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Alejandro Calvillo

28/01/2020 - 12:04 am

Cofece contra la salud, en defensa de la industria

La Organización Mundial de la Salud, desde 2004, en la Estrategia Global sobre Régimen Alimentario y Salud, señala que la publicidad dirigida a la infancia se “aprovecha de su credulidad e inexperiencia”.

“La Cofece tuvo el cuidado de enviar a las más de 5 mil personas y organizaciones que presentaron comentarios al proyecto de etiquetado el documento que expone su postura y recomendaciones, sin embargo, en ningún momento tuvo el cuidado de hacer referencia al contexto en que este etiquetado se establece: bajo la declaratoria de emergencia epidemiológica de obesidad y diabetes declarada desde 2016”. Foto: Moisés Pablo, Cuartoscuro

Llama la atención que la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) saque un pronunciamiento contra el proyecto de etiquetado frontal de advertencia en alimentos y bebidas, ahora norma aprobada, argumentando que afecta la competencia. Llama más la atención este pronunciamiento frente a los propios informes y declaraciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico de cómo la obesidad pone en riesgo la competencia del país y cómo esta propuesta se enfoca en resolver una falla grave del mercado. Llama la atención frente al avance que esta medida, está política, está demostrando en otras naciones, como la más efectiva en reducir el consumo de alimentos y bebidas no saludables.

La Cofece tuvo el cuidado de enviar a las más de 5 mil personas y organizaciones que presentaron comentarios al proyecto de etiquetado el documento que expone su postura y recomendaciones, sin embargo, en ningún momento tuvo el cuidado de hacer referencia al contexto en que este etiquetado se establece: bajo la declaratoria de emergencia epidemiológica de obesidad y diabetes declarada desde 2016. No menciona la relación entre el alto consumo de alimentos y bebidas ultraprocesadas y el aumento del índice de masa corporal.

La Cofece no hace referencia a las estimaciones de la OCDE de que estaremos perdiendo 5 por ciento del PIB por la obesidad y que llegaremos a perder 4 años en nuestra esperanza de vida por esta epidemia. Y menos aún, la Cofece hace referencia al alto consumo de alimentos ultraprocesados con contenidos excesivos de nutrimentos críticos, como los azúcares, las grasas y la sal, con muy altos contenidos energéticos sin valor nutricional, reportados por la Organización Panamericana de la Salud, como el más alto en América Latina.

En una visión de lo más simplista de las reglas de competencia y del libre mercado, la Cofece establece que “las empresas rivalizarán entre si y realizaran su mayor esfuerzo por ofrecer la mejor alternativa en términos de precio, calidad y variedad”. Esta información desconoce lo más evidente, la falla del mercado y de estos preceptos ideológicos que niegan lo que ocurre en realidad en muy diversas áreas de la producción. En el caso del mercado de los alimentos ultraprocesados lo que prevalece es la búsqueda de los ingredientes más baratos y de menos calidad para inundar el mercado con productos diseñados en base a la hiperpalatabilidad. Esta hiperpalatabilidad se sustenta en la adición intensa de ingredientes (azúcares, grasas, sal) que son la causa principal de las epidemias de obesidad y diabetes que vivimos. La alteración de la dieta es hoy en día la principal causa de enfermedad y muerte en nuestro país.

La Cofece retoma los argumentos de la industria para atacar la propuesta de etiquetado frontal de advertencia bajo el argumento de que no brinda al consumidor “información veraz, suficiente y clara sobre el contenido de los productos, de tal forma que le permita realizar mejores decisiones de consumo”. Desconoce así el objeto del proyecto y de la reforma que el legislativo realizó a la Ley General de Salud que es:

“El etiquetado frontal de advertencia deberá hacerse en forma separada e independiente a la declaración de ingredientes e información nutrimental, para indicar los productos que excedan los límites máximos de contenido energético, azúcares añadidos, grasas saturadas, sodio y los demás nutrimentos críticos e ingredientes que establezcan las disposiciones normativas competentes. La Secretaría de Salud podrá ordenar la inclusión de leyendas o pictogramas cuando lo considere necesario”.

Cofece desconoce que la declaración de ingredientes e información nutrimental permanece en la parte posterior del etiquetado y argumenta que el etiquetado frontal de advertencia no brinda esta información. Toda la argumentación de COFECE es similar a la que ConMéxico ha venido presentando contra el nuevo etiquetado y que ha sido la que ha utilizado para defender el etiquetado que existe actualmente, un etiquetado que ni los estudiantes de nutrición entienden, de acuerdo a un estudio del Instituto Nacional de Salud Pública, y que tiene un criterio de azúcar que representa un riesgo a la salud ya que rebasa en casi un 100% el límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud.

