Para comprender la importancia de Dionisio El Tío o El Licenciado Loya Plancarte, uno de los máximos jefes de Los Caballeros Templarios y de su precedente, La Familia Michoacana, pocos documentos dicen más que el conocido como El Michoacanazo, asunto llevado por la administración de Felipe Calderón contra distintos servidores públicos. Entonces se detuvieron a 35 funcionarios municipales y estatales, la mayoría de ellos de filiación perredista. El PRD clamó el uso político de las instituciones de justicia y un juez liberó a la totalidad de los acusados. Pero quien conozca Michoacán y observe las causas de la guerra civil a la cual se acerca, entiende que un cártel no se construye de la noche a la mañana y en las sombras. Lo hace a la luz del día y de la mano de las instituciones del Estado. En el expediente, cuya copia completa posee SinEmbargo, están el santo y seña de la mafia michoacana y de un hombre que soñó con fundar y fundó un imperio, El Tío, el hombre que salía de compras… de funcionarios públicos.
Ciudad de México, 28 de enero (SinEmbargo).– El juez italiano Giovanni Falcone entendió, como pocos, que el crimen organizado no existe sin el amparo de las autoridades dedicadas a combatirlo. La mafia italiana entendió su pensamiento. Le temía. Le admiraba. Le odiaba. Y le asesinó con el estallido de 700 kilos de explosivos al paso de su automóvil.
Su herencia perduró y, años después de su muerte, en 1992, autoridades académicas, judiciales y policíacas elaboraron la “Falcone check list”, un prontuario para que pone clara la definición: no hay crimen organizado sin protección de la autoridad.
Estas son las palabras de otros jueces:
“En Michoacán, por lo menos desde 2002 –último año de la gubernatura del priísta Manuel Tinoco Rubí y primero del perredista Lázaro Cárdenas Batel–, opera la organización delictiva conocida como La Familia Michoacana.
“Está dirigida, entre otros, por Jesús Méndez El Chango Méndez –detenido y entendido por su ex socios como un traidor–, Servando Gómez La Tuta, Dionisio Loya Plancarte El Tío, Nazario Moreno González El Chayo –ni muerto ni vivo, oficialmente–, quienes a través de sus subalternos o inclusive por sí mismos, realizan compra y siembra de marihuana, recolección, transporte y venta de cocaína, marihuana y ice, tráfico de pseudoefedrina, cocaína, marihuana, metanfetaminas y heroína, realizan “levantones” y “ejecuciones”, lavado de dinero, elaboración de la droga llamada “cristal” o “hielo”, adquisición de vehículos robados y tráfico de armas.
“La organización delictiva también lleva a cabo la captación de autoridades de los tres niveles de gobierno a cambio de distintas cantidades de dinero, también coordinan con los diferentes partidos políticos la selección de los candidatos y sus colaboradores a las diferentes presidencias municipales principalmente en Michoacán e insertan miembros de la organización criminal en los cuerpos de seguridad en los tres niveles de seguridad pública para tener control de sus acciones.
“Servidores públicos brindaron protección a los miembros de la organización criminal, le comunicaron la práctica de operativos, comisionaban elementos de la policía municipal para que proporcionaran seguridad a los miembros de la organización criminal, intervenían para lograr la liberación de miembros de la organización cuando fueran detenidos, contrataban miembros de la organización criminal en los niveles de seguridad pública, permitir el transporte de cocaína y dinero de la organización, sacar de los retenes los vehículos que transportaran armas u objetos ilícitos para escoltarlos a su destino”.
No fueron las palabras del juez a quien se acusó de “actuar consigna” y “electoralmente” para debilitar al Partido de la Revolución Democrática, entonces gobernante en Michoacán.
Fueron afirmaciones del Tribunal Unitario de Circuito de la Séptima Región, con sede en Acapulco.
Secreto uno:
QUIÉNES FUERON LOS
JEFES DE LA FAMILIA
Cuando “Ricardo” declaró a fines de 2008 y la primera mitad de 2009, el patrón de La Familia era, con toda claridad, uno: Dionisio Loya Plancarte El Tío o El Licenciado, originario de Apatzingán.
En esto coincidieron otros testigos protegidos, uno de ellos identificado como “Emilio”.
