Hace unos días, el Laboratorio de Biodiversidad Arrecifal y Conservación (BARCO) de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales de la UNAM presentó un estudio que realizó en conjunto con Greenpeace México sobre el estado que guardan los arrecifes del Caribe y el Golfo de México. Los resultados fueron preocupantes, pues de 15 arrecifes estudiados solo 1 fue catalogado en excelente estado y 4 como de buena salud, el resto (10) se encentran en estado de regular a crítico. El informe está disponible aquí:

Estos datos son importantes porque los arrecifes de coral brindan un sinfín de servicios ecosistémicos. Son hogar de miles de especies, muchas de las cuales se utilizan para el consumo humano, son fuente de ingresos por el turismo que generan, además de que protegen a las costas de tormentas, huracanes y erosión. Su deterioro provoca impactos negativos en lo social, económico y ambiental.

Entre los hallazgos de este informe destaca que de los arrecifes de coral estudiados, 8 están dentro de alguna Área Natural Protegida (ANP) y 7 corresponden a Cayo Arenas y Triángulos en el Golfo de México, los cuales no tienen ninguna categoría de protección y que por lógica pensaríamos que son los que alcanzaron una mejor calificación, pero la realidad no es así, resultaron ser de los mejor evaluados, en parte por su lejanía de la costa y a donde fue posible llegar gracias al barco Rainbow Warrior de la organización ambientalista.

Estos resultados revelan que la figura de ANP no está cumpliendo con su propósito de salvaguardar los ecosistemas y que en varios casos son solo de papel ¿Por qué? Hay varios factores que influyen en esta situación. Por ejemplo, que aunque se hacen los decretos para “proteger” alguna zona, los Programas de Manejo para especificar las actividades que se pueden o no hacer dentro de estas áreas a veces tardan años en emitirse o bien, están lejos de ser documentos sólidos, con el respaldo técnico necesario para la garantizar la conservación.

Otro de los factores es el recorte presupuestal. Valga la comparación de la violencia económica intrafamiliar, donde el dinero es el mecanismo para someter al otro mientras la familia crece. Así, el gobierno federal está sometiendo a las Áreas Naturales Protegidas que en la última década han visto disminuir sus recursos drásticamente pese a que las zonas de protección han aumentado.

El informe señala que en 2007 las ANP con área marina recibían 2 mil pesos por KM2 y actualmente sólo se designan 81 pesos por KM2, con esa irrisoria cantidad es de esperarse que la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas no pueda realizar su labor correctamente, ya que la falta de recursos influye en la falta de personal y equipamiento básico para el cumplimiento de su labor.

El documento también hace énfasis en las actividades humanas en tierra que afectan a los arrecifes coralinos, como la falta de tratamiento de aguas residuales. En el caso del caribe mexicano, esto es un gran pendiente pues el crecimiento explosivo del turismo ha rebasado las acciones gubernamentales para los servicios tales como el saneamiento que también afecta a los arrecifes.

La información científica disponible debería servir para que el gobierno mexicano deje de simular su compromiso con la conservación del medio ambiente y empiece a tomarse en serio su papel de garantizar la protección de la gran riqueza natural del país, que nos ha valido estar dentro de los 12 países megadiversos del mundo y está amenazada por políticas públicas deficientes.

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El informe está disponible para su descarga aquí

Edith Martínez

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Edith Martínez es coordinadora de Comunicación en Greenpeace México.

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