Martín Alejandro Martínez Muñoz tenía 22 años, era padre de familia, vivía en Huamantla, Tlaxcala, y trabajaba en la empresa de seguros Rielme, donde se dedicaba a buscar vehículos robados. Fue a Perote, Veracruz, a laborar y no volvió: en agosto del año pasado un cuerpo con dos disparos en la cabeza le fue entregado a su familia por las autoridades de ese estado.
Hoy su familia reclama justicia ante la falta de avances en la investigación y por la sospecha de que el cuerpo hallado no es el de Martín.
“Ninguna familia puede estar viviendo esta crueldad, porque es una situación muy cruel. ¡Ningún ser humano merece desaparecer!”, dice Ruth Martínez, tía del joven.
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Ciudad de México, 28 de febrero (SinEmbargo).– Ruth Martínez Landa perdió a su sobrino Martín Alejandro hace más de un año y, desde entonces, junto con su familia exige justicia para el joven asesinado en Veracruz.
Ruth se sienta frente a la cámara, se acomoda su reboso y los lentes, respira y trata de comenzar con la historia de su sobrino, pero se quiebra por unos segundos.
“Nadie debería de estar pasando por esto […], no puede ser que tengamos tanta crueldad […]. Yo creo que estamos en una situación donde el país dejó de ser libre. ¡dejamos de ser libres!”, dice la entrevistada con la voz entrecortada mientras se limpia las lágrimas.
Su presunto familiar fue asesinado con dos tiros en la cabeza y después desaparecido.
Martín Alejandro Martínez Muñoz tenía 22 años. Era padre de familia, vivía en Huamantla, Tlaxcala, y trabajaba en la empresa de seguros Rielme, donde se dedicaba a buscar vehículos robados.
El 7 de agosto de 2016 recibió una llamada de su jefe que lo enviaba a Perote, Veracruz. Pese a que no le gustaba ir a ese lugar por la inseguridad en la región, obedeció y salió de su casa alrededor de las 09:00 de la mañana.
“Él le había dicho a su esposa que no quería ir porque la zona estaba muy fea, había mucha delincuencia; pero tuvo que ir”, platica a Ruth.
La esposa y Beatriz Muñoz, la madre de Martín, perdieron el contacto con el joven empleado de seguros a las 13:00 horas de ese domingo. “Alejandro no llegó en todo el día. Miguel, un compañero, arribó a su vivienda a la 1:00 de la madrugada y le dijo a la esposa que la compañía perdió comunicación con Martín durante la tarde”.
El 9 de agosto, la esposa y la mamá acudieron a Perote para reportar la desaparición, pero no les quisieron levantar el acta de desaparición bajo el argumento que la denuncia debía interponerse en donde vivía él, explica Ruth.
La esposa se fue a Huamantla a levantar la denuncia y la madre se quedó en Perote para presionar a los ministeriales a que buscaran.
“Miguel, el compañero de Martín, se presentó desde el principio para acompañar a las familiares en la búsqueda. Les dijo que la empresa lo había enviado, pero él no era representante jurídico de la compañía ni nada, nunca presentó un documento que lo avalara como representante legal de la empresa. Solo era un compañero. El contactó en Perote a policías municipales”, platica Ruth.
Abordo de la unidad SP-2411, Beatriz, Elena, otra tía del joven, Miguel y su sobrino salieron a recorrer varios lugares.
Una carcasa de teléfono, la tarjeta de circulación, la licencia de conducir y el GPS del auto fueron encontradas el 10 de agosto mientras rastreaban en el paraje conocido como El Frijol. Elena tomó fotos de manera discreta para documentar y los policías acordonaron la zona del hallazgo.
El chevy que conducía Martín fue hallado en un corralón privado horas más tarde. La unidad tenía los vidrios quebrados y estaba casi desvalijado, los agentes arguyeron estaba dañado porque posiblemente se volcó. “Pero en la zona, que es un camino de tercería, no había huellas de un vehículo pesado que haya remolcado la unidad, no había huellas ni nada, ¿cómo llegó?, además no tenía evidencias de que haya sido arrojado el auto”, discrepa Ruth.
El 11 de agosto la mamá y la esposa regresaron a Perote con el acta de denuncia de Huamantla para seguir con la investigación, pero les dijeron que ahora debían de levantar el acta en ese municipio porque ahí desapareció y ahí encontraron pertenencias.
El 18 de agosto localizaron restos humanos en otra zona del mismo paraje El Frijol. Las autoridades determinaron que se trataba de Martín Alejandro.
Los allegados de la víctima se negaron a aceptar que era él porque no podían creer que en cuestión de días solo quedaron huesos de su sobrino. También desconocieron las prendas encontradas porque -asegura Ruth- no era la ropa que traía su sobrino cuando salió de su casa.
Las familiares insistieron en seguir con la búsqueda, y se mandaron a hacer pruebas de ADN.
AMENAZAS
Elena, una de las tías de la víctima, fue amenazada justo el día que encontraron los restos del joven, recuerda su hermana Ruth.
