El aumento de las drogas sintéticas aquí y en todo México ha transformado el consumo local de drogas, y de paso ha alterado la dinámica de la violencia.
Por Parker Asmann
Ciudad de México, 27 de octubre (InsightCrime).– Junto a los escalones que conducen a las paredes blancas de la catedral católica que se levanta sobre el centro de Culiacán, Sinaloa, unos 40 carteles de color rojo intenso llaman la atención de los transeúntes.
Los carteles hacen parte de la labor de un colectivo independiente que busca a sus seres queridos desaparecidos en esta ciudad y en todo este estado del norte de México. Compuestos principalmente por mujeres, los grupos que hacen parte del colectivo trabajan incansablemente para crear conciencia sobre el creciente número de personas que han sido desaparecidas de manera forzada en México y, en última instancia, para encontrar a los desaparecidos.
InSight Crime habló con varias de estas brigadas de búsqueda en ciudades principales como Culiacán, Los Mochis y Mazatlán, así como con otros activistas, abogados y funcionarios del gobierno. Todos ellos insisten en que el repunte de las desapariciones forzadas que se ha presentado en Sinaloa en los últimos años está directamente relacionado con un fenómeno en especial: el consumo y la venta de drogas sintéticas.
El aumento de las drogas sintéticas aquí y en todo México ha transformado el consumo local de drogas, y de paso ha alterado la dinámica de la violencia. En 2010, en pleno apogeo de la violencia, Sinaloa registró más de 180 asesinatos por día, en gran parte a causa de los enfrentamientos entre grupos criminales. Pero en los últimos años, las autoridades han observado más desapariciones forzadas que nunca, tanto que incluso ya superan en número a los homicidios.
A finales de octubre de este año, en Sinaloa había 5.654 personas desaparecidas, según datos de la Comisión Nacional de Búsqueda de México. Por otro lado, en 2021, las autoridades registraron solo 645 homicidios en todo el estado, más del 70 por ciento menos que los 2.250 registrados en 2010.
Por todo Culiacán, Los Mochis y Mazatlán abundan los volantes que llaman la atención sobre la crisis de desapariciones. En medio de los que cuelgan afuera de la catedral principal de la capital, hay un cartel con una expresión colectiva de perdón:
“Perdón por no haberte abrazado más fuerte. Pensé que te volvería a ver”.
PRODUCCIÓN LOCAL, CONSUMO LOCAL
Con el tiempo, los grupos criminales de México han comenzado a producir drogas sintéticas como la metanfetamina y el fentanilo, distanciándose de la producción de narcóticos tradicionales como la marihuana y la heroína. Actualmente, el estado de Sinaloa es la zona cero de la producción masiva de estas drogas.
Si bien un gran porcentaje de dicha producción se dirige a los consumidores estadounidenses, una creciente porción está abasteciendo la demanda local, según dijo Ricardo Jenny del Rincón, director del Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública de Sinaloa, en entrevista con InSight Crime en abril de 2022.
Entre 2013 y 2020, la demanda de tratamientos relacionados con el abuso de metanfetaminas aumentó un 218 por ciento en todo México, según datos de un informe publicado en 2021 por el Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Sustancias Psicoactivas. Sinaloa fue uno de los 12 estados del país donde el uso de metanfetaminas fue más problemático.
Y en tanto el fentanilo ilegal producido en México domina el mercado de drogas de Estados Unidos, también se ha filtrado en el suministro local de drogas en Sinaloa. En lo que va corrido del año, el opioide sintético ha causado al menos tres muertes por sobredosis, aunque es probable que haya muchas más, según funcionarios de salud consultados por InSight Crime.
“Las drogas sintéticas representan un problema grave aquí en Sinaloa”, afirma un médico que trabaja en un centro estatal de ayuda para personas con adicciones. “Es un problema de salud pública que trasciende la seguridad pública y que afecta el corazón del tejido social”.
DAÑOS COLATERALES
Ricardo Jenny del Rincón señala que el aumento en los niveles de ventas de drogas sintéticas como la metanfetamina ha traído daños colaterales “muy fuertes”, sobre todo en cuanto a las desapariciones forzadas.
La metanfetamina en particular es muy adictiva, de fácil acceso y bastante barata (una dosis se consigue por unos 50 pesos, o alrededor de 2.50 dólares, en las calles de las tres principales ciudades de Sinaloa). Por ese motivo, cada vez hay más consumidores que entran en contacto con los peligrosos actores criminales de Sinaloa.
Los miembros de los colectivos que buscan a sus seres queridos desaparecidos en Culiacán, Los Mochis y Mazatlán concuerdan con dicha afirmación. Representantes de las tres ciudades estiman que “la mayoría” de las desapariciones forzadas, es decir, entre el 70 y el 80 por ciento, están vinculadas al consumo de drogas o a la venta de drogas en las calles.
Señalan además que los motivos de las desapariciones forzadas son relativamente sencillos y están relacionados con varias reglas tácitas.
Si un grupo descubre que un consumidor tiene cristal de metanfetamina que le ha comprado a un grupo rival (y que se reconoce por ciertos sellos distintivos), ese consumidor puede ser objeto de desaparición forzada. Es además frecuente que quienes tienen problemas de abuso de sustancias recurran al robo u otros delitos menores para abastecerse de la droga. La desaparición suele ser el castigo impuesto por los grupos criminales sobre las personas que son descubiertas cometiendo dichos delitos.
Por otro lado, si un distribuidor es atrapado vendiendo drogas identificadas con el color de un grupo criminal rival del que controla las ventas en un vecindario determinado, puede ser desaparecido por la fuerza o asesinado.
En muchos casos, estos colectivos sostienen que hay conexiones directas entre las desapariciones forzadas y las autoridades locales, sobre todo con la policía municipal. Su participación, según le dijeron algunas fuentes a InSight Crime, puede consistir en detener a distribuidores y consumidores que han violado estas reglas tácitas y entregarlos a los grupos del crimen organizado para que los desaparezcan. Incluso, los agentes de policía han llegado a ser víctimas de desaparición forzosa.
A la vez que los colectivos luchan contra las redes del crimen organizado y las autoridades locales que a menudo son responsables de estas desapariciones forzadas, también luchan por preservar la dignidad de sus seres queridos.
“No podemos normalizar la creencia de que estas personas merecen ser desaparecidas”, afirma el líder de un colectivo de búsqueda en Culiacán. “Muchas son personas pobres que provienen de familias descompuestas que viven en comunidades donde no hay apoyo del Estado”.
“Nadie merece desaparecer”.
*Victoria Dittmar, Sara García, Cecilia Farfán-Méndez, Michael Lettieri y Marcos Vizcarra contribuyeron al reportaje.