La aplicación de vacunas contra la COVID es un desafío logístico, pero factible, considera la Unicef

27/11/2020 - 1:53 pm

Una de las principales complicaciones con la vacuna de la COVID-19 -sobre todo con algunos de los proyectos- es la necesidad de conservarla a temperaturas muy bajas, con algunas como la desarrollada por Pfizer que tienen que mantenerse por debajo de los 70 grados bajo cero. Por ello, Unicef está estudiando con los Gobiernos si tiene sentido invertir para poder usar este tipo de vacuna o si es mejor decantarse exclusivamente por otras.

Por Mario Villar

Naciones Unidas, 27 de noviembre (EFE).- La campaña de inmunización contra la COVID-19 plantea un importante desafío logístico, pero uno que el mundo debe ser capaz de resolver sin excesivos problemas con la planificación adecuada, explica a Efe el español Pablo Panadero, jefe de Transporte de Unicef.

“Creo que tenemos que permanecer optimistas”, señala Panadero, para quien lo fundamental va a ser tener apoyo de los donantes y de la industria logística, y trabajar juntos para facilitar una operación que, por ahora, nadie sabe exactamente cómo va a ser.

La agencia de la ONU para la Infancia, que es el mayor suministrador de vacunas del mundo, está acelerando esos preparativos de la mano de aerolíneas, compañías de transporte y Gobiernos de casi un centenar de países de ingresos bajos y medios a los que va a facilitar vacunas.

La previsión es que las inmunizaciones comiencen a moverse en el primer trimestre de 2021 y que los volúmenes aumenten progresivamente hasta alcanzar su máximo en el tercer trimestre.

El mundo ya supera los seis millones de muertes por coronavirus. Foto: AP

MUCHA PREPARACIÓN

“Estamos trabajando las 24 horas para mejorar la preparación”, explica Panadero en una conversación por videoconferencia desde Copenhague, donde Unicef tiene su centro mundial de suministros.

Unicef ya se encarga de manera habitual de suministrar una buena parte de las vacunas que se utilizan en todo el mundo, tanto en campañas rutinarias como en respuesta a emergencias. En total, la agencia compra y gestiona las inmunizaciones que se administran a alrededor de la mitad de los niños del planeta.

Según Panadero, las estructuras necesarias para llevar a cabo la enorme campaña de inmunización contra la COVID-19 ya existen en todos los países y ahora lo fundamental es fortalecer esos sistemas e identificar posibles problemas, sobre todo en la capacidad de recepción de cada Estado.

“Evidentemente el suministro de la vacuna de COVID va a suponer un desafío para esos sistemas, porque va a aumentar el volumen de vacunas que tiene que moverse. Es decir, tenemos que suministrar la vacuna del covid además de todas las vacunas que estamos suministrando y las que los Gobiernos y los ministerios de Salud manejan de manera regular”, explica.

Mientras tanto, este experto asegura que, a nivel de suministro logístico internacional no debe haber un problema grande, a pesar de que la capacidad aérea se haya reducido a causa de la caída del número de vuelos de pasajeros durante la pandemia.

“El suministro de vacunas, a nivel mundial, representa una parte relativamente limitada de la carga que se mueve”, señala Panadero, que subraya que esa seguirá siendo la situación aunque se doble o incluso se triplique el tráfico de vacunas.

Así, considera que los cargamentos que tendrá que gestionar Unicef no son “un desafío que la industria de carga aérea no pueda enfrentar”.

La agencia de Naciones Unidas para la Infancia tiene el objetivo de suministrar vacunas para un 20 por ciento de la población -con prioridad para sanitarios y personas de riesgo- de 82 países que contarán con ayudas dentro de Covax, la plataforma liderada por la Alianza de Vacunas Gavi, la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias y la Organización Mundial de la Salud (OMS) para garantizar un acceso equitativo a las inmunizaciones.

Las principales vacunas han mostrado más del 90 por ciento de efectividad. Foto: AP

Además, otras diez naciones de Latinoamérica y el Caribe están incluidas dentro de esta iniciativa, aunque en su caso será la Organización Panamericana de la Salud (OPS) la que se ocupe de la gestión.

EL PROBLEMA DE LA CADENA DE FRÍO

Una de las principales complicaciones con la vacuna de la COVID-19 -sobre todo con algunos de los proyectos- es la necesidad de conservarla a temperaturas muy bajas, con algunas como la desarrollada por Pfizer que tienen que mantenerse por debajo de los 70 grados bajo cero.

 “Nosotros tenemos experiencia con vacunas que requieren una cadena de frío normal, de 2 a 8 (grados). Eso los sistemas de salud están listos para manejar”, explica Panadero, que apunta también que Unicef y muchos países están acostumbrados a trabajar con productos que requieren estar por debajo de 20 grados bajo cero, como la vacuna de la polio.

“Si vamos a menos 70, esto es un desafío. Solo hay unos pocos países, los que han manejado la vacuna experimental contra el ébola, que tienen experiencia, pero los volúmenes son mucho menores de lo que se anticipa para la vacuna contra la COVID”, señala.

Por ello, Unicef está estudiando con los Gobiernos si tiene sentido invertir para poder usar este tipo de vacuna o si es mejor decantarse exclusivamente por otras. Por ahora, Panadero dice que la expectativa es que la mayoría de vacunas que se distribuyan a través de Covax el próximo año sean con una cadena de frío normal, de 2 a 8 grados centígrados.

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