Desde hace 18 años, el mismo tiempo en que la entrada en vigor de una Reforma Política permitió la elección del Jefe de Gobierno de Gobierno del Distrito Federal con el sufragio ciudadano, la capital del país ha sido gobernada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD). De la inédita elección de 1997 –que convirtió al fundador del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, en el primer Jefe de Gobierno de la Ciudad de México– a la votación de 2012 –que llevó a Miguel Ángel Mancera Espinosa, quien no milita en ese partido pero consiguió para éste el mayor número de votos que ha logrado un Jefe de Gobierno–, la principal fuerza de la izquierda ha concentrado a la mayoría del electorado, que es también la porción más crítica.
De ahí, consideran especialistas, que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no figure como fuerza política en el DF, y que fuera el impulso democratizador de la elección de 2000 el que ayudara al Partido Acción Nacional (PAN) a conseguir ese año seis de las 16 delegaciones, con lo que se convirtió en la segunda fuerza política y el principal opositor en el gobierno capitalino. Sin embargo, el coto de poder del blanquiazul se ha reducido con el pasar de los años y hoy los panistas controlan sólo una delegación y 13 escaños en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF).
No obstante, el partido del Sol Azteca sigue teniendo un amplio poder sobre sus contrincantes políticos, pues controla la mayoría en el congreso local y gobierna en 14 de las 16 delegaciones políticas. Este año, en el que las 16 jefaturas delegaciones y las 66 curules de la ALDF se renovarán en elecciones populares, este predominio está en juego. Los escándalos de corrupción en los que se ha mantenido el PRD en los últimos meses le harán difícil conservar el bastión perredista. Así lo consideran especialistas políticos y también lo plantean las encuestas.
Además, la incursión de una nueva fuerza política, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), amenaza –aun sin haber comenzado las campañas– la hegemonía perredista.
Por Ariadana Ortega, Shaila Rosagel, Linaloe R. Flores y David Martínez Huerta
Ciudad de México, 28 de enero (SinEmbargo).– El 6 de julio de 1997, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se apoderó de la capital del país. En una elección inédita en la que por primera vez la ciudadanía pudo elegir a su Jefe de Gobierno a través del voto, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano –ahora ex líder moral y fundador de la fuerza política que creó después de la “caída del sistema”, con la que perdió la elección presidencial de 1988 ante Carlos Salinas de Gortari, y a la que renunció el 25 de noviembre de 2014– se convirtió en el primer Jefe de Gobierno del Distrito Federal de oposición.
Esta ganancia electoral para la alternancia no sólo fue el precedente para romper años de hegemonía frente al gobierno federal; para el Partido Revolucionario Institucional (PRI) constituyó una pérdida electoral y política, bajo nuevas condiciones de control y limitación constitucionales.
En esa histórica jornada electoral, la participación de los habitantes de la Ciudad de México fue de 67.1 por ciento, lo que propició que el PRD triunfara con un amplio margen sobre el PRI, con una diferencia de 871 mil 210 votos, un 87.98 por ciento más.
La tendencia continuó en la Jefatura de Gobierno, en las delegaciones y en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) por más de 15 años, hasta la llegada de Miguel Ángel Mancera Espinosa, quien se convirtió en el primer Jefe de Gobierno no emanado del Sol Azteca, pero sí abanderado por los partidos políticos de izquierda.
Sin embargo, de cara al proceso electoral de junio próximo ese predominio está en duda, ante los escándalos de corrupción en los que se ha mantenido el PRD en los últimos meses, por lo que será difícil conservar el bastión perredista. Así lo plantean diversas encuestas y lo consideran politólogos.
“Parece que el voto que antes se llevó el PRD ahora será disputado por el partido de Andrés Manuel López Obrador: Morena [Movimiento Regeneración Nacional]”, dijo el analista político y ex Consejero del Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF), Eduardo Huchim May.
El otro riesgo –explicó– es que al dividirse el voto de la izquierda pudieran resultar ganadoras las otras dos grandes fuerzas partidarias en el Distrito Federal y en el país.