Según los informantes, la función del Tío era primordial para la marcha de la organización: Compraba funcionarios de todos los niveles, preferentemente policías. También coordina con los diferentes partidos la selección de los candidatos y sus colaboradores en las diferentes presidencias municipales, principalmente en Michoacán. Sabe apostar. Y tiene dinero para apostar a todos los gallos.
El Tío, como un buen corredor de bolsa en Wall Street entendía el momento de comprar, sabe en qué momento llegar y soplar al oído de los políticos. Los compra desde las campañas electorales. Era el hombre de las refriegas políticas repartiendo pactos con el diablo.
El trato era simple. Si el candidato gana sólo debería dejar hacer y dejar pasar. Algo más pedía El Tío: el eventual presidente municipal uniformaría como policías a sicarios y halcones, entregaría la dirección de Obras para que, vía contratos públicos arreglados, las constructoras del cártel se hicieran cargo de repavimentar calles y construir aulas y dejaría el asiento para el responsable de las finanzas municipales.
Dijo “Ricardo” en 2008 y 2009: “Conozco las actividades de Dionisio Loya El Tío o El Lic, porque entre 2001 y 2005 pertenecí al Cártel del Golfo, al que perteneció lo que ahora es La Familia Michoacana y él era el encargado logístico. Él me daba el dinero para entregarlo a diferentes funcionarios de la Procuraduría del estado, en la que yo me desempeñaba, y de la Secretaría de Seguridad Pública del estado”.
En el segundo nivel en ese tiempo estaba Jesús Méndez El Chango Méndez, ex jefe de todas las plazas. El Chango fue detenido en la pasada administración federal, aunque hay quien dice que se entregó por miedo de ser asesinado por sus viejos amigos, quienes conocieron sus posibles intentos de negociar con Los Zetas.
A él se subordinaba Servando Gómez El Tuta, a quien se le había responsabilizado de Arteaga y Lázaro Cárdenas, de importancia capital para la producción de metanfetaminas, uno de los grandes negocios de los gánsteres michoacanos por ser punto de ingreso de mercancías chinas y, entre estas, de precursores químicos con este origen.
Nazario Moreno González El Chayo era considerado desde entonces como un benefactor social, un hábil comprador de la protección de la gente. Antes de la fundación de Los Caballeros Templarios, El Chayo era jefe de plaza de Morelia y, antes de ser francamente narcotraficante era un próspero empresario, propietario de Autotransportes Purépecha y de algunas casas de cambio nominadas Divisas Barrera, en Morelia y Uruapan.
El encargado de la plaza de Turicato, Nocupétaro y Carácuaro era Alfredo Méndez Villafaña El Inge o El Ingeniero, quien tuvo como jefe de sicarios a Flavio Rodríguez, en algún tiempo operador en Guadalajara bajo el mando de Óscar Nava Valencia El Lobo.
En el Lago de Pátzcuaro, la zona conocida como lacustre, la organización era digida por El Bolillo: cerca de los 60 años de edad, 1.75 de estatura, tez morena, complexión media, cabello negro y barba. Es un talamontes, además de narcotraficante, y se le persigue por delitos ambientales.
El encargado de La Familia Michoacana en el Estado de México y el Distrito Federal era Saúl Solís Solís El Lince. Antes fue jefe de grupo de la Policía Ministerial en Michoacán. Jorge Ortega La Gaviota, es o fue el encargado de la plaza de Querétaro y quien en su nada lejana vida anterior fue segundo comandante de Robo de Vehículos en Michoacán.
En Aguascalientes era o es jefe es La Cobra: 35 años, 1.75 metros de estatura, pelo corto tipo militar. Hace cinco años, en su trepidante ascenso, los michoacanos también ya controlaban posiciones en Chiapas y San Luis Potosí.
Secreto dos:
DE CUÁNTO CUESTA
UNA PROCURADURÍA
“Ricardo” aseguró que él mismo entregó en la mano los sobornos al entonces procurador Miguel García Hurtado desde que fue subprocurador. Carlos Mendoza El Negro o El Tísico le enviaba 20 mil dólares mensuales.
“En dos ocasiones, a mediados de 2007, por órdenes estrictas del Chango Méndez, escolté a La Fresa al estacionamiento de la Bodega Aurrerá de Morelia que está delante de la salida al Pípila. En las dos ocasiones, llegó Miguel García Hurtado. Desplegué mis elementos para resguardar el perímetro y me quedé cerca de La Fresa, quien le entregó directamente a Miguel García Hurtado una maleta con 50 mil dó1ares americanos”, dijo.
