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Alejandro De la Garza

27/07/2024 - 12:03 am

¿Volverán los combativos días sindicales?

“¿Profundizará el gobierno de Sheinbaum una política laboral de alza a los salarios mínimos, impulso a la democracia sindical, regularización laboral de las maquiladoras, contratos colectivos por rama industrial y semana de 40 horas?”

“Francisco Hernández Juárez fue reelecto como secretario general del sindicato de telefonistas, el cual dirige desde 1976”. Foto: Cuartoscuro

El sino del escorpión se ha enterado en días recientes de la enésima reelección de dos líderes sindicales de nuestro país. A los 74 años, Francisco Hernández Juárez fue reelecto como secretario general del sindicato de telefonistas, el cual dirige desde 1976, hace ya 48 años. Al mismo tiempo, a sus 90 años, Víctor Fuentes del Villar se reeligió como líder del sindicato de electricistas que dirige desde 1998. Aunque ambas reelecciones enfrentaron resistencias, se llevaron a cabo sin contratiempos. Los sucesos remitieron al alacrán a sus años de reportero y a sus combativos días sindicales, cuando la organización sindicalista de los trabajadores parecía la única vía para la transformación social.

Como reportero, el venenoso cubrió la información sobre el conato de huelga de los telefonistas, allá por mediados de 1977. Sería un día histórico, pensó entonces: la primera huelga telefónica en la historia del país estaba emplazada para esa tarde. Apenas un año antes, un treintañero Francisco Hernández Juárez y su igualmente joven comité sindical habían desplazado al añejo líder “charro” Salustio Salgado y se empeñaban en democratizar el sindicato de telefonistas. En las oficinas de la empresa entonces estatal —faltaban casi 20 años para su privatización—, se negociaban las condiciones del contrato colectivo. Teléfonos de México se estremecía, la incomunicación telefónica significaría pérdidas enormes para una ciudad sacudida ya por marchas y movilizaciones (los obreros de Spicer, los universitarios del STUNAM, los maestros del SNTE, los electricistas del SUTERM, los trabajadores Nucleares, la continuidad de las protestas por el golpe a Excélsior). El escorpión cubrió la información en las oficinas del sindicato de telefonistas en la calle de Villalongín.

Las negociaciones se prolongaron toda la tarde y a las siete se iniciaron suspensiones del servicio telefónico en algunas zonas de la ciudad, según reportaron los trabajadores. Previendo la suspensión de las líneas de comunicación, el escorpión hizo una última llamada a su mesa de redacción para advertir que llegaría corriendo con la información. Las fallas telefónicas se comenzaban a extender por la ciudad cuando la negociación se destrabó. Poco después de las ocho de la noche las partes acordaron las condiciones del contrato colectivo y el servicio se reanudó. Hubo una breve conferencia de la comisión sindical y se emitieron sendos boletines de prensa de la empresa y el sindicato. El arácnido obtuvo declaraciones de los involucrados y reportó la información.

Ese mismo líder que luchaba por la democratización del sindicato, enfrentó en las recientes elecciones la oposición de la Alianza de Telefonistas, grupo de disidencia interna, pero Hernández Juárez arrastra el colmillo y no lo resintió. Al frente del sindicato sobrevivió a una de las privatizaciones y transformaciones más radicales y brutales, a la conversión de la empresa en un gigante de las comunicaciones, en un corporativo hoy en manos de uno de los hombres más ricos del mundo.

Por los mismos años, el escorpión también marchaba con la Tendencia Democrática de los Electricistas, organizada por Rafael Galván al interior del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), y reporteaba las acciones de estos trabajadores a favor de la creación de sindicatos nacionales por rama industrial, contratos colectivos de trabajo, decisiones colegiadas, democracia interna. Igualmente marchó con el sindicato de trabajadores nucleares, encabezado por su secretario general Arturo Whaley (recién fallecido en diciembre de 2022) y por el físico Antonio Gershenson.

Su adversario sindical era temible: Leonardo Rodríguez Alcaine, apodado La Güera por su cabello teñido o El Cuñado por la vulgaridad que caracterizaba su trato con la prensa. Apoyado por grupos de choque y tácticas violentas, Rodríguez Alcaine fue secretario general del SUTERM de 1975 a 1997, cuando pasó a suplir al difunto Fidel Velázquez al frente de la CTM. Falleció en 2005 y la dirigencia cetemista pasó  a manos de Joaquín Gamboa Pascoe.

Víctor Fuentes se reelige ahora al frente del SUTERM contraviniendo la Constitución y la Ley Federal del Trabajo. Se dice que apoyado por el director de la CFE, Fuentes quiere impedir a toda costa que llegue alguien a exigirle cuentas de su riqueza inmobiliaria, sus vehículos de lujo, los lear jets del sindicato que se apropió, o de sus empresas familiares como la de comunicación Ener Telecom.

Aquel impulso democratizador al interior de los sindicatos de trabajadores en México, que incluyó a ferrocarrileros, médicos y maestros, entre otros grupos de trabajadores, fue la respuesta a los años de control gubernamental corporativo ejercido sobre los sindicatos a partir de la creación del Partido Nacional Revolucionario en 1929, y aunque el movimiento obrero comandado por Vicente Lombardo Toledano tuvo una presencia combativa en apoyo al gobierno del general Cárdenas, luego de esos años el PRM-PRI ejerció un control férreo y violento del movimiento obrero a través de las dádivas políticas y prebendas a sus líderes, a quienes ofrecía diputaciones y senadurías transexenales, además de la posibilidad de manejar con libertad y sin rendición de cuentas las millonarias cuotas y propiedades sindicales.

La llegada de las políticas neoliberales a finales de los años ochenta debilitaron la fuerza de los sindicatos, al tiempo que favorecieron a los grandes capitales y empresarios. Los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo disminuyeron notablemente las cuotas de poder que el partido de Estado daba al sindicalismo oficial y corporativo. La desmovilización y despolitización de la clase obrera y una significativa disminución de huelgas preparó el terreno para le llegada de Vicente Fox y el Partido Acción Nacional a la presidencia de la República. Con él, se profundizaron las medidas neoliberales anti obreras y anti sindicales. A la caída de los salarios reales en 50 por ciento con respecto a la década anterior, se sumaron la disminución de la afiliación sindical, el incremento de la contratación informal, además de la pulverización de los trabajadores sindicalizados en más de 40 centrales u organizaciones que van de los cientos de sindicatos cetemistas a otros tantos dentro de los trabajadores al servicio del Estado, más los innumerables sindicatos blancos y fantasmas del sector privado.

¿Volverán aquellos combativos días sindicales?, ¿Profundizará el gobierno de Sheinbaum una política laboral de alza a los salarios mínimos, impulso a la democracia sindical, regularización laboral de las maquiladoras, contratos colectivos por rama industrial y semana de 40 horas?, se pregunta el venenoso.

@Aladelagarza

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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