Biles llegó a Tokio como la estrella indiscutible de los Juegos pero pasó apuros, al menos según sus altos estándares, en la sesión de calificación. En una publicación en redes sociales el lunes, admitió que sentía el peso del mundo sobre sus hombros y afirmó que los Juegos “no son una broma”.
TOKIO, 27 de julio (AP) — Angelina Melnikova, una célebre gimnasta de Rusia, se movía entre las barras asimétricas el martes cuando una noticia comenzó a recorrer el mundo: su rival, la súper estrella estadounidense Simone Biles, se retiraba de la final de gimnasia femenina de los Juegos de Tokio.
Tras una mala ejecución en un salto del potro, Biles explicó que no estaba en buenas condiciones mentales para competir.
Melnikova, en cambio, clavó la salida y apretó los puños cerca del corazón.
No habían llegado ni al ecuador de una de las competiciones más esperadas de los Juegos, y el resultado era casi una certeza: el equipo de Rusia podría destronar a Estados Unidos, que hasta hacía unos días parecía imbatible.
Al final, superaron a las estadounidenses por 3,5 puntos, un margen importante en este deporte.
Biles, actual campeona olímpica y que a sus 24 años es considerada como la mejor gimnasta de todos los tiempos, se bajó del tapiz tras ejecutar su salto en potro. Siguió el resto del concurso de sus compañeras al pie de los obstáculos, vestida con el chándal blanco del equipo y una mascarilla.
Se suponía que Biles debía ejecutar un “Amanar”, un salto que comienza con una rondada en el suelo para entrar de espaldas al trampolín, y termina con una doble pirueta y media. Pero pareció cambiar de idea durante el vuelo y efectuó solo un giro y medio.
Para asombro generalizado, Biles se retiró de la competición, abriendo las puertas para el triunfo de las rusas. Las estadounidenses, que buscaban un tercer título seguido, se conformaron con la presea de plata.
“No quiero afrontar las otras competencias que me faltan con dudas en mi cabeza”, dijo Biles. “Así que decidí que lo prudente era dar un paso atrás y dejar que mis compañeras hicieran su trabajo”.
El equipo estadounidense explicó en un comunicado que Biles “será examinada a diario para determinar la autorización médica para futuras competencias”. Está previsto que defienda su título olímpico en la final individual el jueves. Además se clasificó para las cuatro finales por aparatos que se disputarán más adelante.
El triunfo de las rusas se produjo justo un día después de que el equipo masculino subiese también a lo más alto del podio. El país — que no puede emplear su nombre, su bandera ni su himno en los Juegos tras un escándalo de dopaje sistemático — acaparó los oros por equipos, dos de las medallas más codiciadas en los Juegos de Verano.
Las rusas lograron una puntuación de 169,528 en su rotación, mientras que Estados Unidos obtuvo 166,096. Sunisa Lee, Grace McCallum y Jordan Chiles completaron las tres últimas rotaciones sin Biles, que abandonó la competencias tras un flojo salto de potro.
El bronce fue para Gran Bretaña.
Las rusas se colgaron las preseas entre ellas, y el Concierto para Piano Número 1 del compositor ruso Tchaikovsky comenzó a sonar a modo de himno.
Es el primer oro de un equipo ruso en esta disciplina desde poco después de la caída de la Unión Soviética. Hombres y mujeres se coronaron en Barcelona en 1992 con el Equipo Unificado, tras lo que siguieron décadas de sequía.
Aunque los libros de historia marquen el triunfo del martes con un asterisco por la temprana retirada de Biles, la deslumbrante actuación de las rusas es el resultado de una transformación que comenzó a armarse cuando terminaron segundas, aunque muy lejos del equipo estadounidense que venció en el Mundial de 2019.
Su desempeño del martes no fue perfecto: dos de ellas, consecutivamente, se cayeron de la viga de equilibrio. Pero se recuperaron y se convirtieron en el primer equipo en 11 años que logra desbancar a Estados Unidos en competición.
Biles llegó a Tokio como la estrella indiscutible de los Juegos pero pasó apuros, al menos según sus altos estándares, en la sesión de calificación. En una publicación en redes sociales el lunes, admitió que sentía el peso del mundo sobre sus hombros y afirmó que los Juegos “no son una broma”.
Biles ganó cinco medallas en Río de Janeiro hace cinco años y en Tokio podría colgarse hasta seis tras avanzar a cinco finales.