Por Héctor Víquez*

Cierra los ojos por unos segundos e imagina que llegas a una ciudad lejana, donde tu familia, amigos, casa, empleo, escuela o simplemente cualquier otro aspecto que hasta el momento hayas construido quedó atrás y no puedes volver porque existe una razón tan fuerte que regresar ya no es opción.

Permíteme ahora decirte que eres muy afortunado de que sólo lo hayas imaginado, porque hay muchas personas que lo viven en carne propia, simplemente no viven las mismas oportunidades que algunos pueden acceder en su ciudad o país. De pronto te darías cuenta que requieres algún tipo de ayuda porque tenemos necesidades que sin duda son esenciales para poder sobrevivir. Te cuento que este escenario es la realidad de una persona migrante.

Ahora me gustaría que volvieras a imaginar que eres de nuevo una persona migrante, pero esta vez se acerca a ti un grupo de personas que ofrecen apoyarte con alimentos y un lugar donde dormir, poniéndote a salvo por unos días en un albergue.

Sin duda la siguiente pregunta que te harías es que pasará después ya que te informaron que tu estancia sólo será por un par de días más pues otras personas también necesitan el espacio; entonces no sabes qué hacer, aún no logras adaptarte y desconoces gran parte de la información para acceder a empleo, servicios de salud, retomar tus estudios o simplemente los requisitos para rentar una vivienda, quizá porque no hablas el idioma o tienes algún tipo de discapacidad que dificulta aún más tu integración a una nueva realidad.

Dada esta pequeña reflexión te podrás dar cuenta que la asistencia humanitaria es esencial para responder a situaciones donde está en riesgo la integridad humana, pero que finalmente la asistencia no puede ser permanente.

Todo tipo de tipo de acción humanitaria no corresponde sólo a una lógica de proveer necesidades que deben ser atendidas de emergencia porque está en riesgo la vida humana, es una primera vía para detectar y atender problemáticas que deben ser solucionadas en procesos de atención multidisciplinarios a corto, mediano y largo plazo.

Los planes de intervención para contrarrestar la dependencia de la asistencia humanitaria, como solución inmediata, son sin duda los modelos de atención con una lógica de trabajo más compleja que se desarrollan para atender necesidades específicas en los distintos grupos de vulnerabilidad que coexisten en determinados contextos.

Entonces es importante reflexionar que depender la asistencia humanitaria como una vía para reestablecer nuestras condiciones de vida, sería tener soluciones inmediatas pero que no resolverían una situación tan compleja pues intervienen diferentes esferas que cruzan entre sí.

Desde Sin Fronteras I.A.P., el modelo de atención multidisciplinario se centra en intervenir con un enfoque de derechos humanos para la promoción, protección y defensa de los Derechos Humanos de las personas migrantes y sujetas de protección internacional a partir de la intervención de dos ejes fundamentales: atención legal y psicosocial.

A partir de este modelo, también se contempla brindar asistencia humanitaria cuando se presentan situaciones que ameritan ser solucionadas por un sentido de emergencia, pero a su vez, se busca generar que la propia población atendida sea partícipe activa de procesos que le generarán su propia autonomía para su integración socio-cultural en México a través de planes de intervención que favorezcan procesos de acompañamiento con temporalidades más largas y de acuerdo a las necesidades de cada persona atendida.

Es relevante pensar que hay actores fundamentales para facilitar las vías necesarias para el acceso a la asistencia humanitaria: Estado / ONU / Organizaciones de la Sociedad Civil, pero en realidad es sumamente importante mencionar que las personas migrantes también determinan un papel importante, pues son quienes también hacen evidentes tanto las carencias y las problemáticas para acceder, y a su vez, son quienes tienen que asumir su propio proceso de integración.

Por ejemplo, los planes de intervención para trabajar el tema de integración socio-cultural, se centran en estrategias para que las personas migrantes puedan fortalecer sus habilidades y capacidades en temas de empleo, educación, salud etc., mismos que se desarrollan para cada caso específico, pero tomando en cuenta una lógica de corresponsabilidad entre profesional y la persona atendida, cada uno teniendo un rol fundamental para propiciar una integración funcional.

Día con día en los planes de intervención de Sin Fronteras y de otras muchas organizaciones, van germinando estrategias que hacen a un lado el asistencialismo para dar pie a líneas de trabajo que apuesten por evidenciar la posición fundamental que tienen las personas migrantes en la sociedad para que éstas puedan tener las condiciones necesarias para su propia autonomía.

Por último, mencionar que una integración socio-cultural en un nuevo país al queremos establecernos no significa abandonar nuestra identidad, sólo se trata de sumar nuevos aprendizajes.

*Encargado del Centro de Día “La Ceiba”

Sin Fronteras

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