Muchas de las medidas contra para evitar la propagación de la COVID-19 están enfocadas en la interacción de personas jóvenes –cierre de escuelas y bares–. Un estudio explica que pese a que hay un gran porcentaje que incumple las medidas contra el virus, hay otro también numeroso que sí las acata por lo que “no parece justo culpar a toda una generación por el avance de la pandemia”.
Por Izabela Zych
Profesora Titular, Universidad de Córdoba
Y Joaquín Rodríguez Ruíz
Departamento de Psicología, Universidad de Córdoba
Madrid, 28 de marzo (The Conversation).– A la salida del instituto se puede ver a un pequeño grupo de adolescentes abrazándose, golpeándose cariñosamente y con la mascarilla bajada. “Estos tienen la culpa de casi todos los contagios”, se escucha decir a una persona de avanzada edad que presencia la escena.
Entre tanto, en el parque, un puñado de adolescentes charlan con mascarillas. Guardan la distancia social y echan mucho de menos a ese abrazo que no se han dado desde hace un año. A pesar de haber cumplido con todas y cada una de las medidas anti-COVID, han sido señalados como culpables de los contagios. Sufren por la pandemia y sufren por haber sido señalados de manera injusta.
Desde el inicio de la pandemia de COVID-19 se ha puesto el foco sobre los más jóvenes como posibles agentes de mayor transmisión del virus. Las conductas de riesgo que suelen atribuirse a los adolescentes y su tendencia a romper las normas, unidas a la discutida consideración de niños y niñas como “supercontagiadores”, pueden ser la base de algunas decisiones tomadas en el último año.
El ejemplo más esclarecedor lo encontramos en el cierre de los centros escolares como una de las primeras medidas, incluso antes de las restricciones a la movilidad o a grandes concentraciones de personas.
Por otro lado, algunas de las medidas tomadas para frenar la expansión del virus afectan al consumo de sustancias. Se ha limitado el consumo de tabaco por considerarse una conducta incompatible con el uso de la mascarilla y por el riesgo de contagio a través de aerosoles. También se ha producido una progresiva limitación del horario de apertura de hostelería y locales de ocio nocturno. Se argumentaba que, a medida que el consumo de alcohol aumentaba durante la noche, disminuía el cumplimiento de medidas para evitar contagios.
DE LAS SUPOSICIONES A LOS HECHOS
Sin embargo, estas creencias no suelen basarse en estudios científicos. Antes de señalarles con el dedo, es necesario profundizar en el conocimiento sobre el cumplimiento de las normas anti-COVID por parte de adolescentes españoles y su posible relación con otros factores como el consumo de sustancias.
Eso es precisamente lo que hicimos en nuestro estudio llevado a cabo con 909 estudiantes de 1º y 2º de la ESO de Córdoba, aún no publicado. Concretamente nos centramos en su nivel de cumplimiento de medidas contra la COVID-19, su vivencia de la pandemia, el consumo de sustancias y su relación con el cumplimiento de medidas anti-COVID.
1.– En cuanto al cumplimiento de medidas y vivencia de la pandemia en la adolescencia, detectamos que, dos tercios aseguran que siempre utilizan la mascarilla. No obstante y a pesar de su obligatoriedad, un tercio de los adolescentes encuestados reconoce que no siempre la usa cuando pasa tiempo con sus amigos.
2.– En lo que respecta a la distancia social, más del 40 por ciento declara cumplirla al menos a diario. A su vez, tan solo el 12.9 por ciento cumple todo el tiempo con la distancia social mientras pasa tiempo con sus amigos. Más de una cuarta parte declara no hacerlo nunca.
3.– Otra cosa que les cuesta reprimir es el contacto físico. Más del 66 por ciento de los participantes en la encuesta dice tener contacto físico con sus amigos para besarlos o abrazarlos desde el inicio de la pandemia. Un tercio declara no hacerlo nunca.
4.– La vivencia de la pandemia a estas edades es más heterogénea. El 25.5 por ciento de los encuestados decía sentirse mal en relación a la pandemia todos los días o todo el tiempo, frente al 28.9 por ciento que no se siente mal nunca. Una cuarta parte se siente mal alguna vez al mes, mientras que una quinta parte se siente mal alguna vez a la semana.
Las medidas de prevención en su conjunto eran más cumplidas, de media, por los chicos que por las chicas. Este hecho podría explicarse por la tendencia cultural de las chicas a mantener mayor contacto físico en sus interacciones.
También se detectó que las normas se cumplían más en 1º que en 2º de ESO. El alumnado de 2º se encuentra en un estadio más avanzado de la adolescencia, con lo que es posible que asuma más riesgos y tenga una mayor tendencia a romper las normas.
¿SE RELACIONA EL CONSUMO DE SUSTANCIAS EN LA ADOLESCENCIA CON EL INCUMPLIMIENTO DE MEDIDAS?
Los participantes de nuestro estudio respondieron a preguntas relativas a su frecuencia de consumo de sustancias lícitas (cerveza, vino, alcohol fuerte y tabaco) e ilícitas (cannabis, cocaína y otras drogas fuertes) en el último año. Al relacionar el consumo con el cumplimiento de medidas se encontró que las sustancias que conllevan un menor cumplimiento de medidas eran el alcohol fuerte y el tabaco.
El informe sobre la adolescencia en España HBSC 2018 (“Health Behaviour in School-aged Children”) destaca el período de 13-15 años como el más frecuente para el inicio en el consumo de alcohol y tabaco en la adolescencia. A estas edades, el consumo suele ser una actividad social que se hace en grupo, lo cual podría explicar su relación con el incumplimiento de normas.
También es importante tener en cuenta que, al llevar a cabo conductas de consumo en grupo, en ocasiones comparten diversos objetos. Es decir, pueden beber de la misma botella o vaso o fumar del mismo cigarro. Esto incrementaría aun más el riesgo de contagio.
Por otra parte, puede resultar sorprendente que no hayamos encontrado la relación entre el uso de drogas ilegales y más duras con el incumplimiento de medidas anti-COVID, ya que son las que pueden causar mayor desinhibición y su consumo supone una mayor ruptura de las normas.
Sin embargo, tiene una explicación. Este tipo de sustancias aun no gozan de mucha aceptación social a estas edades tan tempranas. Quienes las consumen en este período puede que lo hagan en soledad (aislamiento social) o como una conducta de ocultación. Esto explicaría nuestros resultados, aunque es necesario profundizar en este tema a través de estudios con otros grupos de edad.
En definitiva, los resultados apuntan a la necesidad de una mayor concienciación entre los adolescentes sobre la importancia de respetar las medidas de prevención, así como disminuir el consumo de sustancias para evitar las conductas de riesgo asociadas a los contagios.
A su vez, se ha encontrado un alto porcentaje de adolescentes que sí cumplen con las medidas anti-COVID. Por tanto, no parece justo culpar a toda una generación por el avance de la pandemia. Por el contrario, habría que actuar con grupos concretos y descubrir los factores de riesgo específicos sobre los que trabajar.