enfoque coherente para múltiples problemas ambientales”, aún tiene un “importante” reto para “descarbonizar” gran parte de sus sectores productivos.
Por ejemplo, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) reconoció en su penúltimo informe (2015) de calidad ambiental que la huella ecológica estimada de los mexicanos “pasó de tener un crédito ecológico de alrededor de 2 hectáreas globales” en 1961, a tener “un déficit de 1.6 hectáreas globales” al corte de 2012.
Esto significa que en 50 años las necesidades de los mexicanos excedieron la biocapacidad de su territorio, o bien la capacidad de sus áreas biológicamente productivas para generar recursos y absorber los desechos resultantes de su consumo.
En los últimos 18 años, empero, la Semarnat fue dirigida por seis funcionarios públicos, de los cuales, sólo uno –Víctor Lichtinger Waisman (2000-2003)– contó con conocimientos y experiencia afines suficientes para enfrentar el reto en materia ambiental a nivel nacional.
Las cifras oficiales plantean que bajo la dirección de Juan José Guerra Abud (del 1 de diciembre de 2012 al 27 de agosto de 2015) y Rafael Pacchiano Alamán (del 27 de agosto de 2015 al 30 de noviembre de 2018) –ambos ingenieros industriales e integrantes del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), la calidad del agua y del aire no mejoró para dar los resultados “visibles y medibles” anunciados por el Presidente Enrique Peña Nieto en su Sexto Informe de Gobierno de 2018.
Por un lado, entre los sexenios de Vicente Fox Quesada y Peña Nieto las aguas de “excelente” y “buena” calidades sufrieron un ligero retroceso de 1.6 y 0.8 puntos porcentuales, respectivamente. Asimismo, la cantidad de agua “fuertemente contaminada” fue a la baja en casi tres puntos y el agua contaminada se mantuvo prácticamente igual (+0.1%). Por su parte, las aguas de “aceptable calidad” repuntaron en 5.1 puntos porcentuales.
De este modo, la tendencia general indica que la calidad del agua en México ha ido en retroceso, aunque los grados de contaminación de las mismas también. Esto implica que, en 17 años, aunque México tendió a tener una calidad del agua cada vez más “aceptable”, hubo un estancamiento por el descuido de las aguas de mayor calidad, con reducción de las aguas más contaminadas.
“Cuando el agua no reúne los requisitos de calidad para el consumo humano puede ser vehículo de bacterias, virus o protozoarios entéricos que causan afecciones conocidas genéricamente como ‘enfermedades de origen hídrico’”, se lee en el “Informe de la Situación del Medio Ambiente en México” (2015).
Lo anterior implica un problema grave para el país considerando que, según la OCDE, “en las próximas dos décadas México tendrá que proveer de agua potable a 36 millones de personas adicionales”, cuando en México la cantidad y calidad del agua es “vulnerable”, en un entorno de cambio climático en que “la vulnerabilidad crecerá, siendo las regiones hidrológico-administrativas más afectadas la Noroeste y Río Bravo, seguidas de Cuencas Centrales del Norte, Baja California y Valle de México”.
A pesar de las cifras oficiales sobre la calidad del agua potable, “en México el 68 por ciento de los habitantes dicen estar satisfechos con la calidad del agua, cifra menor que el promedio de la OCDE de 81 por ciento”, refieren los resultados de su Índice de “Mejor Vida” 2018.
EL AIRE
Por otro lado están los indicadores de calidad del aire en México, según los cuales, entre el 1 de enero y el 21 de mayo de 2019, cuatro de cada 10 días tuvieron bajos índices de contaminación aérea a nivel nacional.
A pesar de que esta proporción ha mejorado en los últimos cuatro años, no obstante es 6.6 puntos porcentuales inferior al promedio nacional durante el mismo periodo de 2015. Además, hoy en día la calidad del aire en México es prácticamente la misma (a nivel nacional) que en 2008, según los registros de “IMECA Máximos Diarios” de la Secretaría del Medio Ambiente capitalina (Sedema).
Inclusive la OCDE reconoce que en la actualidad los niveles de partículas PM2.5 –que son las más cancerígenas y peligrosas para el ser humano– “son de 15.6 microgramos por metro cúbico, cifra mayor que el promedio de la OCDE de 13.9 microgramos por metro cúbico, y mayor que el límite anual recomendado de 10 microgramos por metro cúbico establecido por la Organización Mundial de la Salud”.
