Brasil reportó oficialmente unas 4 mil 500 muertes y casi 67 mil infecciones confirmadas, pero se cree que las cifras reales, como en muchos otros países, son mucho más elevadas dada la falta de pruebas y que muchas personas sin síntomas severos no han buscado atención hospitalaria.
Por David Biller, Marcelo de Sousa y Adam Geller
RÍO DE JANEIRO (AP) — Brasil está perfilándose como el posible nuevo foco rojo de la pandemia de coronavirus, mientras que el Presidente Jair Bolsonaro insiste en que es sólo una "gripita” y que no hay necesidad de imponer las severas medidas que han ralentizado la propagación de la infección en otros países.
Mientras ciertos estados de Estados Unidos y algunos países europeos adoptaban medidas el lunes para gradualmente relajar sus límites a la movilidad y el comercio, la intensificación del brote en Brasil — el país más grande de Latinoamérica con 211 millones de habitantes — llevó a los hospitales al límite, por lo que algunas víctimas murieron en casa.
“Aquí tenemos todas las condiciones para que la pandemia se vuelva mucho más seria”, dijo Paulo Brandão, virólogo de la Universidad de Sao Paulo.
Brasil reportó oficialmente unas 4 mil 500 muertes y casi 67 mil infecciones confirmadas, pero se cree que las cifras reales, como en muchos otros países, son mucho más elevadas dada la falta de pruebas y que muchas personas sin síntomas severos no han buscado atención hospitalaria.
Algunos científicos indicaron que probablemente más de 1 millón de personas en Brasil estén infectadas. Y la crisis de salud podría recrudecerse ahora que el país entra en el invierno, que puede empeorar las enfermedades respiratorias.
Bolsonaro ha cuestionado la seriedad del coronavirus y dijo que las personas necesitan reanudar sus vidas para evitar una crisis económica. Sin embargo, la mayoría de los gobernadores estatales en el país adoptaron restricciones para contener la propagación y presionaron a la gente a quedarse en casa.
A mediados de abril, Bolsonaro despidió a su popular ministro de salud después de una serie de desacuerdos acerca de los planes para contener el virus, y lo reemplazó con un defensor de la reapertura de las actividades económicas. Los residentes protestaron asomándose por sus ventanas y golpeando ollas y sartenes.
Funcionarios médicos de Río de Janeiro y de por lo menos otras cuatro ciudades importantes han advertido que sus sistemas hospitalarios están al borde del colapso o demasiado saturados para recibir a más pacientes.
En Sao Paulo — la ciudad más grande de Sudamérica en una zona metropolitana muy concentrada con más de 21 millones de residentes, la mayoría en pobreza — las autoridades han emitido 236 certificados de defunción en las últimas dos semanas para personas que fallecieron en casa, dos veces la cantidad previa al brote, según el servicio paramédico SAMU.
Manaus, una ciudad amazónica con 1,8 millones de habitantes, registró 142 muertes el domingo, la mayor cantidad hasta la fecha, entre ellos 41 personas que murieron en casa. En el principal cementerio, trabajadores han estado cavando tumbas. La industria funeraria de Brasil advirtió la semana pasada que la ciudad se quedaba sin ataúdes y “pronto podrían dejarse cadáveres en las esquinas”.
La cifra oficial de muertos por el virus superó los 200 mil a nivel global, según un conteo de la Universidad Johns Hopkins. El número de muertos en Estados Unidos rondaba los 55 mil, cerca de los 58 mil soldados estadounidenses que murieron durante la Guerra de Vietnam. En Italia, Gran Bretaña, España y Francia había más de 20 mil muertes por país.
El Primer Ministro británico, Boris Johnson, volvió al trabajo el lunes tras haberse recuperado del COVID-19, y advirtió enfáticamente que no se relajara demasiado pronto el confinamiento en su país. “Me niego a desperdiciar todos los esfuerzos y los sacrificios del pueblo británico y arriesgarme a un segundo gran brote y una enorme pérdida de vidas”.