La caída del mercado estadounidense de arena en 2008, que prácticamente paralizó la extracción y envío masivo de ese recurso al mercado internacional, convirtió a la explotación de roca volcánica en la región de la Bahía San Quintín en la actividad minera no metálica más atractiva de Baja California.
Y es que de acuerdo con el reporte Panorama Minero del Estado de Baja California, que elaboró el Servicio Geológico Mexicano, dependiente de la Secretaría de Economía (SE), las reservas de la llamada “escoria” volcánica ascienden a 93 millones de metros cúbicos, con un valor en el mercado californiano de mil 693 millones de dólares, algo así como 22.3 millones de pesos.
Sin embargo, para científicos y geólogos de Ensenada el manejo del recurso, que desde 2006 realizan 20 socios del Ejido Chapala con una inversión de un millón de pesos, pero sin contar con un manifiesto de impacto ambiental aprobado por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), deteriora el ambiente y el paisaje de la altamente productiva Bahía de San Quintín, uno de los 134 sitios Ramsar -Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional- que México tenía al concluir 2011.
Uno de los investigadores, el doctor Luis Alberto Delgado Argote, director de la División de Ciencias de la Tierra del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese), consideró “criminal” la explotación de la roca volcánica.
Al destacar que la federación y el gobierno de Baja California permiten explotar los volcanes de San Quintín como recurso pétreo, el doctor en Geología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) consideró que, “desde mi punto de vista, por trabajar rocas ígneas y por lo que representa ese campo volcánico en particular, (las autoridades) están cometiendo un crimen”.
Y sentenció: “Simplemente se están echando (acabando) un paisaje de los pocos que tenemos en el país”.
Delgado explicó que de uno de esos “volcancitos” se saca aproximadamente entre el 15 al 30 por ciento de tefra, material de lava muy ligero que es expulsado en eventos explosivos, no efusivos (lava), que se va depositando en el suelo.
“Es como una especie de espuma que al momento de ponerse en contacto con la presión atmosférica se infla, lo que te permite hacer construcciones ligeras. Incluso hay quienes la utilizan como piedra ornamental en jardines”.
Agregó: “Destruir un volcán, que tiene una riqueza paisajística y ecológica muy grande, por sacar el 30 por ciento de ceniza se me hace muy miserable”.
Explicó que desde el punto de vista “ambiental”, los volcanes son configuraciones que van creando espacios ecológicos, controlan la dirección de los vientos, así como el depósito de las arenas en un sitio donde hay vientos permanentes.
“Entonces se van creando pequeños espacios que desarrollan hábitats particulares, y éstos son muy frágiles. Por eso es muy fácil romper el equilibrio en esos lugares”, destacó.
VALOR MULTIMILLONARIO
Al elaborar la ficha informativa de los Humedales de Ramsar, la Coalición para la Protección de la Bahía de San Quintín -que forman las organizaciones civiles Pro Esteros, Terra Peninsular, TheNature Conservancy y Pronatura Noroeste-, se fijó un volumen y un valor comercial a esta riqueza minera no metálica.
Así, con base al Periódico Oficial del Estado de Baja California de fecha 2 de mayo de 2003, las reservas aproximadas de rocas volcánicas en la bahía –“a reserva de verificarse con estudios geológicos más precisos”, señala la Coalición-, son las siguientes:
Volcán Kenton (en su manto): 10 millones 800 mil metros cúbicos. Volcán Kenton (en su falda Sur): Un millón 200 mil metros cúbicos. Volcán Picacho Vizcaíno: 81 millones de metros cúbicos.
Todo para un total de 93 millones de metros cúbicos de escoria volcánica, que en el mercado estadounidense -principalmente en el estado de California- se cotizaba a razón de 18.20 dólares el metro cúbico al concluir el 2011.
De acuerdo con el Periódico Oficial estatal, el valor comercial de las reservas de cenizas volcánicas en la Bahía de San Quintín es de al menos mil 693 millones de dólares, es decir, aproximadamente 22 mil 343 millones de pesos a la cotización entre ambas monedas al último día de febrero del 2012.