Habló respecto de policías antisecuestros de Michoacán: “Por órdenes del procurador, levantaron a Carlos Lezama, jefe policíaco en Uruapan, porque no servía a la organización”. Esas ayudas constantes costaban 15 mil dólares mensuales.
Los mismos funcionarios informaban a los narcotraficantes de cualquier secuestro en la zona ajeno a La Familia o, en su calidad de agentes, detenían a miembros de grupos rivales y se les entregaban a ellos para su ejecución.
Quedó señalado el ex primer comandante regional de la Policía Ministerial, Noé Medina Martínez, a quien según los informantes protegidos entregaban 20 mil dólares mensuales. De él dijeron que era compadre de Nazario Moreno. Protegía casas de seguridad, negocios y reforzaba la seguridad de los líderes de La Familia cuando se reunían en Morelia.
Un jefe regional de la ya desaparecida Agencia Federal de Investigación, recibiría también 20 mil dólares mensuales. La misma suma sería entregada a un comandante de la Policía Ministerial de Uruapan a quien “Emilio” conoció a Berber en el palenque de Morelia.
Apostaba a los gallos como si usara dinero de juguete. “Hasta yo pensé que era algún miembro de La Familia”, declararía “Emilio”. Pero no. “Sólo era un policía ministerial”.
Otro primer comandante regional en Michoacán recibía de Servando Gómez La Tuta 10 mil dólares mensuales. Habría sido, antes que nada, empleado de La Familia Michoacana. Dijo “Ricardo”: “El Chango Méndez le dio la instrucción al procurador Miguel García Hurtado de ponerlo en la primera comandancia. No fue captado, sino colocado por la organización”.
En varias ocasiones, entre 2003 y 2005, policías judiciales del grupo antisecuestros custodiaron drogas de la organización a cambio de entre 3 mil y 5 mil dólares al mes.
Un comandante, únicamente identificado como Dimas, del área Antisecuestros, recibiría 10 mil dólares a cambio de soplar si los secuestros realizados por La Familia eran denunciados por los familiares de las víctimas, a las que se ejecutaba inmediatamente si era el caso. “Ricardo” ejemplificó con el asunto de un hombre apellidado Benítez Raya y apodado El Chino. “A la fecha no se ha encontrado su cuerpo”.
Un comandante adscrito a robo de vehículos en el estado recibía 10 mil dólares mensuales por proveer a la organización de suficientes vehículos robados que utilizaba para levantones y otros asuntos.
***
El 26 de mayo de 2009, la Procuraduría General de la República detuvo durante un operativo efectuado ese día y en momentos posteriores a 35 servidores públicos municipales, estatales y un federal de todos los partidos políticos, supuestamente coludidos con la delincuencia organizada.
Fueron capturados, arraigados y encarcelados, entre otros, Miguel García Hurtado, procurador de justicia del estado; Ramón Ponce Ponce, asesor del procurador, y Citlalli Fernández González, ex secretaria de Seguridad Pública del estado y asesora del gobernador Leonel Godoy.
Fueron a prisión nueve alcaldes del PAN, PRI y PRD, partido que pagó la mayor parte de la factura del “michoacanazo” al tener el gobierno del estado.
Los inculpados fueron internados en el Centro Federal de Readaptación Social Número Cuatro “Noreste”, en Tepic, Nayarit; y a las tres acusadas en el Centro de Rehabilitación Social “Venustiano Carranza”, en la misma ciudad.
El auto de formal prisión, dictado por un juez federal de Nayarit, se fundó en varios elementos: la declaración de tres testigos protegidos; acta de un cateo realizado en el Distrito Federal, en que se incautó una computadora que contiene una grabación telefónica; parte policiaco de la PFP que da cuenta de la detención del hijo de La Tuta, a quien se le encontró una nómina del cártel con el detalle de pagos a distintos funcionarios públicos.
También seis partes policíacos de la Policía Federal que presumen la constatación de las relaciones entre los servidores públicos y los jefes de la mafia local.
Todos quedaron en libertad.
A la vez, Julio Godoy, medio hermano del ex gobernador perredista, aún sigue en fuga.