La contaminación del aire en México es grave.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), hasta 2017 las infecciones respiratorias agudas (IRA) –junto con las enfermedades diabéticas agudas y el VIH– representaron “más del 50 por ciento del total de defunciones por causas sujetas a vigilancia epidemiológica”. Y hasta 2014, de acuerdo con datos de la Semarnat, “la tasa de morbilidad por IRA fue de 25.12 miles de casos por cada 100 mil habitantes”.
Para la OCDE, los problemas ambientales “tienen una fuerte relación con el bienestar social y el desarrollo económico. En alguna medida, sus impactos afectan aspectos sociales tan importantes como la salud o la seguridad alimentaria, motivan la migración y repercuten también en la actividad económica en el territorio y sus intercambios con el exterior”.
Pese a su importancia, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto la Semarnat sufrió recortes presupuestarios y no estuvo exenta de gastos dispensables que supusieron una oportunidad de ahorro.
Sólo entre 2013 y 2018, su presupuesto ejercido decayó en 23 por ciento, al pasar de 56.5 a 43.6 mil millones de pesos. Y mientras que el gasto dispensable repuntó durante el sexenio, el presupuesto para los 28 programas más “destacados” según la Cuenta Pública de 2013 sufrió, año con año, descalabros promedio de 15.8 puntos porcentuales.
No obstante las deficiencias, “México ha dado grandes pasos [en los últimos años] para fortalecer su política ambiental y desarrollar un enfoque coherente para múltiples problemas ambientales”, según OCDE. La organización internacional reconoce que en materia de generación de energía, México utiliza en mayor proporción (37 por ciento) el gas natural, “que tiene una calificación fiscal de carbono cero”, en comparación con el uso de energías renovables (28 por ciento), petróleo (24), carbón (ocho) y fuentes nucleares (tres).
La expectativa para 2022 es que la generación eléctrica del país provenga en un 86 por ciento de energías renovables y 14 por ciento de gas natural. Sin embargo, en México aún persiste la necesidad de “descarbonizar” varios de sus sectores productivos y reducir aún más los llamados costos totales por agotamiento y degradación ambiental (CTADA).
Los datos de la OCDE refieren que entre 2015 y 2018, los CTADA –causados principalmente por la contaminación del aire– decayeron en nueve puntos porcentuales. Esto, según el costo estimado de los CTADA en 2014 (911 mmdp) y a precios de 2018, implicaría un ahorro potencial de 96.2 mil millones de pesos al año. Pero para ello, será necesario resolver algunos de los grandes problemas nacionales en materia ambiental, que aún persisten.
ÁREAS NATURALES PROTEGIDAS
En los sexenios de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, la proporción de áreas protegidas como porcentaje de la superficie nacional terrestre fue al alza en 2.6 y 1.2 puntos porcentuales. Pero durante los años de gobierno de Enrique Peña Nieto, la tendencia fue negativa con una reducción de 2.1 puntos porcentuales, de acuerdo con cifras del Gobierno federal.
En contraste, las unidades para la conservación, manejo y aprovechamiento sustentable de la vida silvestre, que son incubadoras de fauna y flora, aumentaron en 4.5, 4.8 y 0.4 puntos porcentuales, respectivamente.
La tendencia de estas dos cifras indica que, en general, en los últimos 18 años hubo una desaceleración en materia de áreas naturales protegidas y áreas de conservación de vida silvestre, pese y a que durante el último sexenio “se triplicó” la superficie de áreas naturales protegidas, como indica el Sexto Informe de Gobierno de 2018.
A pesar de los esfuerzos y los aciertos, como en los casos de la Biósfera Caribe Mexicano, las Islas del Pacífico de la Península de Baja California, Pacífico Mexicano Profundo y Sierra Tamaulipas, así como las áreas de Protección de Flora y Fauna Bavispe y Cerro Mohinora, en la actualidad el país enfrenta una crisis de vulnerabilidad de especies animales endémicas.
Según datos de la OCDE, México tiene más de 200 mil especies diferentes y alberga al 10 por ciento de la biodiversidad mundial, además de que es uno de los cinco países más ricos en biodiversidad del mundo.
Empero, señala que “la biodiversidad de México y los servicios de sus ecosistemas están bajo amenaza”, ya que “el 27 por ciento de las especies mamíferas, el 21 por ciento de las aves y el 19 por ciento de los reptiles están categorizados, ya sea ‘en riesgo crítico’, ‘en riesgo’ o ‘vulnerable’”.
Asimismo, indica que el 12.5 por ciento de los anfibios, el 6.2 por ciento de los peces y el 1.5 por ciento de las plantas vasculares están bajo riesgo, una situación debida en parte a la expansión de las manchas urbanas, a los “pobres” procesos de agricultura, de ganado y prácticas de manejo forestal, así como a deficiencias en los procesos de construcción de infraestructura pública de transporte, telecomunicaciones, turismo y energía.