Contradictoriamente, otra fuente de información –los investigadores J. M. Cobo Rivera, B. Valdez Salas y Mónica Carrillo Beltrán, del Instituto de Ingeniería de la UABC, en el estudio “Minerales Industriales del Estado Peninsular de Baja California, México”-, determina que el potencial de cenizas en el Picacho Vizcaíno es de un millón 200 mil metros cúbicos, y del volcán Kenton de 69 millones para un total de 70 millones 200 mil metros cúbicos.
En los dos estudios se determina que la explotación de la escoria tiene la capacidad económica para amortizar la totalidad de la inversión en un plazo máximo de dos años.
SAN QUINTÍN: REGIÓN DE CONSERVACÍON
Otras organizaciones gubernamentales como la Comisión Nacional para el Uso y Conocimiento de la Biodivesidad (Conabio) y grupos ambientales mundiales como Wetlands International, al igual que el doctor Luis Alberto Delgado Argote, destacan que desde 1996 la Bahía de San Quintín y su campo volcánico son regiones prioritarias para la conservación.
Pese a ello, el desarrollo residencial y turístico sin planificación es una presión constante para el complejo lagunar y los residuos volcánicos.
Por ejemplo, a mediados de los 90 del siglo pasado se proyectó la construcción de dos desarrollos turísticos en la zona del humedal y los volcanes.
El primero incluía zonas residenciales, tres campos de golf, clubes deportivos, un hipódromo, una marina y centros comerciales.
El segundo, ubicado en la parte sureste de la bahía, en la desembocadura del arroyo San Simón, planeaba abrir mil lotes para otras tantas casas móviles, así como dragar el área, erigir un muelle y crear canales entre los lotes para convertir todo en una enorme marina para yates de placer.
Los dos proyectos, uno de ellos de la poderosa familia jalisciense Orendain, pero financiados con capital extranjero, afectarían a la bahía y a los bancos de escoria volcánica, pero finalmente el gobierno federal decidió negar los permisos para la realización de estos planes turísticos de alto impacto.
Al respecto, la coalición ambientalista destacó que los disturbios antropomorfos que se dan en la Bahía de San Quintín, de los cuales no se cuenta con información que ayude a identificar sus efectos contaminantes, son factores ecológicamente adversos al campo volcánico.
Entre ellos citó los cambios en el uso de la tierra, principalmente para manejo agrícola, la sedimentación en la zona circundante a las cenizas, y la descarga de productos organoclorados y fertilizantes utilizados en la agricultura.
Finalmente citó los productos de desecho resultantes de la actividad agrícola (como los plásticos), que puedan afectar el campo volcánico y el humedal Ramsar por no existir un control adecuado en su manejo.
IMPORTANCIA MUNDIAL
El humedal de San Quintín recibió la nominación de sitio Ramsar en febrero del 2008 debido a que es la única laguna costera en la parte occidental de Norteamérica que ha mantenido su ecosistema y clima sin alteraciones, prácticamente “intacto” a pesar de la presencia humana que se ha ido incrementando en los últimos años.
En septiembre de 2008, el Consejo de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (Rhrap) votó unánimemente aprobar el Complejo Lagunar San Quintín, como un Sitio de Importancia Regional de la organización.
Este complejo lagunar de 37 mil 752 hectáreas incluye la Bahía de San Quintín, un Humedal de Importancia Internacional según la Convención de Ramsar, además un Área de Importancia para la Conservación de Aves (Aica número 102)
El sitio recibe más de 35 mil aves playeras anualmente, incluyendo más de uno por ciento de poblaciones únicas en el mundo.
La extracción de roca volcánica en la Bahía de San Quintín se convirtió en el recurso minero no metálico más codiciado de Baja California luego de que la empresa trasnacional inglesa Hanson y su socio mexicano Roberto Curiel Ortega, asociado comercial del ex gobernador Ernesto Ruffo Appel -actual candidato panista al Senado de la República-, se vieron afectados por el desplome del mercado inmobiliario y financiero de los Estados Unidos a finales del 2007.
Hasta antes de ese año y desde 2002, la alianza de Hanson con Curiel generó exportaciones anuales de más de un millón de toneladas de arena extraída de los lechos de los arroyos bajacalifornianos, sin que al gobierno mexicano le importara que no existieran estudios científicos que identificaran los daños ambientales provocados por la extracción masiva del recurso.
La Coalición para la Protección de la Bahía de San Quintín (un grupo de representantes del Gobierno de Baja California, organizaciones ambientales, 18 ejidos y dos propiedades privadas) determinó a su vez que en la región se explotan actualmente siete tipos de materiales mineros de importancia económica.