El día 18 de agosto, Elena insistía en buscar en varias partes de la ladera de El Frijol cuando llamada entró a su celular: “Pon atención, dejas las cosas como están vengo siguiendo a tus dos hijas y a tu hijos, ¿quieres volveros a ver?, regrésate y listo”, recuerda Ruth las palabras de la persona del otro lado del teléfono.
La mujer colgó y trató de ignorar la advertencia pero al poco tiempo sonó su celular de nuevo: era su hija, quien le notificaba que unos sujetos la seguían en una camioneta blanca. Elena puso el altavoz para que los policías escucharan la denuncia y pidió a su hija que se dirigiera a la tienda de un familiar.
“Sí era cierto que los estaban siguiendo, Después de eso le entró pánico y ya no querían participar en la búsqueda”, abunda Ruth, quien aclaró que aún así pedían a las autoridades que no detuvieran la pesquisa de su sobrino
El 18 de octubre de 2016, la Fiscalía Regional de Veracruz le notificó a la familia que los resultados de los estudios de ADN arrojaban que los restos sí pertenecían a Martín Alejandro.
El joven murió por dos disparos de arma de fuego en la cabeza, de acuerdo al dictamen forense.
La mamá de Martín aceptó los restos porque reconoció la dentadura. Sin embargo, la tía Ruth sigue con la duda de que sea su pariente.
“Yo no puedo creer que en ocho días ya no tuviera piel, ya no tuviera nada”, insiste
El forense explicó a los deudos que sí podía ser su sobrino porque por la fauna y el clima de la zona era propicios para ello.
BUSQUEDA DE JUSTICIA
La investigación está estancada, sin avances y sin información sobre las acciones para buscar a los responsables del asesinato de Martín, denuncia Ruth.
“No nos han dicho nada, no han avanzado en la investigación. Llegó el nuevo Gobierno, cambiaron a los Fiscales y no hay avances”, añade.
Los deudos se unieron al grupo Buscando a nuestros desaparecidos, asociación que ha solicitado audiencias con el Fiscal General, Jorge Winckler Ortiz, “pero se negó recibir al grupo y únicamente nos pasan con el fiscal de perote y al regional, pero estos fiscales también ya los cambiaron”, comenta la mujer.
Ruth sospecha del colaborador de Martín debido a que él fue quien llevó a los policías al punto donde hallaron los restos. “Tenemos las coordenadas donde mi sobrino perdió la comunicación, y son muy diferentes a donde hallaron las evidencias y auto. ¿por qué el compañero conocía el lugar?”, cuestiona.
Otro aspecto anormal para Ruth, fue que las evidencias halladas (la licencia del joven, tarjeta de circulación) se las entregaron a él.
“¿Por que los ministeriales le entregaron las pruebas y material a él?. No encuentro la lógica, no soy experta en la materia ni en escena del crimen, pero ¿cómo le entregan las evidencias a él, si el señor no era nadie, ni representante legal de la empresa, nunca presentó algún nombramiento como personalidad jurídica. ¿Y debida la cadena de custodia?, cuestiona la mujer.
La familia solicitó ante a la Fiscalía y a la Procuraduría General de la República (PGR), que investiguen al compañero, así como que no archiven el caso. “Nadie ha hecho nada, ni la PGR, pese a que hemos denunciado a ese señor, que se investigue bien pero nadie les hace caso. Nosotros pedimos informes de la indagatoria, si llamaron a declarar al compañero de Alejandro, quiénes son los policías que intervinieron en la búsqueda inicial, porque la información y el reporte de la partición en la primera besuquead no está dentro de la carpeta de investigación, pero no hay justicia porque no hay respuesta de nada, de absolutamente nada”.
Entre las peticiones que ha lanzado la familia es que el Fiscal o las autoridades policiacas de Perote aclaren cuál fue el sustento jurídico para entregar a Miguel G, la licencia de conducir de la víctima, dos tarjetas de circulación y el GPS del auto.
“Yo creo que ya nadie es libre en este país, ya no podemos caminar libres, salimos de nuestras casa y no sabemos si vamos a regresar, ya no somos libres porque vivimos con miedo […] no podemos seguir así, y yo creo que ninguna familia puede estar viviendo esta crueldad, porque es una situación muy cruel. ¡Ningún ser humano merece desaparecer!”, apunta Ruth.
Durante 2017 el homicidio doloso en México creció 23.32 por ciento en 2017 con respecto a 2016, con una cifra de 25 mil 339 homicidios dolosos, de los cuales, 16 mil 898 fueron perpetrados con arma de fuego, según las cifras oficiales.
Y la tendencia al alza no cesa. El pasado mes de enero marcó cifra récord en la violencia, pues se abrieron 2 mil 156 carpetas de investigación por el delito de homicidio doloso, de acuerdo a cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Veracruz es uno de los estados que más concentraron asesinatos a inicios de este año con un total de 118 homicidios dolosos.