REFORESTACIÓN E INCENDIOS
Entre los sexenio de Vicente Fox y Felipe Calderón, la cantidad de hectáreas reforestadas para conservación y plantaciones comerciales aumentó en 80.7 por ciento, al pasar de 1.2 a 2.2 millones de hectáreas.
Sin embargo, entre los sexenios de Calderón y Enrique Peña Nieto este indicador decayó en 50.8 por ciento real, pasando de 2.2 a 1 millón de hectáreas. De este modo, el grado de reforestación en el último sexenio priista fue 11.2 por ciento inferior en proporción, en comparación con el primer sexenio panista.
En contraste, los datos más recientes del Sistema Nacional de Información Ambiental y de Recursos Naturales indican que, entre los sexenios de Fox y Calderón, el promedio anual de incendios forestales se duplicó (al pasar de 7 mil 927 a 15 mil 924 casos). Sin embargo, los incendios forestales fueron en decremento en 8.3 por ciento entre los periodos de gobierno de Calderón y de Peña.
Pese a los buenos resultados, las cifras oficiales indican que hasta el año pasado hubo 84.3 por ciento más incendios que a inicios de los dos miles. En cambio, la cantidad de incendios (6 mil 449) en los primeros seis meses de 2018, comparada con la cantidad de incendios (5 mil 106) en los primeros cinco meses de 2019, señala una reducción proporcional (con ajuste mensual) de 5.7 por ciento entre 2018-2019. Esto quiere decir que este año inició con mejores niveles que el año pasado.
Lo anterior es de suma importancia no sólo en términos medioambientales, sino también en materia de procesos productivos, pues de acuerdo con la Comisión Nacional Forestal (Conafor), pese a que los incendios se deben a cambios naturales (sequías, fuertes vientos y temperaturas elevadas), “sin embargo, más de 90 por ciento de los eventos presentados se debe a causas humanas”.
Los principales factores de incendio son las quemas agrícolas descontroladas, la “imprudencia” de la gente que visita áreas naturales, las actividades agropecuarias que descuidan y erosionan los suelos, así como la tala inmoderada (que deja desperdicios de follaje seco propenso a incendiarse).
VIGILANCIA GUBERNAMENTAL
México ocupa el octavo lugar entre las 40 naciones de la OCDE con los peores resultados en materia ambiental. Para sacar adelante al país, la organización internacional sugiere la adopción de más y mejores “incentivos económicos para alejarse de los combustibles fósiles”, así como la implementación de tecnología renovable que contribuya “a acelerar aún más la transición de México a una economía baja en carbono”.
En este proceso de transición, las evaluaciones e inspecciones a la industria y los sectores productivos de México serán fundamentales. No obstante, los resultados de la administración pasada no fueron del todo positivos en la materia.
Los datos oficiales sobre evaluaciones de impacto ambiental señalan que, entre los sexenios de Fox y Peña, en general, la cantidad de evaluaciones de impacto ambiental y de proyectos y plantas industriales fueron a la baja en 9.3 por ciento, pese y a que en ese periodo la inversión en evaluaciones fue 146.2 por ciento superior. En ese sentido, el costo proporcional por evaluación fue al alza en 171.4 por ciento.
Por su parte, los resultados de las auditorías ambientales –que son voluntarias– refieren que durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, el Gobierno federal otorgó el mayor número de certificados ambientales (5 mil 750) en comparación con los sexenios de Vicente Fox Quesada (3 mil 721) y de Felipe Calderón Hinojosa (1 mil 464).
Sin embargo, la cantidad de “planes de acción firmados” entre enero de 2013 y junio de 2018 fue proporcionalmente la más baja desde el 2001 (31.3 por ciento menos que con Fox y 44 por ciento menos que con Calderón). Los planes de acción son los compromisos de mejora de las empresas evaluadas.
Asimismo están los datos acerca de inspecciones y denuncias ambientales y la tasa mensual de denuncias atendidas y recibidas.
Las cifras oficiales indican que, entre 2001 y 2012, la cantidad mensual de inspecciones ambientales aumentó en 44.5 por ciento. Pero a partir de 2013, esta proporción decayó en 28.3 puntos porcentuales, de modo que en 17 años el control medioambiental se incrementó en un 3.7 por ciento real.
En cuanto a las denuncias se refiere, la tasa mensual de aquellas atendidas en comparación con aquellas recibidas fue a la baja, al pasar de 94.2 a 92.2 por ciento entre los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, además de reducirse a 71.4 por ciento en tiempos del ex Presidente Enrique Peña Nieto.