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Óscar de la Borbolla

27/05/2024 - 12:03 am

La subversión de la ciencia

Ya no nos escandalizamos “tanto” ante lo contraintuitivo de las propuestas científicas y, más bien, a mí se me hace que se anda dando una generalizada actitud de aceptación acrítica hacia territorios de la ciencia que a los propios científicos tiene desconcertados, me refiero a la popularidad de la mecánica cuántica y la teoría de cuerdas.

“La ciencia ha terminado por volverse, si no la panacea, sí un asunto familiar”. Foto: Óscar de la Borbolla

El conocimiento científico ha seguido un camino que paso a paso resulta más chocante al sentido común. Desde su nacimiento fue contraintuitivo y se opuso a la creencia dominante de su época, pues, consistió en afirmar, contra la exuberante y obvia variedad de las cosas que aparecen a nuestros sentidos que todo era UNO, que el principio de todo era el agua y, además, la afirmación de Tales de Mileto excluía como parte de la explicación a los dioses, nada menos que la idea popular que reinaba entonces. En el popurrí de explicaciones que siempre hubo apareció una opinión disonante: la naturaleza se explica con la naturaleza sin aludir a lo divino.

Tales tuvo como discípulo a Anaximandro, quien, lejos de repetir las enseñanzas de su maestro se inventó su propia hipótesis: ya no el agua, sino el ápeiron, literalmente, lo indefinido. Y dando un nuevo paso hacia lo contraintuitivo —como excelentemente lo desarrolla Carlo Rovelli en su libro: El nacimiento del pensamiento científico— propuso también que abajo y no solo arriba de nuestro planeta había aire. Recordemos que en el imaginario del siglo VI a. C. Se pensaba que abajo de la tierra habría una gran tortuga apoyada, a su vez, sobre cuatro elefantes o que estaba Atlas sosteniendo la Tierra y toda la cúpula celeste. Contra las creencias dominantes se atrevió a proponer que la Tierra estaba rodeada de aire, suspendida en el aire. Me imagino el rechazo y las mofas de sus contemporáneos, y me imagino a Anaximandro resistiendo las burlas y confiando en que sus observaciones y sus conjeturas lógicas le daban, pese a todo, la razón.

El conocimiento científico nació así: contraintuitivo y, por lo tanto, subversivo. Pero detengámonos un momento en el significado del concepto “intuición” para entender en toda su magnitud el escándalo que representa lo que va en contra de la intuición, lo contraintuitivo. Entre las pocas definiciones claras y atinadas del diccionario de la RAE está el concepto “intuición”, ahí se define como “la facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento”. No necesito razonar cuando, en un callejón oscuro y solitario, me sale un hombretón con un cuchillo, inmediatamente sé que estoy en peligro… Hay infinidad de situaciones o de cosas así de claras y evidentes. La intuición es una facultad que apreciamos mucho. No exagero si digo que es lo que nos ha permitido a todos sobrevivir hasta hoy.

Cuando vemos a nuestro derredor y, ademas, siempre con las lentes culturales que compartimos quienes formamos parte de un momento histórico, vemos de inmediato que las cosas son como las vemos: lo blanco es blanco sin necesitar razonamiento alguno. Imaginemos que siempre hemos visto caer a lo que carece de apoyo, ¿cómo admitir de buen grado que la Tierra flota?, ¿que no es plana si caminamos y caminamos en una superficie en apariencia plana?, ¿cómo aceptar que la Tierra no está en el centro del universo si cada día vemos salir el Sol por un lado y meterse por el otro, y cada noche vemos el movimiento de la cúpula celeste describiendo un arco sobre nuestras cabezas?

Hoy estamos en otro momento histórico, con otras lentes sobre los ojos y, claro, nos parece falsa la teoría heliocéntrica y nos parecen absurdos los terraplanistas y admitimos sin discusión que existen los microbios, aunque no podamos verlos a simple vista y, sin embargo, también la postulación de los microbios y el escrupuloso aseo de las manos de los cirujanos (hoy tan indiscutible) fueron en su momento propuestas contraintuitivas.

La ciencia ha terminado por volverse, si no la panacea, sí un asunto familiar. Ya no nos escandalizamos “tanto” ante lo contraintuitivo de las propuestas científicas y, más bien, a mí se me hace que se anda dando una generalizada actitud de aceptación acrítica hacia territorios de la ciencia que a los propios científicos tiene desconcertados, me refiero a la popularidad de la mecánica cuántica y la teoría de cuerdas. Todos hablan de computadoras cuánticas y de colapsos de onda y del gato de Schrödinger y de que puede estar vivo y muerto y de que existen 10 dimensiones… como si todo ello fuera intuitivo y no extrañamente contraintuitivo como de hecho lo es. De seguir extendiéndose esta actitud, me temo que el conocimiento científico terminará perdiendo uno de sus más fundamentales aspectos: ser un saber subversivo.

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@oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

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