Secreto tres:
DE CÓMO SE HACE
UN SICARIO
–¿Quieres chamba con La Familia?–preguntó El Perras, menos conocido como Juan Serna. El sol de abril de 2007 derretía el municipio de Benito Juárez, Michoacán.
–Sí –respondió “Emilio” sin vacilar, recordaría el 11 de diciembre de 2008 en su declaración ministerial ratificada ante un juez.
El Perras lo llevó a Tierra Caliente, a un rancho ubicado en medio de los municipios de Tuzantla, Tiquicheo y El Limón de Papatzindán. Le presentó a Horacio Morales El Perro, jefe de plaza al menos en esos días de 2007.
–¿Quieres trabajar? –se aseguró Morales. –¿Sabes manejar armas?
–Sí quiero trabajar y no sé disparar.
–Aquí te vamos a entrenar y vas a trabajar.
Pasó los siguientes tres meses en Tierra Caliente. El trabajo consistió en empacar marihuana atrás de la casa del Perro. El adiestramiento fue junto a otros 70 nuevos soldados de La Familia, tiempo en que recibió, cada uno, salario de 20 mil pesos mensuales. La preparación fue impartida por El Chirris, escolta personal de Jesús Méndez El Chango Méndez.
En los últimos días en el rancho, cerca de concluir la preparación, llegó la orden del Tío, el señor de La Familia Michoacana: todos debían hacer el cuarto y quinto paso de Alcohólicos Anónimos en un retiro espiritual.
Los enviaron a un centro de rehabilitación llamado Gratitud para alcohólicos y drogadictos, propiedad de La Familia, en Morelia.
“Emilio” coincidió con el Gory, ex policía estatal de Michoacán; El Yeison, originario de Tequila, Jalisco; al Flaco, de Arteaga, y el Pollo, de Papatzindán.
Cumplieron las instrucciones.
Cuarto paso: “Sin temor, hicimos un sincero y minucioso inventario moral propio”.
Quinto paso: “Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano, la naturaleza exacta de nuestras faltas”.
A los pocos días, “Emilio” tuvo su primera encomienda, transportar 100 cajas de tiros de cuerno de chivo y AR15. Viajó en una Cherokee blindada con un engomado del Escudo Nacional en el parabrisas que entregó al Perro.
Pidió trabajar con El Gory. Le concedieron el cambio y se presentó en Ciudad Hidalgo, donde se integró al grupo de choque, el que va por delante en los operativos.
Conoció al Licenciado Loya Plancarte a mediados de 2007, cuando participó en el aparato de custodia en un encuentro que el capo tuvo con hondureños y colombianos.
En esa época participó en un operativo para detener a un extorsionador que trabajaba sin permiso de La Familia.
El Principito, un agente de la Procuraduría General de la República (PGR) convertido en sicario de La Familia, y “Emilio” lo esperaron frente al panteón de Aporo, donde se convino el pago. El Mecánico, como se identifica al chantajista, llegó en taxi. Los narcotraficantes lo amagaron y amarraron. Lo llevaron a una finca. Trabajaba para El Talibán, sin relación con La Familia.
El Gory lo llamó.
–Si regresas el dinero te devuelvo al Mecánico –propuso El Gory al Talibán.
Pero El Talibán no regresó nada. Llevaron al Mecánico a un cerro en Ciudad Hidalgo. Cavaron una fosa. Hincaron al hombre en la orilla. Era una orden indiscutible, un mandamiento del Licenciado. Apuntaron al Mecánico en la nuca y jalaron el gatillo.
La Familia, emparentada de origen con Los Zetas, conocía el negocio de secuestrar a los miserables: levantaban talamontes, coyotes, vendedores de piratería, prestamistas de dinero y narquillos con aspiraciones de independencia.
El grupo de “Emilio” cobraba, al menos, un millón y medio de pesos por la libertad de cada presa.
***
En octubre de 2007, se habló de la llegada a Maravatío de un soldado boina verde acompañado de cinco hombres de inteligencia militar. Se dijo que andaba encabronado, preguntando quién de La Familia le había asesinado un pariente.
Buscó al Gory. Puso la negociación por delante.
–Si me lo entregas te dejo trabajar en paz la plaza de Ciudad Hidalgo –que contiene además los municipios de Maravatío, Aporo y Tlalpujahua– y Ecatepec, Estado de México–y colgó el teléfono.