De estos -concluyeron los ambientalistas-, las cenizas volcánicas representan la mejor oportunidad económica de explotación, y éstas se localizan en los ejidos Chapala, Papalote y Leandro Valle, donde grupos agrícolas actualmente las aprovechan junto con un concesionario privado no identificado.
Los otros minerales no metálicos que se utilizan comercialmente en San Quintín, de acuerdo con los ambientalistas, son los siguientes:
1.-Piedra bola: Su zona de explotación comprende 10 kilómetros de zona costera en donde el producto se extrae de manera irregular, desde las Playas de La Chorera (hacia el Norte) al ejido Leandro Valle.
También se explota en los ejidos Zarahemla y Leandro Valle, pero en bajas cantidades.
2.-Piedra laja: Este material se extrae en los ejidos Chapala, Ampliación El Papalote y en las áreas aledañas a estos centros ejidales.
La reserva comprende un banco con capacidad de explotación de 500 metros cúbicos anuales, aproximadamente.
3.-Piedra de construcción: Se extrae en los ejidos Chapala y El Papalote, con una producción estimada en cuatro mil 500 metros cúbicos por año.
4.-Salinas: Estas se ubican en la zona del ejido Chapala, en donde tienen una capacidad de explotación de cinco mil toneladas por año.
Desde el año 2007, la sal se aprovecha con la intervención del Ejido y de la Cooperativa La Ponderosa, los que explotan anualmente mil y dos mil toneladas, respectivamente.
5.– Grava: Se extrae en los terrenos del ejido Gabino Vázquez, en el cauce del Arroyo Santo Domingo, en la zona de la colonia Vicente Guerrero, ubicada a tres kilómetros al Este de la carretera Transpeninsular, lugar en donde se encuentra una cribadora particular que además fabrica bloques con este material.
6.– Arena: Se extrae en el ejido Gabino Vázquez, del cauce del Arroyo Nueva York, que es la zona que se encuentra a una distancia de cuatro kilómetros de la costa.
Los científicos del Cicese, de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y de organizaciones no gubernamentales a nivel regional e internacional, lograron recuperar la historia geológica de la zona volcánica de San Quintín, ubicada unos 200 kilómetros al sur de la ciudad-puerto de Ensenada.
En el Pleistoceno (de 2.5 millones a 12 mil años de antigüedad) dio inicio la actividad volcánica localizada al poniente de la planicie costera que formó el Campo Volcánico de San Quintín.
El sitio se desarrolló sobre un relleno sedimentario que sobreyace a la Formación Alisitos del Cretácico (periodo de la Tierra que comenzó 145 millones de años atrás y terminó hace 65 millones).
El campo volcánico consiste en por lo menos 12 conos cineríticos (pequeños, de pendientes inclinadas en gran medida por la acumulación de ceniza, escorias y rocas), que se esparcieron en un área irregular de aproximadamente 190 kilómetros cuadrados.
El valle y la laguna de San Quintín se formaron precisamente por la actividad volcánica que se dio en el periodo Pleistoceno, en el que se depositaron arenas, limos y arcillas.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Economía, Geografía e Informática (Inegi), que define las Unidades Geológicas en la también llamada “Bahía Falsa”, las áreas que rodean el complejo lagunar –actual zona turística de San Quintín- contienen rocas sedimentarias, aluviales y areniscas del Cuaternario en una superficie de seis mil 451 hectáreas.
Los volcanes -define el Inegi- constituyen rocas ígneas extrusivas del Cuaternario formados por aglomerados de toba y lavas de composición basáltica, con una superficie de tres mil 347 hectáreas.
El material de importancia económica es precisamente la ceniza gruesa conocida como “morusa”, ubicada en los volcanes Kenton y Picacho Vizcaíno.
En el volcán Kenton se encuentra la llamada “ceniza roja” y en el volcán Picacho Vizcaíno la “ceniza negra”.
Estos dos tipos de ceniza se usan para la fabricación de estructuras ligeras en la industria de la construcción.
Además en agroquímica para la elaboración de mejoradores de suelos, como material de ornamentación en la cimentación de durmientes en las vías de ferrocarril, y en la construcción de acotamiento en las carreteras.