“Es decir que lo que se le quite al PRD no le baste a Morena para ganar puestos como jefaturas delegacionales o asientos en la Asamblea Legislativa o en el Congreso federal sino que solamente sea una merma para el PRD, pero no le alcance a Morena para obtener esos puestos; entonces resultarían beneficiados el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN)”, planteó el especialista en temas electorales. Desde que el PRD tomó el control de la Ciudad de México con Cuauhtémoc Cárdenas, los otros partidos no han figurado de manera contundente en la geopolítica capitalina.
En los comicios de 1997, cuando se integró la I Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), el PRD triunfó en 38 de los 40 distritos electorales locales y el PAN sólo en dos.
Posteriormente, en el 2000, ya con el Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF) como órgano rector de los procesos electorales, se eligieron al Jefe de Gobierno, a los 66 diputados que integran la ALDF y a los 16 delegados; ésta fue la primera ocasión en que los ciudadanos de la capital eligieron a sus autoridades delegacionales a través del voto.
La jornada electoral del 2 de julio de ese año contó con una participación de siete de cada 10 ciudadanos que acudieron a las urnas a emitir su voto.
La elección para Jefe de Gobierno estuvo un poco más reñida: la candidatura común, encabezada por el Sol Azteca con Andrés Manuel López Obrador como representante, triunfó con una diferencia de 214 mil 35 votos, lo que significó 14.65 por ciento sobre la “Alianza por el Cambio”, conformada por Acción Nacional y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), que quedó en segundo sitio. Sin embargo, para la conformación de la ALDF, ésta última triunfó en 21 distritos electorales uninominales de los 40 que integran el Distrito Federal.
Esa ocasión fue la primera vez que los capitalinos votaron para elegir al titular de su demarcación territorial. La coalición “Alianza por el Cambio” triunfó en seis delegaciones, en tanto que la candidatura común lo hizo en 10.
Para las elecciones intermedias siguientes, las de 2003, la participación ciudadana fue de sólo 43.9 por ciento; es decir, menos de la mitad de los ciudadanos registrados en lista nominal acudieron a emitir su voto.
Mario Velázquez Miranda, Consejero presidente del IEDF, detalló que en ese tipo de elecciones, cuando se elige a diputados a la Asamblea Legislativa y a los jefes delegaciones, los niveles de participación oscilan en un poco más del 40 por ciento.
En esa jornada electoral, el PRD triunfó en 37 distritos electorales uninominales, mientras que el PAN lo hizo en tres. Para la elección de jefes delegacionales, el PRD ganó en 13 demarcaciones, en tanto que el PAN en dos y el Revolucionario Institucional, por primera vez desde que se comenzó a votar, consiguió una.
Para la elección ordinaria del 2006, los votantes eligieron al titular del Poder Ejecutivo local, a los 66 legisladores locales y a los 16 delegados. Esta ocasión volvió a tener una alta participación ciudadana debido a que siete de 10 ciudadanos inscritos en la lista nominal salieron a votar para dar el triunfo a la coalición “Por el bien de todos”, integrada por el PRD, Partido del Trabajo (PT) y Convergencia (actualmente Movimiento Ciudadano), con Marcelo Ebrard Casaubón como candidato electo.
Respecto a los jefes delegacionales, el Partido Acción Nacional triunfó en la Delegación Benito Juárez; la candidatura conformada por el PRI y el Verde, en Miguel Hidalgo, y la coalición “Por el bien de todos” en las 14 delegaciones restantes.
Durante el pasado proceso electoral intermedio, los capitalinos volvieron a elegir a sus jefes delegacionales y a los legisladores que conformarían la ALDF. Tuvo una participación ciudadana de 41.58 por ciento, que representa que cuatro de cada 10 ciudadanos inscritos en la lista nominal acudieron a votar.
En 2009, el PAN pasó de dos a tres demarcaciones; el PT obtuvo un triunfo en la delegación Iztapalapa; y el PRD disminuyó la cantidad de delegaciones que gobernaba: pasó de 14 a 12.
Y así llegó el PRD como partido hegemónico a las elecciones de 2012, cuando fue elegido Mancera Espinosa como Jefe de gobierno capitalino con el 63.58 por ciento de los votos. La participación ciudadana fue de 67.24 por ciento y el Distrito Federal quedó distribuido en 14 delegaciones para la coalición de izquierda; dos para Acción Nacional y una para el PRI.
EL CONTRAPESO PANISTA
Al ser prácticamente la segunda fuerza política con mayor impulso en la capital del país desde 1997, el PAN ha ejercido el rol de ser la principal oposición en el Distrito Federal.
