Barranca combina los hechos dolorosos que me marcaron, con poemas luminosos”: Diana del Ángel

27/06/2020 - 12:00 am

Este libro está inspirado en las experiencias infantiles de la autora, quien creció en una colonia pobre y violenta del Estado de México. Para ella, la barranca sirve como una metáfora del cuerpo herido y las vivencias dolorosas.

En estas páginas, Diana del Ángel habla de la violencia y de su niña interior, de sus recuerdos y los singulares personajes que la rodeaban. Además, recupera la lengua de sus padres, una variante del náhuatl huasteco que se habla en Veracruz.

Por María del Carmen Rascón Castro

Ciudad Juárez, Chihuahua, 27 de junio (SinEmbargo).- Durante un tiempo, Barranca tuvo un título parecido a Donde hubo un río. En palabras de Diana del Ángel: “algunas barrancas fueron labradas por el paso de un río, cuando éste se secó, solo quedó la oquedad. Otras, en cambio son grietas”.

Escogió Barranca por ser una imagen que aparecía de forma recurrente en los poemas y por servir como una metáfora del cuerpo herido y las situaciones dolorosas que desarrolla el libro. Algunos de los poemas en prosa pueden parecer cuentos, pero esa no era la intención de la poeta: “Es la forma que encontré para contar y cantar experiencias que me marcaron”, explica.

Todo el libro está inspirado en sus experiencias infantiles. De niña vivió cerca de una barranca, una barranca fea en donde las personas abandonaban su basura y los cadáveres de los perros. También acudían a ella para drogarse. Diana del Ángel añade:

«Además de todo eso que podemos llamar “feo”, estaban otros elementos “bellos”: las pequeñas flores, las mariposas, la hierba. Eso fue para mí una lección de vida y traté de representarlo en la escritura mediante esta combinación de textos que hablan de hechos dolorosos con poemas luminosos, que van hacia la vida».

Creció en una colonia pobre y violenta del Estado de México, rodeada de habitantes que luego aparecerían en sus poemas. El Memo era un hombre borracho y loco que solía vestir de traje. Hablaba solo y creía que tenía por novia a una muñeca. El Morquecho, por su parte, era un ladrón de quien nadie esperaría cosas buenas: “Es curioso, porque la gran mayoría de mis vecinos no son lectores y probablemente nunca lean esos textos donde hablo de ellos, pero para mí es importante contarlos”.

Diana del Ángel es una mujer feminista y esto puede notarse en algunos poemas, ya que denuncian la violencia misógina. “Mariana Lima” está basado en la historia real de una mujer que fue asesinada por su esposo. Debido a que el hombre trabajaba como judicial, logró que el caso fuera clasificado como suicidio: “Gracias a la lucha de Irinea Buendía, mamá de Mariana, ese caso fue el primero que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó reclasificar para que se investigara y juzgara como feminicidio”.

Por otro lado, en el poema “Pensamientos de una muchacha en el Estado de México”, Diana del Ángel nos habla de su propia experiencia: “Tiene que ver con lo que yo misma he sentido al andar por las calles de Estado de México (aunque también de la capital) a ciertas horas o en ciertas zonas. Por desgracia no creo ser la única que lo ha sentido, y hay muchas que no pueden contarlo”.

Sobre la elección de la portada del libro, que muestra a una mujer desnuda con una niña de la mano, la autora cuenta que la imagen representa a nuestra niña interior, que es más sabia: “La idea de que dentro de mí siempre hay alguien que sabe qué hacer, aunque yo no sepa o yo tenga mucho miedo. Con el paso del tiempo, he entendido que ese alguien está vinculado con mi niña, o que es propiamente mi niña; creo que esa relación está dada en el libro y por eso me gustó. También porque en cierto modo, muchos de los poemas son dolorosos y en la imagen es la niña la que lleva a la mujer y eso sugiere un recorrido y un reconocimiento de sí misma, que para mí es algo fundamental en la escritura.”

Finalmente, para Diana del Ángel es importante recuperar la lengua de sus padres, una variante del náhuatl huasteco que se habla en Huiztipán, Veracruz:

“Mis padres son originarios de esa comunidad, ambos eran hablantes y, como muchos mexicanos, emigraron a la CDMX o al Estado de México en busca de trabajo. En su época, el racismo y la discriminación eran mucho más acentuados, por ello decidieron no enseñarme su lengua”. Esta es la razón de que algunos de sus poemas incorporen esas voces, como “un gesto de vuelta hacia esa lengua y esa cultura de la que provengo y que me formó”.


Este es un fragmento de una entrevista realizada por María del Carmen Rascón Castro en junio de 2020. Si te interesa leer el texto completo, puedes consultarlo en el blog sobre literatura femenina y feminista lascartasdeamora.wordpress.com

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