El Gory ordenó ir por él. Mandó que le dijeran que quería platicar. “Si se necesita, lo matan”, pidió a “Emilio”.
–¡Hey! Vamos a platicar –le dijeron nomás lo vieron.
Y el militar nomás los vio quiso sacarse la nueve milímetros de la fornitura. No alcanzó. El Charly levantó el cuerno de chivo y le pegó un sólo tiro en el ojo izquierdo. Se llevaron el cadáver a Ciudad Hidalgo y lo enterraron junto al Mecánico.
A finales de 2006, “Emilio” ascendió a jefe de grupo al mando de 15 personas que escoltaban al Tío.
Su grupo también levantaba gente de otras bandas: del Chapo Guzmán –luego sus aliados y nuevamente sus rivales–, El Milenio –hoy Cártel Jalisco Nueva Generación– o de los Beltrán Leyva. “A quienes operaban en la zona y no querían pagar derecho de piso; a quien nos ordenara el jefe de la plaza de asesinar o darle una calentada”.
¿Qué tan cerca llegó a estar “Emilio” de los patrones? El sicario no es un simple testigo protegido –si cabe la simpleza en esa condición–. Era un infiltrado. Habló el 6 de mayo de 2009. Faltaban 20 días para el “michoacanazo”:
“Nazario Moreno El Chayo está en un ranchito llamado Guanajuatillo, en Tancítaro. Tiene más de 80 sicarios y dos laboratorios de cristal. Estará en ese lugar esta y la próxima semana, porque habrá una junta de altos miembros de La Familia Michoacana. Todavía no conozco la fecha, pero avisaré cuando la sepa y tenga la lista de personas que irán”.
Pero nadie fue por él.
Secreto cuatro:
DE CÓMO LA POLICÍA SÍ
CUMPLE… CON EL NARCO
“Ricardo” se convirtió en policía judicial de Michoacán en octubre de 1991 y lo fue hasta 2005. Su currículum lo muestra adscrito a las áreas de aprehensiones y homicidios. Estuvo asignado en Uruapan, Morelia, Apatzingán y Zitácuaro.
Y, lo más importante para el caso, fue escolta de Leonel Godoy.
La placa le dio acceso al Cártel del Milenio o de Los Hermanos Valencia, hoy Jalisco Nueva Generación, y del Cártel del Golfo, del que se escindió La Familia Michoacana.
El comandante “Ricardo” recolectaba, custodiaba y transportaba cocaína, marihuana y ice o “hielo”.
En su declaración del 6 de febrero de 2009, el informante dijo de sí mismo que “trabaja”, así, en presente, para La Familia en el Puerto de Lázaro Cárdenas.
Ese día, el Ministerio Público federal le mostró varias fotografías. Reconoció al hombre de la imagen con el número dos: La Tuta: calvo y de bigote. Lo conoció en febrero de 2003 en la casa de Lorenzo Rosales Mendoza El Lencho, agente del MP y hermano del hoy recluso narcotraficante Carlos Rosales Mendoza.
Convinieron el traslado de cocaína de Lázaro Cárdenas en dos vehículos oficiales de la Procuraduría General de Justicia de Michoacán y el pago de 350 mil dólares. “Ricardo” custodió los seis kilos de coca con un comandante Noé de Asuntos Internos de la Policía Ministerial de Michoacán y La Tuta.
La Tuta recibió el pago en billetes de 50 y 100 dólares, que metió en la misma hielera en que transportaron la droga.
Para celebrar la buena marcha del negocio, comieron en la marisquería Juan Camaney.
***
“Ricardo” supo en septiembre de 2008 de la desaparición del subdirector de la Policía Municipal de Uruapan, Carlos Negrete Lezama. Según el testigo protegido, el entonces procurador García Hurtado lo llamó a su propia oficina, donde lo entregó a Efraín Farías Loaiza, director Antisecuestros, para que éste lo cediera a La Familia. La mafia lo reclamaba, porque se negaba a servirla en Uruapan.
Otro ejemplo. Reynaldo Silva Padilla, ex comandante al servicio de Los Valencia, fue asesinado por sicarios de La Familia. Los asesinos fueron detenidos y “liberados al día siguiente por órdenes del anterior procurador, Miguel Ángel Arellano. Yo estaba en su oficina y observé como ordenó la liberación”, aseguró “Ricardo”.