En el año 2000, con el empuje generado por la campaña presidencial de Vicente Fox Quesada, Acción Nacional obtuvo la mayor cantidad de delegaciones capitalinas: Azcapotzalco, Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza y Cuajimalpa.
Sin embargo, para la siguiente elección de jefes delegacionales, en 2003, las pugnas entre el entonces presidente Fox y el PAN, así como la labor que realizó Andrés Manuel López Obrador desde la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, cobraron factura al panismo en la capital por lo que la presencia blanquiazul se redujo a dos las delegaciones: Miguel Hidalgo y Benito Juárez, mismas que se mantuvieron en las elecciones posteriores y hasta 2012.
En las elecciones intermedias de 2009 el PAN consiguió un triunfo adicional: la Delegación Cuajimalpa.
Pero tres años después, el partido solamente pudo conservar la Delegación Benito Juárez luego de los cuestionados gobiernos de Demetrio Sodi en Miguel Hidalgo y Carlos Orvañanos en Cuajimalpa.
No obstante esta pérdida de espacios, el panismo es el segundo partido que más jefes delegaciones ha tenido en las cinco elecciones (de 2000 a 2012), pues mientras el PRD acumuló un total de 63 delegaciones ganadas, el PAN ha conseguido 15 y el PRI sólo tres.
El especialista Eduardo Bueno León, académico del departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, consideró que en el Distrito Federal el PAN tiene en su contra ser un partido ideológicamente confrontado con la izquierda, cuyos gobiernos han conseguido, para bien o para mal, ciertos derechos para los capitalinos.
“Mientras el PAN no cambie su conservadurismo, que muchos identifican con la visión de la Iglesia, y no acepte que la Ciudad de México tiene nuevos derechos –como la legalización del aborto– veo muy difícil que Acción Nacional atraiga la atención de los sectores progresistas de la ciudad, de los sectores modernos, de los jóvenes”, estimó.
Pero no es lo único que ha mermado el peso político del PAN en el Distrito Federal. Sus errores electorales también han minado sus posibles logros, pero han aprendido de ellos, sostuvo el presidente del PAN-DF, Mauricio Tabe Echartea.
En 2012, Acción Nacional no sólo perdió dos de sus tres bastiones delegacionales, sino que cayó al tercer lugar de preferencia electoral para la Jefatura de Gobierno.
Ese año, el PAN local postuló como candidata a Jefa de Gobierno a la activista Isabel Miranda de Wallace, presidenta de la organización Alto al Secuestro.
El resultado fue la estrepitosa caída del partido en las preferencias electorales, pues mientras Miguel Ángel Mancera obtuvo el 63.58 de los votos y la priista Beatriz Paredes el 19.73 por ciento, su candidata recibió apenas el 13.61 por ciento de los sufragios.
“En el 2012 hubo una mala estrategia de campaña. Yo no quiero señalar a la candidata, quien tiene una muy buena reputación, tiene una muy buena imagen como líder social, sin embargo hubo una mala estrategia de campaña”, justificó Tabe.
Desde diciembre del 2012, la estrategia del PAN en la capital del país se ha centrado en ser una oposición constructiva, con su cara más visible en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, donde mantiene 13 curules, afirma el presidente local de ese partido político.
Tabe defiende la postura de Acción Nacional, partido que, aunque acotado, ha sido el único contrapeso al gobierno capitalino. “La actitud del PAN sí fue la de crear nuestra propia fortaleza a partir de nosotros mismos, no del golpeteo, y también el de poner por encima de nosotros el interés de la Ciudad”, asegura.
PRI: FÓRMULA DEL PERDER-PERDER
Derrotas repetidas y quiebra financiera. Esa es la historia del PRI en el Distrito Federal, que no logra subir las expectativas ante las elecciones que se efectuarán el 7 de junio.
El escándalo que envolvió al defenestrado líder Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre por tejer una red de prostitución para su propio servicio, sometió a ese instituto político a una auscultación necesaria; pero a la vez, le pintó muy pocas esperanzas para conquistar el paraíso electoral que nunca ha tenido.