El mayor error de la Cofece, por no consultar previamente con los institutos de salud del país y sólo escuchar los argumentos de la industria, es su ataque a que los productos con exceso de azúcares, grasas y sodio, que porten un sello de advertencia, puedan utilizar personajes, celebridades, promociones y demás estrategias dirigidas a atraer a la infancia a la demanda del producto. Entre las tres recomendaciones de la Cofece destaca que el etiquetado:

“Permita la libre utilización de estrategias de promoción y colocación de productos a través del etiquetado, con el fin de favorecer la entrada de nuevas empresas”.

Para la Cofece no importa que estas “estrategias de promoción y colocación de productos” vayan dirigidas a los niños, un sector profundamente vulnerable a estas estrategias. De esta manera se alinea con la postura de la mayor empresa de alimentos en el mundo, Nestlé, que usa todo un ejército de personajes y estrategias para persuadir de forma muy efectiva, entre los niños, la demanda y el consumo de alimentos muy altos en azúcares, grasas y sal.

La Organización Mundial de la Salud, desde 2004, en la Estrategia Global sobre Régimen Alimentario y Salud, señala que la publicidad dirigida a la infancia se “aprovecha de su credulidad e inexperiencia”. Diversos reportes de diversos relatores de Naciones Unidas por el derecho a la salud, por el derecho a la alimentación, por los derechos de la infancia, reconocen que este tipo de publicidad se aprovecha de la vulnerabilidad de los niños y niñas, llamando a prohibirlo.

La Cofece señala que el nuevo etiquetado frontal no permite la diferenciación respecto de atributos de calidad entre los productos. Al afirmar lo anterior, Cofece desconoce el propósito del etiquetado frontal de advertencia que es justamente advertir al consumidor cuando un producto tiene un exceso de azúcares, grasas saturadas, sodio y calorías, que son los principales causantes de la emergencia epidemiológica que vivimos. Un producto puede exceder poco o mucho el límite para uno de estos ingredientes y tendrá el mismo sello. Su objetivo no es comparar a ese nivel, su objetivo es advertir. La estrategia para exigir la comparabilidad a ese nivel es una estrategia de la industria para llenar de números y porcentajes, como en el actual etiquetado, para que no sea útil, confunda y sea incomprensible para el consumidor.

Cofece ignora que la modificación a la NOM 051 considera ajustar la tabla nutrimental que viene en la parte posterior para que de manera sencilla se pudiera, justamente, comparar un producto con otro. En el actual etiquetado, la industria da la información en la tabla nutrimental de acuerdo a lo que cada industria le da la gana establecer como porción. Podemos encontrar que entre los diversos cereales de caja, llenos de azúcar y con nada o muy poco fibra, que uno informa en la tabla nutrimental una porción de “x” gramos y otro cereal de “y” gramos. Es decir, no se puede comparar entre un producto y otro. Al parecer este aspecto es desconocido por la Cofece y por sus comisionados como consumidores, una muestra más de que el etiquetado es una herramienta totalmente inutilizada hasta nuestros días por haberse elaborado justamente para no ser útil, para ser compleja.

Frente a esta situación, la nueva norma de etiquetado establece la información en 100 gramos, no importa que el producto tenga 10 gramos o 150 gramos, la información se da en 100 gramos para que el consumidor pueda comparar. La industria podrá incluir la información sobre la porción, como ya lo hace en otras naciones.

El cambio en la dieta de los mexicanos es hoy en día la causa de que alrededor del 10 por ciento de la población adulta presente diabetes; que mueran más de 100 mil personas al año por diabetes; que se estime que 40 mil mueran por el consumo de bebidas azucaradas cada año; que se proyecte que 1 de cada 2 niños de nuestro país nacidos a partir de 2010 va a desarrollar diabetes a lo largo de su vida, y que como lo estima la OCDE, perdamos 4 años de nuestra esperanza de vida y tengamos una caída del 5 por ciento del PIB, por la obesidad.

Se requiere, entre muchas otras medidas, un etiquetado sencillo, de muy rápida lectura, que advierta del alto contenido de los nutrimentos críticos, que impida que estos productos utilicen estrategias mercadológicas para atraer la demanda y su consumo por las niñas y los niños. La industria se opuso, como lo hace hoy frente al etiquetado frontal, a la regulación de alimentos y bebidas en las escuelas en 2010; la industria estableció, en contubernio con la autoridad de la administración pasada, un etiquetado frontal que nadie entiende y es un riesgo a la salud; estableció una simulación de regulación a la publicidad de estos productos dirigida a la infancia; impuso su narrativa para mantenernos por más de 10 años inmóviles, viendo como la enfermedad y la muerte aumentaban año con año..

Si Cofece desea opinar sobre las propuestas de normas en materia de salud debe, al menos, incluir en sus consultar a los institutos de salud, a los expertos en economía de la salud.

El mayor daño a la competitividad la da un pueblo enfermo.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.

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