Al “indio patas rajadas” que los miles de caminantes hicieron suyo con humor y orgullo, como los procedentes de Chiapas que desplegaron una larga manta con esa expresión, se sumó también como propio el acarreo y alguien llegó a decir que ningún mexicano tiene aún alas para llegar volando a las marchas, ni siquiera los que convoca Claudio X. González.
Ciudad de México, 27 de noviembre (SinEmbargo).– El contraste entre las dos marchas es notable: en la de hace dos semanas, organizada por los partidos de oposición y liderada por el oligarca Claudio X. González, fluyó la furia y el odio resumido en el “¡indio patas rajadas!” de una mujer contra el Presidente Andrés Manuel López Obrador, pero en la de este domingo, convocada por él desde la cúspide de su poder, imperó la alegría, el entusiasmo y el optimismo desbordados.
En lo que fue la celebración de los cuatro años del inicio de su Gobierno, que se cumplen el próximo jueves, miles y miles de mexicanos hicieron suyo el insulto contra el Presidente de México y revirtieron con burla el estigma de ser “acarreados”, como se denomina con dolo a quienes se transportan en autobuses.
[yotube LS3uvFagTA8]Ese espíritu fue resumido en una pancarta por Miguel Cruz, venido por su cuenta en autobús desde la Mixteca oaxaqueña y quien se plantó sobre el Paseo de la Reforma: “Soy indio parta rajada, pero con los pies limpios y fuertes para marchar por la democracia y apoyo a la 4T.”
Un feliz López Obrador pasó frente a él, a unos metros, zarandeado por la multitud que se apretujaba para acercársele, en lo que fue el inicio de una caminata de seis horas hasta el Zócalo, un territorio que no le ha sido arrebatado por nadie.
–Presidente, otra vez en la calle– le gritó el reportero a López Obrador.
–¡Para no perder la costumbre!
–Parece Villahermosa.
–Sí, hasta por el calor.
Y en medio de los tumultos, empapado en sudor, llevando siempre a su derecha a Claudio Sheinbaum, el Presidente de México pasó entre vítores frente a la embajada de Estados Unidos, donde hace dos semanas, el domingo 13, Claudio X. González se estacionó por más de media hora para tomarse fotos y escuchar los insultos a López Obrador.
Aquella marcha, que sólo llegó al Monumento a la Revolución, fue el desafío desde las calles de la oposición a López Obrador con el pretexto de que “el INE no se toca”, y la de este domingo fue una respuesta del Gobierno con la convocatoria a multitudes, también desde la calle, un elemento que nadie ha usado mejor que él desde que era, hace más de tres décadas, líder social en Tabasco.
Al “indio patas rajadas” que los miles de caminantes hicieron suyo con humor y orgullo, como los procedentes de Chiapas que desplegaron una larga manta con esa expresión, se sumó también como propio el acarreo y alguien llegó a decir que ningún mexicano tiene aún alas para llegar volando a las marchas, ni siquiera los que convoca Claudio X. González, que tampoco llegan rodando con sus cuerposEl reportero se trasladó hacia la movilización en transporte público, en el Metrobús, como lo hicieron tantos con un ánimo festivo a bordo de cientos de autobuses que vomitaban multitudes desde todo el territorio nacional, con manifestantes que también repudiaban el clasismo de la marcha de hace dos semanas: “Cuatro años hermosos, cerrando hocicos racistas”.
Y una más, gigantesca y didáctica, en contraste con la macha del domingo 13: “La multitud no odia. Odian las minorías. Porque conquistar derechos provoca alegría, mientras que perder privilegios provoca rencor”.
Pero lo que marcó la primera marcha de López Obrador en su Gobierno –y después de dos años y medio de la pandemia que todavía no concluye– fue el “amor con amor se paga”, una expresión que nació con el respaldo popular que obtuvo en el desafuero como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, en 2005, y que el tiempo ha profundizado.
Se requiere mucha identificación con el líder para resistir horas de caminata bajo el sol, pero nadie mostraba fatiga, menos cuando había música de grupos en vivo, desde marimba hasta mariachi, y hasta sonido que instalaron maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, en el Hemiciclo a Juárez.
La marcha fluía tan lenta que llegó a especularse que López Obrador podría tomar un atajo para alcanzar el Zócalo, como lo hizo el candidato presidencial priista Roberto Madrazo en el maratón de Berlín, en 2007, cuando fue sorprendido haciendo fraude, una de sus características como político y quien fue uno de los participantes en la marcha convocada por Claudio X. González.
Al fin política, la marcha tuvo expresiones de sanción para quien es identificado como un político desleal a Morena, el Senador Ricardo Monreal, quien anunció desde España que negocia con la oposición y hará una gira nacional para la “reconciliación”, lo que se da como una ruptura.
Manos anónimas fijaron una cartulina rotulada en las rejas del Senado, alusiva al comportamiento del coordinador de los senadores de Morena: “Monreal, la ambición puede ser tu perdición. Aguanta, no seas traidor”.
Y, una vez más, lo que cruzó de punta a punta la marcha de este domingo fue el grito arraigado del movimiento autodenominado Cuarta Transformación: “¡Es un honor estar con Obrador, es un honor estar con Obrador!”
Nadie sabe si será la última marcha de López Obrador, a quien todavía le quedan un tercio de su sexenio, casi dos años de Gobierno y una elección que definirá si hay continuidad de este proyecto o cambio, que es el proyecto opositor que lidera Claudio X. González. Ya se verá.