Mauricio López Velázquez, el dirigente local, quien hasta el 20 de junio de 2014 fue coordinador de asesores del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, recae la responsabilidad de hacer avanzar a un partido que siempre ha estado en la retaguardia. Y desde que en junio de 2014 tomó posesión, militantes priistas vieron en su presencia la punta de lanza para la campaña presidencial, pero una que aún queda lejos, la de 2018, con el encargado de la política interna como candidato.
Pero por ahora, hay que darle la cara a junio de 2015. Y López Velázquez no se ha desprendido de un discurso triunfalista en el que anuncia que desde las cenizas, el PRI le arrancará la capital del país al PRD.
En su primer discurso, en el Auditorio Plutarco Elías Calles de la sede nacional, reconoció que el organismo atraviesa por un momento crucial y reconoció que hubo “un gran tiempo perdido en disputas internas”.
El último anuncio de López Velázquez, hasta ahora, fue el pasado 19 de enero. En conferencia de prensa delineó cómo piensa encarar este verano electoral: El PRI-DF irá en alianzas con el Partido Verde Ecologista de México; en el caso de las diputaciones locales, el 50 por ciento de las candidaturas será ocupado por mujeres y todos los precandidatos serán sometidos a pruebas antidoping y de control de confianza.
Pero, en general, el PRI no sabe lo que es ganar en la ciudad más grande del mundo. En 1997, cuando por primera vez se efectuaron elecciones en el Distrito Federal, el competidor priista, Alfredo del Mazo, tuvo 26.09 por ciento de la votación, muy lejos del perredista Cárdenas Solórzano, quien logró 48.09 por ciento. Aunque más lejos, todavía, se colocó el panista Carlos Castillo Peraza (qepd), con el 15.58 por ciento.
El caso es que el PRI-DF perdió todo lo que pudo perder. En la ALDF, el PRD ganó 38 de cuarenta distritos locales. Los dos restantes, el XV y el XIX, quedaron en manos del PAN.
En 2000 –cuando la reforma política incluyó por primera vez la elección de delegados– el PRI volvió a perder todo: Jefatura de Gobierno, las diputaciones en la ALDF, las diputaciones federales, las cuatro senadurías y las 16 delegaciones. Este relato se le volvió cíclico porque ocurrió lo mismo en 2003, 2006, 2009 y 2012.
“Es un partido perdedor”, piensa el investigador Gustavo López Montiel, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Lo dice al explicar que el PRI-DF no sólo ha perdido votos, sino dinero y militantes. De esa forma, se ha enredado en el perder-perder: no hay recursos, no hay votos.
“Siempre distribuyó obra en grupos periféricos y clave en la Ciudad de México. Y sin esta infraestructura, algunos grupos emigraron al Partido de la Revolución Democrática o Partido del Trabajo”, expone López Montiel.
Por ahora, las prerrogativas del IEDF representan el principal ingreso del organismo. De 2007 a 2013, el PRI local ha recibido 343 millones de pesos, aun cuando no ha ganado en las urnas.
Una vez que De la Torre fue depuesto, la dirigente interina Laura Elena Arellano Gilmore mandó a hacer una auditoría que reveló que en el partido hay deudas; sobre todo en el material de oficina. Incluso, había erogaciones sin comprobar.
De acuerdo con esa auditoría, el PRI capitalino obtuvo un ingreso de 65 millones 961 mil 102 pesos, de los cuales 63 millones 515 mil 633 pesos fueron asignados por el IEDF.
De ese total, aparece una partida de unos 22 millones de pesos -el 27 por ciento- destinada a gastos de administración, que incluye servicios personales, servicios generales, materiales y suministros. En la supuesta red de prostitución, el dirigente Gutiérrez de la Torre habría gastado entre un millón 759 mil 992 pesos y 2 millones 166 mil 144 pesos anuales.
EL PRINCIPIO Y EL FIN
El analista Huchim May y el Consejero Velázquez coincidieron en que la permanencia de una fuerza política en el Distrito Federal se debe a una concientización y desarrollo políticos que existen entre los capitalinos.
“Los ciudadanos en la capital tienen un alto sentido de politización que ha llevado a altos niveles de participación”, comenta el integrante del IEDF.
El hecho que desde Cárdenas y hasta la fecha el PRD no haya perdido en la capital del país, “demuestra que la mayoría del electorado tiene un corazón que late hacia la izquierda”, añade Huchim May.
