Más de 150 mil niños nativos fueron obligados a asistir a escuelas cristianas financiadas por el Gobierno, desde el siglo XIX y hasta la década de 1970 en un esfuerzo de aislarlos de la influencia de sus hogares y cultura, convertirlos al cristianismo y asimilarlos en la sociedad general, que gobiernos anteriores consideraban superior.
Por Nicole Windfield
CIUDAD DEL VATICANO (AP) — Líderes indígenas canadienses y sobrevivientes de las conocidas escuelas residenciales en el país se reunieron el lunes con el Papa Francisco y le hablaron de los abusos que sufrieron a manos de trabajadores y sacerdotes católicos, con la esperanza de recibir una disculpa papal y un compromiso de la Iglesia de reparar los daños causados.
“Aunque el reconocimiento, las disculpas y la expiación llegarían con mucho retraso, nunca es demasiado tarde para hacer lo correcto”, dijo Cassidy Caron, presidenta del Consejo Nacional Métis, a la prensa en la Plaza de San Pedro.
Las reuniones de esta semana, aplazadas desde diciembre debido a la pandemia, forman parte de los esfuerzos de la Iglesia y el Gobierno de Canadá para responder a las exigencias indígenas de justicia y reparación, dos antiguas demandas que ganaron fuerza el año pasado tras el descubrimiento de cientos de tumbas sin marcar ante algunas de las escuelas.
Francisco ha reservado varias horas esta semana para reunirse en privado con las delegaciones de las Primeras Naciones, Métis e Inuit, con un asesor de salud mental presente en cada sesión. Los delegados se reunirán después el viernes como grupo para una audiencia más formal, en la que Francisco ofrecerá un discurso.
Caron dijo que Francisco había escuchado atentamente mientras tres de los muchos sobrevivientes métis le contaban sus historias personales, y que había mostrado pesar pero no ofreció una disculpa por el momento. En declaraciones en inglés, repitió las palabras en las que Caron dijo haber hecho hincapié en su intervención: verdad, justicia y curación.
“Me lo tomo como un compromiso personal”, dijo Caron, rodeada de violinistas métis que la acompañaron a la plaza. “Confiamos en que al comprometerse con nosotros, comprometerse a acciones reales, la Iglesia pueda comenzar por fin su propia senda hacia la reconciliación significativa y duradera”, añadió.
Caron vestía una chaqueta tradicional con cuentas elaborada para la ocasión, y la delegación obsequió al papa un par de mocasines rojos con cuentas.
Los mocasines se entregaron “como gesto de la voluntad del pueblo métis a perdonar si hay una disculpa significativa de la Iglesia”, explicó el grupo en una nota. El tinte rojo “representa que aunque el papa Francisco no lleva los zapatos rojos tradicionales de Papa, camina con el legado de los que vinieron antes de él: lo bueno, lo grande y lo terrible”.
Más de 150 mil niños nativos fueron obligados a asistir a escuelas cristianas financiadas por el Gobierno, desde el siglo XIX y hasta la década de 1970 en un esfuerzo de aislarlos de la influencia de sus hogares y cultura, convertirlos al cristianismo y asimilarlos en la sociedad general, que gobiernos anteriores consideraban superior.
El Gobierno canadiense ha admitido que los abusos físicos y sexuales eran rampantes, y que se golpeaba a los alumnos por hablar sus lenguas nativas. Esa herencia de abusos y aislamiento ha sido mencionada por líderes indígenas como una causa crucial para las tasas epidémicas de drogadicción y alcoholismo en las reservas.
Casi tres cuartos de las 130 escuelas residenciales estaban gestionadas por congregaciones misioneras católicas.