Las historias de la subordinación de los policías al narcotráfico en Michoacán se cuentan por decenas en el expediente.
Narra “Paco”, otro testigo protegido, otro ex traficante:
“Queríamos eliminar a Rogaciano de Alba, ex presidente de Petatlán, Guerrero. Trabajaba con el Cártel de Sinaloa. Una tarde, los policías municipales nos informaron de los movimientos que hacía en Lázaro Cárdenas hasta su salida por la autopista. Se ordenó a los municipales que se abrieran, porque lo íbamos a ejecutar”.
Los policías municipales obedecieron y los narcos esperaron al ex alcalde. La Hummer dorada de Rogaciano parecía una lanza de oro sobre la autopista. Vaciaron las armas, pero la Hummer era una fortaleza blindada.
Otra más, relatada por “Emilio”: un jefe de la Base de Operaciones Mixtas en Morelia habría sido comprado con 20 mil dólares mensuales.
“Y lo sé, porque escolté las entregas de dinero y vi cuando se lo dieron. A cambio, avisaba de cualquier operativo y nos entregaba a los compas cuando él los detenía. Nosotros le poníamos casas con droga o piratería para que pudiera justificar su trabajo”.
Secreto cinco:
DE CÓMO SE PAGA
UN EJÉRCITO DE ALCALDES
El expediente es rico en momentos claves de la historia del crimen organizado mexicano. Algunas de las escenas ahí descritas detallan los días de convivencia, oposición, reencuentro y nueva ruptura entre quienes hoy se hacen llamara Los Caballeros Templarios y Los Zetas, hoy tan enemistados que resuelven sus diferencias con decapitaciones.
En noviembre de 2006, “Paco”, otro traficante convertido en declarante, avanzó al restaurante que está al costado de la glorieta de la avenida principal de Arteaga. Cuando entró, casi golpeó con su hombro el de otro hombre que salió de prisa.
Dos días antes, El Tuta lo llamó para decirle que le tenía un regalo, un paquete de marihuana, y buenas noticias: los problemas en la presidencia de Lázaro Cárdenas terminarían. El candidato del PRI era su amigo y ya estaba arreglado que fuera el siguiente alcalde. Para esto se le entregaría, de entrada, 450 mil pesos.
“Paco” también iba para pactar con La Tuta, en su caso la compra de un cargamento de marihuana. También para comentar sobre la limpia de arbustos y acondicionamiento de un terreno de varias hectáreas en la sierra de Arteaga para la siembra de marihuana.
La preparación de la tierra era costeada por Omar Treviño L-42 –hoy líder de Los Zetas, pero en ese tiempo un tamaulipeco con negocios con el Cártel del Golfo– y “Paco” iba en su representación. Cuando entró al restaurante vio salir un hombre. Caminó a la mesa en que estaba El Tuta, sentado con dos de sus sicarios.
–¿Conoces al cabrón que salió? –preguntó Paco en referencia al sujeto con el que casi chocó.
–Es el próximo presidente municipal –respondió La Tuta. –Es mi amigo. Me pide ayuda para su candidatura para la presidencia de Lázaro Cárdenas y para que le digamos a nuestra gente que está a sus órdenes.
***
Lázaro Cárdenas es, cada tres años de elección, una carrera en que La Familia hace sus apuestas.
La reunión fue en 2005 en la casa de Lorenzo Rosales Mendoza El Lencho, hermano del narcotraficante, Carlos Rosales Mendoza El Negro o El Tísico.
Estaban en el centro del puerto de Lázaro Cárdenas. Los narcotraficantes esperaban, según “Ricardo”, a Gustavo Torres Camacho, candidato del PRI a la alcaldía del puerto.
Apenas llegó, le habrían entregado 350 mil dólares. Ese fue el precio de la Dirección de Seguridad Pública municipal.
Torres fue formalmente acusado de trabajar para el Cártel del Golfo desde 2006. También de desvío de recursos. Se le destituyó y se le restituyó como su alcalde. Su nombre reapareció en el expediente del “michoacanazo”.
Algunas facilidades más incluidas en el acuerdo: desembarque de droga y operación de “tienditas”, lo que se habría concretado cuando Torres Camacho ocupó la alcaldía con un supuesto salario extra de 20 mil dólares.
“Al menos en tres ocasiones yo personalmente le entregué el dinero”, afirmó Ricardo.