El analista político destacó como el mayor logro de la izquierda en el Distrito Federal la instauración de programas sociales, que incluso han servido de ejemplo a la escala federal, y la realización de eventos de recreación y distracción en plazas públicas, incluido el Zócalo capitalino.
Esto, consideró, marcó “un cambio importante respecto a la mirada que se tiene del gobierno” y permitió “una diferente manera de relacionarse del gobierno de la ciudad con la sociedad que gobierna”.
Agregó también que “la capital del país se caracteriza por su desarrollo político” y esto puede hacer que “el electorado sea más exigente y tenga una mayor claridad sobre las ofertas políticas que se le presentan en las elecciones”.
Sin embargo, expresó que “esta izquierda no siempre ha respondido a las exigencias e inquietudes del electorado”.
Un aspecto puede decir la forma en que el actual gobierno capitalino se ha conducido frente a la protesta social. Aunque Huchim May afirma que, en términos generales, “no hay en el Distrito Federal una política de represión” y dice que en 2014 hubo “erróneas participaciones de la fuerza pública en la expulsión de manifestantes en el Zócalo de la ciudad”, para organizaciones civiles como Artículo 19 y Fundar, desde diciembre de 2012 han sido recurrentes los actos de represión de la protesta por parte de los cuerpos policiacos capitalinos.
La académica del departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, Ivonne Acuña Murillo, consideró que tal actitud frente a la protesta social podría tener un efecto negativo para el PRD en la elección de junio próximo, sobre todo entre los electores más jóvenes.
Pero las disputas internas en el partido, las acusaciones de corrupción en las jefaturas delegacionales, el desprendimiento de figuras importantes como Alejandro Encinas Rodríguez y el propio Cuauhtémoc Cárdenas, y la reacción poco acertada del PRD frente al caso de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa (en el que el PRD se vio inmiscuido debido a que tanto el municipio como el estado donde ocurrieron los hechos eran gobernados por perredistas) también plantean un escenario poco favorable para el partido que por casi 18 años se ha mantenido como la principal fuerza política en el Distrito Federal.
“Frente a esta situación, el PRD tiene un camino cuesta arriba no solamente en la capital del país”, dice Huchim May.
A este contexto se le suma el descontento social y el llamado de grupos civiles a no votar, por lo que los niveles de participación ciudadana que se prevén para este proceso electoral pueden ser los más bajos, pero no solamente en la capital sino en todo el país.
Para el ex Consejero, el llamado a no votar “es una tendencia errónea porque genera efectos contrarios a los del ciudadano. Es decir quienes mueven estos movimientos, llamados a no votar no son simpatizantes del partido en el poder federal, no son simpatizantes del PRI.
“Pero al llamar a la abstención, al voto nulo o a no votar lo que hacen indirectamente es favorecer al PRI, al partido que está en el poder federal porque quienes dejan de votar no serán los priistas, no serán los simpatizantes del PRI”.
La participación de Morena en las elecciones, por primera vez, también tendrá un impacto negativo para el PRD, señala Acuña Murillo.
«La competencia del PRD es Morena”, afirma, porque “Morena es un desprendimiento del PRD, y porque el máximo líder de la izquerda partidista es López Obrador, que abandonó precisamente el PRD para fundar su propio partido, que es Morena”.
Una encuesta sobre intención del voto, realizada en diciembre pasado por el diario Reforma, muestra que el partido liderado por el ex Jefe de Gobierno tiene 22 por ciento de preferencia electoral para las jefaturas delegacionales. Aunque figuraba en segundo lugar de preferencias, por debajo del PRD, había logrado subir ocho puntos en menos de un semestre.
De acuerdo con la misma encuesta, en julio de 2014 la diferencia entre ambos partidos era de 18 puntos. Para diciembre, el PRD lideraba las preferencias con 29 puntos, es decir apenas siete arriba que Morena.
En ese lapso, el partido del Sol Azteca había perdido tres puntos porcentuales, al pasar de 32 puntos a 29.
Acuña Murillo señaló que «el capital político del PRD está realmente fracturado, está lesionado y eso va a ser una oportunidad para Morena”.
Sin embargo, la oportunidad podría no ser sólo para Morena. Otro aspecto relevante que muestra la encuesta es que el PRI tiene una mayor preferencia electoral que el PAN, con 15 puntos sobre 12.