La ráfaga única de la que ahora se ha localizado el origen fue bautizada como FRB 180924 y fue detectada por el nuevo radiotelescopio australiano Askap, de la agencia Csiro. También se generó una imagen de la galaxia en la que ocurrió la explosión a partir de información recogida por tres de los telescopios más grandes del mundo: el 10-m Keck, en Hawái, el 8-m Gemini South, en Chile, y el que posee el Observatorio Europeo también en Chile.
Madrid, 27 de junio (EFE).- Las ráfagas rápidas de radio (FRB) son unos estallidos de energía en el Universo de los que se sabe que pueden ser únicos o de repetición y desde hoy son un poco menos misteriosos, pues se pudo establecer el origen de uno de esos fogonazos únicos, según un estudio que publica este jueves Science.
Las FRB son ráfagas muy breves (unos milisegundos) que se producen en algún lugar fuera de la Vía Láctea, de ahí la dificultad de determinar el origen de una de estas ondas, que es lo que logró un equipo internacional de astrónomos liderado por científicos australianos.
De las 85 FRB localizadas hasta ahora, sólo dos se repiten de forma más o menos periódica y de una de estas últimas, la llamada 121102, se puede establecer el origen, pero hasta ahora no se logró hacer lo mismo con las consideradas únicas, pues se producen de manera inesperada y su duración es mínima.
“Este es el gran avance que hemos estado esperando desde que los astrónomos descubrieran las ráfagas rápidas de radio en 2007”, relató en un comunicado Keith Bannister, autor principal del estudio, de la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth, (Csiro, siglas en inglés), la agencia científica gubernamental australiana.
La ráfaga única de la que ahora se ha localizado el origen fue bautizada como FRB 180924 y fue detectada por el nuevo radiotelescopio australiano Askap, de la agencia Csiro.
También se generó una imagen de la galaxia en la que ocurrió la explosión a partir de información recogida por tres de los telescopios más grandes del mundo: el 10-m Keck, en Hawái, el 8-m Gemini South, en Chile, y el que posee el Observatorio Europeo también en Chile.
Un elemento clave en este descubrimiento fue el desarrollo de una nueva tecnología que congela y guarda los datos recogidos por el telescopio Askap menos de un segundo después de que la ráfaga sea detectada.
“Si estuviéramos en la Luna y observásemos la Tierra con esta precisión, podríamos decir no sólo de qué ciudad procede la ráfaga, sino también el código postal e incluso la manzana”, apuntó Bannister al comentar la técnica desarrollada por su equipo.
Esta tecnología se utilizó para determinar la ubicación de FRB 180924 en su galaxia de origen, la DES J214425.25-405400.81, tras lo que se elaboró un mapa de alta resolución mostrando el estallido originado a las afueras de una galaxia del tamaño de la Vía Láctea a unos 3600 millones de años-luz de distancia, según un comunicado de la Csiro.
El astrofísico Benito Marcote, del Joint Venture Institute for VLBI ERIC de Holanda, que formó parte del equipo que en su día logró establecer el origen de la FRB de repetición 121102, destacó a Efe, en un correo electrónico, las “importantes” implicaciones de este nuevo descubrimiento.
Pues sienta la bases “por primera vez, para poder comparar si el entorno donde se producen FRB tiene cosas en común entre unos y otros”.
En el caso de la nueva FRB localizada, se observa que la galaxia donde se encuentra es completamente diferente a la del primer caso: una galaxia grande con forma espiral, en lugar de una galaxia enana.
Además se descubrió que este nuevo FRB tampoco está asociado al centro de la galaxia, si no que se encuentra en los exteriores de la misma, detalló el científico.
Marcote recalcó además que con estos trabajos se demuestran las implicaciones de estas fuentes en “muy diversos campos que van desde la cosmología hasta la física teórica”.
Y ello se debe a que como emiten señales tan cortas y desde tan largas distancias, “nos dan información de cómo la luz se propaga por el Universo, cómo es el material que hay entre galaxias y, como apunta el estudio, cuanta cantidad de materia respecto al total del contenido del Universo existe”.