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María Rivera

27/07/2023 - 12:02 am

Los tiempos

“Más que un fenómeno, Xóchitl Gálvez está demostrando ser un lugar común”.

“La campaña de Gálvez está planeada y orquestada por ese conglomerado que llaman frente opositor y se diseñó una estrategia para posicionarla”. Foto: Twitter @XochitlGalvez

Ya nada es igual, querido lector. Los extraterrestres parecen ser una realidad, según los gringos, Sinead O’ Connor falleció ayer y en México periodistas aviesos lanzan la especie de que una de las pre-pre-candidatas de la oposición puede sufrir un atentado, para golpear políticamente al presidente López Obrador, quien la ha criticado desde el pódium presidencial.

Sin ningún escrúpulo, han decidido escalar el pleito con el actual gobierno, y utilizar su posición como comunicadores para crear un falso riesgo en torno a una pre-pre-candidata que no tiene ni remotamente la importancia política que le achacan como para ser víctima de ningún atentado.

La senadora no tiene ningún respaldo popular, y tampoco representa ninguna amenaza para estructura de poder alguno; es una figura muy modesta en el panorama político. Si se encuentra ahora en los medios, es debido al discurso propagandístico opositor que busca colocarla como un “fenómeno” al que “hay que cuidar”, una mentira publicitaria.

A través de mensajes inescrupulosos y francamente obscenos, periodistas y medios opositores al gobierno, buscan ocultar que la política, lejos de haber adquirido como por arte de magia cualidades espectaculares, más bien ha sido descubierta como una funcionaria pública opaca, que parece haber utilizado sus encargos para beneficiar a sus empresas. Nada nuevo en la política mexicana, plagada de funcionarios corruptos que suelen aprovechar sus posiciones para obtener beneficios económicos. Más que un fenómeno, Xóchitl Gálvez está demostrando ser un lugar común.

Lo preocupante no es, obviamente, un posible atentado, sino la fantasía de la oposición; la constatación de que periodistas y medios funcionan nuevamente como brazo partidista, sin pudor alguno, y que están dispuestos a intervenir en la sucesión presidencial sin el menor decoro, decencia, profesionalismo. Que serán parte de la campaña electoral opositora, buscarán manipular a la audiencia y crear temas en la opinión pública, aunque sean falsos, delirantes y hasta obscenos como este.

La ridiculez, la incoherencia de sus dislates, la franca tontería de sus dichos, que está a la vista de todos, no les importa. No esconden ya su cometido, ni sus filias y fobias, ni a quien sirven. Basta con prender la radio y constatar que hay ya una campaña publicitaria a favor de la senadora Gálvez, que está diario, en un programa y en otro, a diferencia de los otros pre-pre-candidatos tanto del mismo frente opositor como de Morena.

No es verdad, al menos a mí no me lo parece, que el presidente López Obrador “haya creado” la burbuja de Xóchitl, con sus ataques. No, la campaña de Gálvez está planeada y orquestada por ese conglomerado que llaman frente opositor y se diseñó una estrategia para posicionarla. Les ha funcionado entre sus propios adeptos y simpatizantes, desesperados por tener una opción de derecha, pero indudablemente buscan crear ese “fenómeno” en una parte más amplia de la sociedad mexicana, para regresar al poder. No sé si lograrán confundir algún despistado, pero a votantes identificados con la izquierda difícilmente les hará gracia el verdadero perfil de la política-empresaria y, también, las estrategias propagandísticas de medios y periodistas totalmente impresentables.

Ahora bien, más allá de la especie del atentado, que es vil y procaz, no podemos obviar que en el prian hay fuerzas totalmente siniestras que en elecciones pasadas se han unido para intentar bloquear el paso de la izquierda, y sería una tontería pensar que estos mismos actores no van a hacer todo cuanto puedan para volver al poder. Esta es una prueba de que están dispuestos a hacerlo, y que agotarán todos los recursos que tienen, legítimos e ilegítimos, para evitar un segundo gobierno de Morena. Ellos mismos han planteado la próxima elección como un plebiscito entre “dictadura y democracia”. Esta falsa dicotomía puede servirles de justificación para emprender acciones desleales democráticamente, pero “patrióticas”. En el fondo, esta misma idea alimenta también al lopezobradorismo y al presidente que ven en las elecciones un peligro restaurador, enemigo de México. De allí que López Obrador también esté dispuesto a transgredir la ley, al hacer campaña, por el bien superior de informar a la gente sobre éste. Las visiones para el país son irreconciliables, pero al mismo tiempo sus narrativas son hermanas.

Afortunadamente, aún falta mucho tiempo para que dé inicio el proceso formal. Esperemos que este sea un impasse y que las futuras campañas electorales no se vuelquen en pulsiones antidemocráticas y que las propuestas y los proyectos políticos, más allá de discursos maniqueos, se impongan en la discusión pública. Los mexicanos sin partido y sin banderines, queremos saber cuáles son las propuestas de quienes están en el poder y de quiénes quieren regresar a él, más allá de la glorificación o demonización de políticos.

No hay nadie en el panorama, lo sabemos, que pueda equiparársele al político López Obrador en cuestión de popularidad y apoyo ciudadano. El presidente es un luchador social, un líder producto de un amplio movimiento social que comenzó hace mucho, es la culminación, incluso, de una larguísima lucha en el país. Por ello, y porque ya va de salida, es imperativo que sean los proyectos, y no los políticos, lo que se privilegie en las campañas.

La oposición también debería de reevaluar su estrategia caudillista, la torpe pretensión de dotar mágicamente a su pre-pre-candidata de una estatura moral y popular que claramente no tiene para equipararla con el fenómeno político e histórico, ese sí, del presidente López Obrador.

Sobre todo, si su elegida tiene cola que le pisen, a pesar de haber vendido muchas gelatinas en su pueblo, decir groserías y usar huipiles.

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.

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