Situaciones similares con quienes fungieron como alcaldes en Carácuaro en dos ocasiones, ex diputado federal y funcionario estatal al momento de su detención, habría recibido 15 mil dólares de parte de El Chayo. También se habría convertido en “lavador” de dinero, además de tener supuestamente un contacto en Estados Unidos, César Vázquez Duarte El Tupo, receptor y distribuidor de ice en Chicago.
Antonio Cruz Lucatero, ex alcalde de Apatzingán y hoy diputado local perredista, fue relacionado por “Ricardo” en la compra y distribución de efedrina para elaborar “cristal” o “hielo” en el rancho La Romera de ese municipio que enviaba a Estados Unidos con El Tupo.
En Semana Santa de 2007, entre Tuzantla y Zitácuaro, los pistoleros encontraron un retén de la Base de Operaciones Mixtas. Se desviaron a casa de Juan Martínez. Ahí “guardamos las camionetas cargadas de armas”, declaró “Emilio”.
Juan Martínez, alcalde de Benito Juárez de 2005 a 2007 y compadre del Gato habría recibido 150 mil pesos mensuales.
“Y robó mucho dinero del pueblo”, aseguró “Emilio”. “Detuvo la investigación sobre el secuestro del director de una preparatoria y de la violación de su esposa e hija. Fue prestanombres de La Familia Michoacana”.
***
El 24 de marzo de 2009, “Emilio” declaró:
“Respecto del gobernador Leonel Godoy Rangel, cuando se iban a realizar las elecciones en que participó, hubo órdenes expresas del Chango Méndez de que todos los miembros de La Familia votáramos por él. Nos mandaban por pares para que uno viera que el otro votara por Godoy y al que no lo hiciera le darían tablazos”, dijo en referencia a uno de los recurrentes castigos entre los mafiosos michoacanos.
En reuniones sostenidas por los jefes de La Familia, el informante escuchó a Dionisio, Nazario, Jesús Méndez y Servando Gómez decir que la Familia habría apoyado económicamente la campaña de Godoy.
No fue el único Godoy señalado por los testigos protegidos. “Emilio” identificó a Julio Godoy, medio hermano del gobernador de Michoacán, diputado federal electo el año pasado y hombre en fuga como compadre de La Tuta.
El informante aseguró que conoce esa relación la relación a través de un yerno de La Tuta, jefe en Lázaro Cárdenas –de donde son los Godoy–, identificado como Santiago Perdomo, un policía federal.
En casa de Perdomo, “Emilio” se topó en una pared la fotografía del gánster, su hija y Julio Godoy. El federal presumió: “ya ves y no me creías que mi suegro se codea con los políticos chingones. Tiene muy buen paro con Julio Godoy, él le resuelve a mi suegro cualquier problema que tenga”.
Secreto seis:
DE CÓMO EL NARCO
HACE Y ROMPE LA PAZ
A principios de 2004, Saúl Solís Solís El Lince, ex jefe de la policía de Ario de Rosales, recibió una orden de Nazario Moreno González El Chayo: ejecutar a Elio Ibarra El Paquín, miembro de Los Valencia o Cártel del Milenio.
“Ricardo” recuerda el momento. Estaba metido a tope en la guerra. Era asistente del Lince en la logística del cártel, apoyada en una célula del Grupo Antisecuestros de la policía ministerial.
La Tuta tenía el encargo de disputar las plazas al Cártel del Milenio. El encargado a su vez de disputar las plazas al Tuta por parte del Milenio era El Abuelo, hasta hoy su más acérrimo enemigo.
Pero ese mismo año, Heriberto Lazcano Lazcano, entonces líder de Los Zetas, envió al tamaulipeco Tamaulipas Omar Lord Méndez Pitaluas como encargado de la Plaza de Lázaro Cárdenas. La Tuta quedaba relegado por un fuereño y, en ese momento, el hecho significó la guerra.
Y, si se buscan razones para explicar la existencia de La Familia, se encontrará, muy pronto, que no querían el control tamaulipeco. Que, capturado Osiel Cárdenas Guillén, apenas el año anterior, en 2003, no le debían lealtad a nadie más que a sí mismos, a La Familia.
En 2006, la organización proclamó su independencia del Cártel del Golfo y de los Zetas. Se levantó en armas. “La Familia no mata por paga, no mata inocentes. Sólo muere quien debe morir. Sépanlo toda la gente, esto es justicia divina”, arengaron en una manta.
Todos los cárteles ansían el Puerto de Manzanillo, estratégico por las mismas razones que el de Lázaro Cárdenas. Ahí llegan contenedores con cocaína colombiana y de ahí parten al mercado estadounidense. También es clave el tramo carretero de Manzanillo a Caleta de Campo, Michoacán, pues en diferentes puntos de la costa atracan lanchas rápidas desbordadas de polvo blanco.
El Golfo mandó como avanzada a Los Zetas y vino el reguero de muertos. Las cabezas rodadas en bares, los montículos de cadáveres al lado de la carretera, los patios de las casas convertidas en salas de tortura y Michoacán, la tierra del entonces Presidente de la República, transformado en uno de los panteones más grandes del país.
En mayo de 2007, las organizaciones criminales pactaron una tregua.
Con los dedos ansiosos por jalar el gatillo, se reunieron en Morelia. Un hombre apodado El Negro representó a Los Zetas. Del Milenio o Los Valencia llegó El Abuelo, Juan José Farías Álvarez, a quien se reconoce como el original Matazetas. La Familia comisionó a Jesús Méndez El Chango Méndez, custodiado por “Emilio”.
La reunión fue en el palenque de gallos.
Era momento de enfriar la plaza o no habría negocio para nadie. Las masacres atraían al ejército como los cadáveres a las moscas. Entonces se debía lidiar con cateos, operativos y la pérdida de paciencia del gobierno estatal y federal. Es casi un adagio: cuando la plaza se calienta, ni los sobornos la enfrían.
Lograron el cese al fuego bajo el principio no codiciar las plazas ajenas. También que cuando La Familia necesitara pseudoefedrina, El Abuelo la conseguiría y entregaría al Chango Méndez y así los laboratorios de cristal o metanfetamina en la sierra del estado no quedarían parados. Algo más en el contrato: El Abuelo entregó una Hummer y cuatro toneladas de pseudoefedrina. Tenía abundante acceso a la fuente: Zhen Li Ye Gon, el empresario chino a quien confiscaron 205 millones de dólares.
El Abuelo también tiene o tenía la función de recibir los cargamentos de droga y pseudoefedrina en el puerto de Lázaro Cárdenas para enviarla a Estados Unidos, a través del Océano Pacífico, hasta Long Beach, California. Funcionaba como receptor Víctor Ríos El Pacas. Luego lo hizo un hermano suyo, El Gordo, sólo identificado con ese apodo y como dueño de una compañía con giro de jardinería denominada Ríos.
Sin embargo, El Abuelo y sus antizetas nunca gustaron del todo a La Familia. Demasiado fuerte el carácter y demasiada fría la sangre. Entre las pandillas michoacanas se da por hecho que él y su grupo asesinaron en diciembre de 2006, en el Estado de México, a Felipe Zavala McGregor, primo de la esposa de Felipe Calderón, justo en los momentos en que éste iniciaba su Presidencia.
Pero en este mundo nada es duradero. El Abuelo y El Tuta sólo pensaban acabarse uno al otro. Y, en 2008, las bajas de La Familia en Reynosa y Matamoros se habían multiplicado en la guerra contra Los Zetas. El Cártel del Milenio comprendió la debilidad de sus socios y paisanos y se acercaron al enemigo.
Los ejes en la guerra del narco se recompusieron. La Familia trabaja nuevamente con El Golfo, tras la asonada que sufrió de Los Zetas, y lo hizo durante algunos años con el Cártel de Sinaloa, aunque ahora es sabido que éste último grupo propuso su apoyo las autodefensas michoacanas en su guerra con Los Caballeros Templarios, a quienes digiriera un comprador de funcionarios públicos apodado El Tío. *
Fuentes documentales:
Averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/205/2009
Causa penal 02/2009-II instruida por el Juzgado Segundo de Distrito de Procesos Penales Federales en el estado de Nayarit
Toca penal 576/2009 resuelto por el Tribunal Unitario de Circuito de la Séptima Región
Primer informe de trabajo del grupo plural de trabajo en el Senado para dar seguimiento a la situación jurídica y procesal de los ex funcionarios del estado de Michoacán, procesados por presuntos vínculos con la delincuencia organizada